El lenguaje meteorológico extremo en los medios y los fenómenos adversos
Estos días hemos observado cómo algunos medios hablan de la "amenaza" y la ruptura del vórtice polar, de los calentamientos súbitos estratosféricos que nos afectan, de los ciclones bombas y bombogénesis, y otros palabros técnicos que se han hecho un hueco importante en los medios de comunicación, RRSS y en otros ambientes generalistas de comunicación
Términos muy técnicos, de uso cotidiano en ambientes de meteorología y climatología, han pasado a los medios de comunicación en una sociedad que requiere más información de lo que acontece a su alrededor.
Muchas veces esos tecnicismos han ido acompañado por palabras, adjetivos amenazantes y exageraciones barrocas y rocambolescas que, más que informar, han generado un cierto temor a lo que se avecinaba: "el peor calentamiento súbito estratosférico nos amenaza para la semana que viene", por poner un ejemplo.
En la mayoría de los casos, su objetivo es cazar a lectores que se mueven en Internet sin criterios científicos y razonables. Todo ello dirigido y amplificado de forma silenciosa por algoritmos y programas en Internet que hacen del lector un mero pez para ser cazado de algo que no le será útil en su lectura.
Lenguaje meteorológico con exageraciones y aliños asustadizos
Los términos meteorológicos mencionados anteriormente se mezclan con otros términos de amenaza, alerta, lo nunca visto, hecho histórico ,etc., y hacen que ciertos lectores caigan en estos titulares y artículos con información inútil y confusa escrita por personal que no entiende lo que escribe. Aún es peor cuando, a todo ello, el titular carnaza utiliza a organismos oficiales de meteorología para escudarse en que dicho organismo oficial avala su artículo, cuando realmente no es así.
Estos hechos no se dan sólo en España. Recientemente en la prensa y medios de EEUU han aparecido los conceptos repetitivos de río atmosférico, el expreso de la Piña, ciclón bomba, huracán ártico y otros términos, mencionados anteriormente, donde lo importante era resaltar estos nombres exagerados para llamar la atención y donde la información estrictamente meteorológica pasaba a un segundo plano. Lo mismo ha ocurrido en Europa con las entradas frías desde Rusia en este invierno: la bestia del Este o la llegada del tren siberiano.
Los meteorólogos, sociólogos, medios de información "serios", comunicadores científicos, etc., están preocupados por esta invasión de esta terminología que podría tener efectos positivos pero que en muchos casos se usan para otros fines. Y, todo esto, aliñado con las predicciones seudocientificas de las cabañuelas de "meteorólogos" en edad de ir a la escuela que algunos medios potencian y dan voz de forma periódica.
Estos elementos meteo-mediaticos se han visto realzados Europa desde que las borrascas han sido nombradas, los eventos extremos del tiempo han cobrado protagonismos como las olas de frío, calor, DANAs, etc. Incluso se ha pensado nombrar, no oficialmente , a las olas de calor o a las mismas DANAs, pero sin hacerse realidad, hasta ahora.
Parte del problema puede venir por el afán legítimo y divulgador de meteorólogos que han introducido los términos meteorológicos y climatológicos en el lenguaje cotidiano y, como un reguero de pólvora, se ha introducido e incendiado en lo medios, a la vez que se han utilizado mediáticamente con fines de negocio añadiendo complementos y adjetivos tendenciosos y asustadizos.
El resultado es que estos términos meteorológicos se mueven en los medios y RRSS sin control. Ya no se pretende, en muchos casos de informar, se trata de captar atemorizádamente la atención del público y ganar "visitas y likes".
Desgraciadamente, muchos medios han preferido perder en la claridad y utilidad del mensaje meteorológico o climático y ganar en exageraciones hiperbólicas, coloristas y amenazantes. Otros, más serios, han seguido manteniendo una línea informativa sin exageraciones tendenciosas e introduciendo estos conceptos nuevos aportando y escuchando a los especialistas en la materia. Hay gente en la sociedad que con espíritu crítico quieren saber más del tiempo y del clima, de los mecanismos que mueven a las borrascas, frentes y anticiclones sin preocuparse de lo que ocurre a 40 km sobre nuestras cabezas.
Posiblemente, parte de este circo meteo-mediatico es responsabilidad de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales que con el nombramiento de borrascas, mapas coloristas de avisos, portales de "alarmas", etc., no han sabido cuantificar los efectos negativos, de los muchos positivos, que tienen tales innovaciones modernas.
Trabajos interesantes tienen por delante los meteorólogos, climatólogos, organismos oficiales, sociólogos, expertos en comunicación, etc., para analizar en detalle estas tendencias que se existen en muchos países del mundo y revertirlas de algún modo.
Hoy por hoy, la batalla está perdida sin lectores y comunicadores críticos. La guerra se puede ganar poco a poco con insistencia y seriedad científica.