Trabajo en equipo con la sonda solar Parker

Solar Orbiter será una de las dos misiones que estudiarán de forma complementaria el Sol desde sus inmediaciones: el satélite de la ESA se unirá a la sonda solar Parker de la NASA, que ya se encuentra operativa

Imagen maquetada de la sonda Parker frente al Sol. ESA

Lanzada desde cabo Cañaveral a bordo de un cohete Delta IV Heavy el 12 de agosto de 2018, la sonda estadounidense debe su nombre a Eugene Parker, que formuló la teoría del viento solar en 1958.

La sonda solar Parker transporta una carga útil menor que Solar Orbiter, pero llega más cerca del Sol. Al igual que Solar Orbiter, emplea maniobras de asistencia gravitatoria para aproximarse a nuestra estrella. Ya cuenta con el récord de haber realizado el paso más cercano, pues el 4 de abril de 2019 sobrevoló el Sol a unos 24 millones de kilómetros de su superficie, y esta distancia se verá aún más reducida durante los 24 encuentros cercanos previstos. Durante las tres órbitas finales de su misión nominal, la sonda solar Parker pasará a menos de 6,2 millones de kilómetros de la superficie de la estrella, soportando un calor y una radiación nunca antes experimentados por una astronave.

La sonda solar Parker cuenta con instrumentos para estudiar la corona solar y se centrará en la región del espacio donde el plasma coronal se separa y se convierte en viento solar. De esta forma, los científicos podrán conocer las verdaderas condiciones del plasma en dicha región e identificar cómo se acelera al alejarse camino de los planetas. Sin embargo, la sonda solar Parker no tiene cámaras que observen el Sol directamente. En la actualidad no hay ninguna tecnología que pudiera mirar al Sol a tan poca distancia y sobrevivir. Ahí es donde entra en juego Solar Orbiter.

Además de abordar sus propios objetivos científicos, Solar Orbiter ofrecerá información contextual para comprender mejor las mediciones tomadas in situ por la sonda Parker. Así, las dos misiones recogerán datos complementarios que permitirán obtener más información científica de la que ninguna de ellas podría lograr por separado.

La importancia del Sol para la vida en la Tierra está clara. Es el motor del Sistema Solar y su enigma central. Al acabar la misión Solar Orbiter de la Agencia Espacial Europea, sabremos más que nunca sobre el Sol y sobre cómo reducir los riesgos de perturbación de nuestras tecnologías en la Tierra.

ESA www.esa.int

Esta entrada se publicó en Noticias en 13 Ene 2020 por Francisco Martín León