El turismo antártico va a más: preocupan los impactos y los efectos sobre el continente helado
Cuando llega el sol del verano para las personas en el hemisferio sur, más de 100.000 turistas se dirigen al continente helado donde los impactos, aunque controlados, parecen que van a más
Actualmente más de 50 cruceros realizan viajes de varios días con destino al continente polar de la Antártida. El turismo antártico está de vuelta y con fuerza. Cada año, el número de visitantes de la Antártida aumenta y especialmente este verano 2023-2024 del hemisferio sur.
Un turismo especializado a la Antártida: un negocio en alza
Los primeros turistas, allá por los años 50s del pasado siglo, viajaron en buques de guerra chilenos y argentinos que se dirigían al sur para reabastecer las bases de investigación en las Islas Shetland del Sur. A principios de este siglo, el continente de hielo recibía más de 10.000 visitantes anuales: el turismo antártico se ha generalizado y ha aumentado.
El verano es el único momento en que los turistas pueden visitar la Antártida de manera segura. Muchas agencias de viajes ofrecen desplazamientos y actividades en las islas y en tierra firme en sitios accesibles.
Los barcos se acercan a la costa y los impactos ambientales son ya visibles, especialmente de los barcos que expulsan el carbono negro por las chimeneas que se queman en sus motores.
Algunos estudios muestran que en las áreas más visitadas por los turistas, la nieve tiene una mayor concentración de carbono negro del escape de los barcos, que absorbe más calor y hace que la nieve se derrita. Por otra parte, el tráfico marítimo también corre el riesgo de llevar especies invasoras a los vulnerables ecosistemas marinos del Océano Antártico.
Algunos turistas se quedan en los propios barcos sin pisar tierra firme pero otros se internan y realizan pequeñas expediciones en kayak o realizan visitas accesibles en zonas terrestres o marinas para ver, por ejemplo, colonias de pingüinos.
Algunos de estos turistas pueden llevar microbios, semillas y otras especies invasoras en sus botas y sus ropas, un problema que sólo empeorará a medida que el derretimiento del hielo cree nuevos parches de tierra desnuda y visitable.
A medida que aumenta el turismo en la Antártida, algunas organizaciones de defensa han advertido que el impacto puede ser insostenible. Por ejemplo, la Coalición Antártica y del Océano Austral argumenta que el turismo de cruceros podría ejercer una mayor presión sobre un medio ambiente que ya está bajo una presión significativa por el cambio climático.
Planificación turística para minimizar el impacto ambiental
Todo parece indicar que el turismo antártico irá a más, por lo que hay que planificar y minimizar la huella de carbono y de otros impactos ambientales.
En este sentido, existen protecciones medioambientales en la Antártida. De acuerdo con el Sistema del Tratado Antártico, el conjunto de acuerdos internacionales firmados por países con presencia o interés en la Antártida, los operadores de turismo con sede en esas naciones deben solicitar permisos y seguir regulaciones ambientales estrictas.
Para evitar la introducción de nuevas especies, los turistas deben seguir reglas como desinfectarse las botas y pasar la aspiradora por los bolsillos antes de poner un pie en el hielo, y mantener una distancia determinada de la vida silvestre.
Casi todos los propietarios de cruceros antárticos pertenecen a la Asociación Internacional de Operadores Turísticos de la Antártida, IAATO, el principal organismo que gestiona el turismo antártico.
Por primera vez este año, los operadores deben informar su consumo total de combustible como parte de los esfuerzos de la IAATO para hacer que la industria sea más respetuosa con el medio ambiente. Algunos operadores ahora están utilizando embarcaciones híbridas que pueden funcionar parcialmente con propulsión eléctrica durante períodos cortos, lo que reduce las emisiones de dióxido de carbono.
Algo se mueve para preservar este lugar único, como es la Antártida, del turismo salvaje de los cruceros.