Cuando calienta el Sol
En este preciso instante hay una nave rumbo a nuestro Sol, que aquí vemos fotografiado un día de verano antártico por el doctor en medicina Stijn Thoolen, becado por la ESA, desde la base de investigación Concordia
Solar Orbiter es la última misión de la ESA para estudiar el Sol de cerca. Lanzada a primera hora del 10 de febrero desde Cabo Cañaveral (Florida, EE. UU.), la nave llegará a su abrasador destino en unos dos años.
Solar Orbiter observará el Sol desde el interior de la órbita de Mercurio, a unos 42 millones de kilómetros del astro. Es una distancia ideal, pues permitirá al satélite tomar mediciones e imágenes remotas que nos ofrecerán las primeras vistas de las regiones polares del Sol, desconocidas hasta ahora.
En el polo sur terrestre, en la Antártida, el Sol tiene una importancia excepcional para las personas que viven en la remota base de investigación Concordia. Durante el verano antártico, el Sol brilla 24 horas al día. Sería perfecto para broncearse, si no fuera por la temperatura media, que apenas alcanza los -30 °C.
Asimismo, en invierno el Sol apenas asoma por encima del horizonte durante más de tres meses, y la tripulación estacionada en la base debe vivir con temperaturas exteriores de -80 °C y en total oscuridad.
En 2015, Adrianos Golemis, el médico que investigaba en ese momento en la base antártica con una beca de la ESA, fotografió el Sol a las 16:00 de cada lunes durante un año y explicó la técnica utilizada en esta entrada de blog.
Al mismo tiempo que Solar Orbiter viaja con destino al Sol para observarlo de cerca, el personal de Concordia se prepara para vivir sin su presencia y disfruta de los últimos rayos de luz mientras sea posible. Esta imagen muestra un halo que puede formarse cuando los cristales de hielo de la atmósfera refractan la luz.
La misión investigará cómo la intensa radiación y las partículas energéticas emitidas por el Sol y transportadas por el viento solar impactan con nuestro planeta para así comprender y predecir con mayor precisión los periodos de tormentas espaciales.
Aunque estas partículas son las responsables de las bellas auroras que aparecen los círculos polares ártico y antártico, las tormentas espaciales podrían ser catastróficas, ya que tendrían capacidad de interrumpir las redes eléctricas, perturbar el tráfico aéreo y las telecomunicaciones, y poner en peligro a los astronautas durante sus paseos espaciales, por ejemplo.
Comprender mejor cómo funciona nuestra estrella progenitora es clave para estar preparados para estos fenómenos en la Tierra.
Si quieres saber más sobre la vida y la ciencia en la base de investigación Concordia, situada en el domo C de la península Antártica, visita el blog Chronicles from Concordia.
13/02/2020 231
ESA www.esa.int