Insectos vs. pesticidas en el 'Mar de Plástico' de Almería, España
En ciertas zonas de España los pesticidas son sustituidos por pequeños trabajadores que hacen su trabajo, y lo hacen muy bien: los insectos
"Trabajan para mí día y noche", sonríe Antonio Zamora, parado en su invernadero. Sus minúsculos empleados son bichos que se alimentan de los parásitos que amenazan sus pimientos.
Zamora, como la mayoría de sus colegas, ya no rocía sus cultivos con pesticidas, sino que cuelga pequeñas bolsas de ácaros en las plantas, dejándolas para atacar a los parásitos y evitando su producción.
Posee dos hectáreas en el llamado "Mar de Plástico", unas 30,000 hectáreas de invernaderos en la provincia de Almería, en el sureste de España, donde se cultivan gran parte de las frutas y verduras de Europa.
El brillante mosaico de plástico blanco que bordea el Mediterráneo, visible desde el espacio, produce tomates, pepinos, calabacines, pimientos y berenjenas durante todo el año para abastecer a los supermercados europeos.
El año pasado se exportaron 2,5 millones de toneladas de productos de Almería, la mitad de las exportaciones de hortalizas de España.
Al igual que Zamora, prácticamente todos los cultivadores de pimiento en Almería han reemplazado a los insecticidas con el llamado "control biológico" que usa insectos.
Alrededor del 60 por ciento de los productores de tomate han hecho lo mismo, junto con una cuarta parte de los productores de calabacín, según la asociación de productores Coexphal.
Menos pesticidas y un billón de insectos
El consumo de insecticidas en Almería, donde la agricultura emplea a unas 120.000 personas y representa el 20 por ciento de la producción económica, ha disminuido en un 40 por ciento desde 2007, según las autoridades locales.
El uso de insecticidas aumentó en la década de 1960, pero los agricultores han adoptado nuevos métodos bajo la presión de los grupos de consumidores, así como el hecho de que sus cultivos se han vuelto cada vez más resistentes a los productos químicos.
En muchos casos, la reducción en el uso de productos químicos ha sido drástica, y las sustancias que todavía están en uso son más suaves.
La cooperativa agrícola francesa InVivo, que tiene ventas anuales de 5.500 millones de euros ($ 6.200 millones), abrió recientemente una "biofábrica", Bioline Iberia, en el corazón del Mar de Plástico.
Dentro de salas herméticamente cerradas con niveles de temperatura y humedad bien controlados, los empleados crían cuatro especies de ácaros para vender en la región, así como en Portugal y Marruecos.
La compañía proyecta la producción de un billón de insectos este año.
Otras fábricas del mismo tipo han surgido en los últimos años alrededor del Mar de Plástico, y aproximadamente 30 empresas venden insectos, a precios cada vez más bajos.
"España puede ser considerada el área más grande de Europa y quizás del mundo en términos de uso de control biológico", dijo el director de Bioline Iberia, Federico García.
El interés por el medio ambiente está creciendo de manera explosiva en la sociedad española y europea, en general.