Nuestro modelo actualiza y prevé un inicio de verano tórrido en España
Tras casi dos meses con una situación similar, la circulación en nuestra latitud vuelve a cambiar significativamente y se presentan varios escenarios que hasta ahora no habían aparecido. El más probable de ellos apunta a un final de primavera especialmente cálido.
En la últimas semana hemos continuado con una situación meteorológica muy diversa y cambiante, desencadenada por un mismo patrón atmosférico que lleva con nosotros desde marzo: un chorro polar débil y ondulado, sin ondas estacionarias, que ha impedido el asentamiento de vaguadas o dorsales persistentes en estas latitudes. Con esta situación, el tiempo cambiante y el movimiento constante de masas de aire lejos de su latitud de origen, cada vez en una región distinta, estaba garantizado. Sin embargo, esta situación parece tocar a su fin.
Hay indicios de que la circulación de latitudes medias va a empezar a trazar ondas cada vez mayores en longitud así como más estables y duraderas en el tiempo. Esto significa que seguirán desplazándose masas de aire fuera de su latitud de origen con cierta facilidad, pero no de una forma tan breve y caótica como hasta ahora. La formación de grandes dorsales y vaguadas prácticamente estacionarias facilitarán la aparición de escenarios sinópticos persistentes.
Concretamente, en la Península Ibérica, el escenario dominante estará sujeto a la posición de una gran dorsal que emergerá sobre el Mediterraneo occidental y que se extenderá sobre Europa. La estabilidad asociada a este escenario emergente ya está empezando a notarse y se hará evidente durante estos próximos días; predominarán los cielos poco nubosos y las temperaturas irán ascendiendo progresivamente. Sin embargo, lo más destacable de esta situación es que puede ser recurrente y mantenerse en el tiempo durante varias semanas, dejando temperaturas significativamente altas.
Las anomalías de temperatura afectarán a casi toda Europa
Con esta dorsal regenerándose al este peninsular, cabe esperar que buena parte del continente se vea afectado por un periodo relativamente cálido y estable. El modelo europeo, concordando también con el americano CFSv2, mantiene este escenario durante los meses de mayo, junio y julio. Si bien hay que tener en cuenta que estas predicciones probabilistas hay que saber interpretarlas y su fiabilidad a escala regional puede ser más o menos alta dependiendo del tamaño de los sistemas que entren en juego.
Durante el invierno, la presencia de una dorsal relativamente grande y estable fue muy sencilla de predecir y estos modelos fueron capaces de situarla con precisión prácticamente desde el final del otoño. Sin embargo, la circulación caótica que hemos tenido en primavera y los sistemas meteorológicos de menor tamaño involucrados en la situación que hemos tenido, han escapado a la mayor parte de las predicciones estacionales. En este caso, volvemos a hablar de una gran dorsal por lo que la probabilidad de "acierto" de estos modelos vuelve a aumentar, aún sin ser en ningún caso infalible.
Como apunte, cabe destacar que la Península Ibérica queda en casi todos los escenarios ligeramente al oeste de la dorsal principal, esto por un lado favorece el ascenso de masas de aire de procedencia subtropical, por lo que nos hace especialmente vulnerables a episodios de calor intensos durante el comienzo del verano. Por otra parte, también abre las puertas a posibles episodios de inestabilidad que al este de la dorsal no serían posibles; las precipitaciones, sin ser abundantes, es posible que aparezcan de forma ocasional y no se alejen demasiado de los valores normales.