Las rarezas de la borrasca Miguel
La borrasca Miguel ha sido un sistema depresionario raro por ser profundo y sufrir en proceso de ciclogénesis explosiva en bajas latitudes y a inicios de junio frente a las costas atlánticas del norte peninsular
Muchos meteorólogos y predictores no daban crédito a lo que se nos veía encima a inicios de junio (5, 6 y 7) de 2019: una profunda borrasca llamada Miguel se iba a formar al noroeste de la península Ibérica a la vez que iba a sufrir un proceso de ciclogénesis explosiva. Un fenómeno muy inusual en esta época del año y en las latitudes peninsulares.
Esas estructuras y procesos de rápida profundización son típicos de los meses fríos e invernales en latitudes más altas y en pleno océano Atlántico.
Podríamos decir que el periodo de borrascas profundas e intensas en el Atlántico se suele dar en los meses fríos e invernales, y ocasionalmente extenderse a finales de otoño y principios de primavera.
Los causantes o factores de las borrascas profundas y los procesos de ciclogénesis son muy activos e intensos en ese periodo del año en el hemisferio norte:
- La corriente de chorro en altura, como conductora de las borrascas atlánticas, es intensa y baja de latitud en el Atlántico Norte.
- Los contrastes térmicos (o zona baroclina) entre la masa cálida tropical o subtropical y la masa de aire fría polar es más acusada en los meses fríos. Esta última está unida a la intensidad del chorro polar.
- Las bajas secundarias que se forman sobre dicha zona baroclina de fuerte gradiente térmico son algo más numerosas
- Las descargas de aire frío de tipo polar y asociadas a entradas de chorro intensos pueden llevar embebidas ondas que pueden experimentar de por si procesos de formación de bajas y ciclogénesis.
Hay otros factores secundarios que pueden favorecer los procesos de ciclogénesis en invierno pero no nos centraremos en ellos para no alargar el artículo.
Son los dos factores primeros los más importantes para el desarrollo, mantenimiento y profundización de borrascas.
Formación de Miguel
Miguel se forma bajo la presencia de los dos ingredientes típicos de ciclogénesis y rápida profundización: un intenso máximo de viento en altura , jet o chorro polar (precursor de niveles altos) y una baja en niveles inferiores (precursor de niveles bajos a profundizar) que se sitúa adecuadamente en una zona de fuerte contraste térmico, zona baroclina, en capas bajas.
Los mapas de altura y capas bajas del día 6 de junio de 2019 a las 00 UTC ponen de manifiesto estos elementos:
Para inicios de un mes de junio se puede observar que la corriente en chorro es muy intensa, y ha bajado de latitud. Por otra parte, la irrupción fría asociada también en muy marcada contrastando con una masa de aire cálido pre-existente debido un anticiclón subtropical inerte y pasivo: el resultado es el aumento del gradiente térmico debajo de eje del chorro, una zona de fuerte baroclinidad. La baja secundaria en capas bajas que se encontraba por la zona de fuerte gradiente térmico es la que va a sufrir el proceso ciclogenético explosivo.
La rareza de Miguel
La anómala situación en su forma y sobre todo en intensidad es lo que la hace singular y rara. Para ellos se muestran los mapas de anomalías estandarizadas que nos muestran el grado de “anormalidad” de la intensidad del chorro, el principal protagonista directo de esta situación.
Un chorro intenso de niveles altos (11-12 km de altura ) en latitudes bajas del orden de 150-200 km/h no es muy normal al inicio de junio. Tampoco fue muy normal el aire frío posterior, que conducía el chorro polar, que realzó la baroclinidad de en la zona donde estaba la incipiente borrasca Miguel.
Conclusiones
Podemos decir que la formación y profundización de la baja son elementos raros, en cuanto que a sus precursores también son raros en esta época del año a dichas latitudes: chorro muy intenso con una zona baroclina en capas bajas muy marcada para el lugar y la fecha.
Miguel ha pasado a la historia meteorológica por razones propias.
Mapas de Alicia M. Bentley, Ph.D.