El contenido de calor del océano ha sido clave para la intensificación e impactos del huracán Helene

Cuando los expertos meteorólogos comenzaron a rastrear el sistema tropical que se estaba gestando cerca de la península de Yucatán a mediados de septiembre de 2024, ya había señales preocupantes en los datos de temperatura oceánica del Golfo de México y el Mar Caribe.

Temperatura media del agua del mar, TSM, para la zona de desarrollo e intensificación del huracán Helene, a fecha de 23 de septiembre de 2024, con su trayectoria entre el 21-26 de septiembre. NASA

Los datos sobre la temperatura de la superficie del mar y el contenido de calor del océano (ambos derivados de observaciones satelitales) mostraron una lengua de agua inusualmente cálida que se extendía hacia el norte desde el mar Caribe hacia el Golfo de México en dirección a la franja norte de Florida. Era una señal de que la Corriente del Lazo o en Bucle (una corriente variable que desvía agua del mar Caribe hacia el Golfo de México, alrededor de Florida y hacia la costa este de los EE. UU.) había liberado un remolino de agua cálida que permanecía incómodamente cerca de las costas estadounidenses.

Estas características pueden hacer que las tormentas tropicales y huracanes sean más peligrosas porque proporcionan una reserva de energía de la que pueden disponer los huracanes que pasan a medida que se acercan a tierra, explicó Scott Braun, meteorólogo investigador del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA. “Estos remolinos de núcleo cálido son una característica bastante persistente en el golfo y representan una capa profunda de agua cálida que es mucho menos probable que se vea alterada por la fuerte fuerza superficial de los vientos huracanados”, dijo.

Altas temperaturas del agua y valores elevados del contenido de calor oceánico el la trayectoria de Helene

El mapa de arriba muestra las temperaturas de la superficie del mar el 23 de septiembre, según los datos del proyecto Multiscale Ultrahigh Resolution Sea Surface Temperature (MUR SST), un esfuerzo del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA que combina mediciones de las temperaturas de la superficie del mar de múltiples satélites de la NASA, la NOAA e internacionales, así como observaciones de barcos y boyas. Las aguas superficiales por encima de los 27,8 ºC (82 ºF), la temperatura generalmente necesaria para sostener e intensificar los huracanes, están representadas en rojo en el mapa.

La lengua de agua cálida también es visible en los mapas de anomalías de la temperatura de la superficie del mar en el visor de datos State of the Ocean de la NASA.

La lengua de agua cálida observada en los mapas de anomalías de la temperatura de la superficie del mar. NASA

Un océano cálido no lo es todo cuando se trata de huracanes, pero es mucho”, señaló el investigador de huracanes de la Universidad de Miami Brian McNoldy mientras la tormenta tropical se intensificaba cerca de la península de Yucatán. No solo la temperatura del mar en gran parte de la trayectoria de la tormenta alcanzó los “calurosos” 31 °C, sino que el agua cálida era profunda, alimentando la tormenta con lo que McNoldy describió como “una fuente de combustible de alto octanaje”.

Contenido de calor oceánico para la zona donde se desarrolló Helene a fecha de 23 de septiembre de 2024. Imagen del blog de Brian McNoldy

Los impactos y efectos de Helene pudieron ser mayores

Pero el calor del océano es sólo uno de los varios factores que juntos controlan si un huracán se intensifica rápidamente o se debilita. En el caso de Helene, la presencia de una alta cizalladura vertical del viento, una franja de aire seco en un lado de la tormenta y que sólo una parte de la tormenta golpeó la parte más cálida del remolino probablemente ayudaron a limitar un poco la intensidad de Helene a medida que se acercaba a Florida. "Si la trayectoria hubiera ido directamente a lo largo del eje del remolino, la intensificación probablemente habría sido aún mayor", añadió Braun. La imagen de abajo, adquirida por el sensor VIIRS (Visible Infrared Imaging Radiometer Suite) en el satélite NOAA-20, muestra a Helene en la tarde del 25 de septiembre cuando la cizalladura del viento impidió que la tormenta desarrollara un ojo claro y se volviera simétrica.

Imagen del huracán Helene a fecha de 25 de septiembre de 2024. NASA



Sin embargo, Helene sufrió episodios de fortalecimiento que alcanzaron el umbral oficial de intensificación rápida (un aumento de los vientos máximos sostenidos de un ciclón tropical de al menos 30 nudos (55,6 km/h) durante un período de 24 horas) mientras se acercaba a Florida el 25 y 26 de septiembre, alimentando un gran huracán.

El 26 de septiembre, cuando Helene se acercaba a tierra, los meteorólogos del Centro Nacional de Huracanes esperaban que el huracán azotara la región Big Bend de Florida como una tormenta inusualmente expansiva, de categoría 3 o 4, que podría provocar marejadas ciclónicas "catastróficas" e inundaciones repentinas y urbanas "potencialmente mortales". Advirtieron que las marejadas ciclónicas de 3 a 6 (10 a 20 pies) podrían inundar algunas áreas y que era posible que se acumularan precipitaciones totales de entre 152 y 457 litros/m2. Dado que la tormenta se movía rápidamente, advirtieron que las ráfagas podrían causar daños significativos en el interior, incluidas partes del norte de Florida, Georgia y las Carolinas, después de que tocara tierra.


Las personas que analizan las temperaturas de la superficie del mar u otros aspectos de la tormenta tropical pueden hacerlo utilizando el navegador de datos del Estado del Océano de la NASA, el visor de datos casi en tiempo real

Imágenes de NASA Earth Observatory por Wanmei Liang, utilizando datos del proyecto Multiscale Ultrahigh Resolution (MUR), datos VIIRS de NASA EOSDIS LANCE, GIBS/Worldview y el Sistema de Satélites Polares Conjuntos (JPSS), y datos de trayectorias de tormentas del Centro Nacional de Huracanes de la NOAA. Texto de Adam Voiland.

Esta entrada se publicó en Noticias en 29 Sep 2024 por Francisco Martín León