El "General Invierno" y sus efectos en la guerra y la crisis energética
Nunca antes el tiempo había sido tan crucial para la estabilidad de la economía del viejo continente como este año, en horas bajas por la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. ¿Qué puede suceder en los próximos meses?
Hacemos un balance de cómo se comportará la inminente temporada de invierno y los impactos que podría tener en la grave crisis energética que atraviesa Europa, a raíz del conflicto en Ucrania.
Antes de comenzar, reiteramos que las predicciones estaciones (que no deben confundirse con las previsiones normales de corto plazo que tienen una vigencia de hasta 72 horas como máximo), o más bien "líneas de tendencia", son experimentales y presentan una alta incertidumbre, acentuada por las discrepancias entre los modelos de referencia.
¿Cómo será el invierno 2022-2023?
Según la última actualización de nuestro organismo de referencia, el ECMWF, la primera parte de la temporada de invierno podría verse afectada por una significativa anomalía de presión sobre el norte de Europa, en latitudes altas.
Esto daría como resultado una circulación atmosférica aún “meridiana”, con rápidos intercambios de calor entre los trópicos y el polo, y un flujo atlántico aún débil y muy ondulado. Generalmente, esta configuración de AO (Oscilación Ártica) y NAO negativas (Oscilación del Atlántico Norte), favorecería por un lado la formación de grandes "bloqueos" de meridianos anticiclónicos, tanto en el Atlántico como en Europa.
Por otro lado, la presencia de un anticiclón robusto sobre el norte de Europa facilitaría un frente polar de latitudes más bajas, hasta el Mediterráneo, con el consiguiente desarrollo de perturbaciones y sistemas frontales sobre la Europa mediterránea.
Desde el punto de vista térmico, no parecen detectarse anomalías importantes, respecto a la media climatológica. Sin embargo, es evidente que la persistencia de una anomalía de presión positiva sobre el norte de Europa podría facilitar los descuelgues de aire frío de origen marítimo polar hasta nuestras regiones, con las consiguientes anomalías térmicas negativas que podrían hacerse más significativas, en caso de persistencia de dicho patrón durante buena parte de la temporada invernal.
¿Qué consecuencias tendría un invierno frío en el consumo de energía?
Nunca antes el clima había sido tan crucial para la estabilidad de la economía del viejo continente como este año, ya debilitado por la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. Lo que se teme es que 2022/2023 pueda ser un invierno más frío de lo normal en la mayoría de los países europeos, a diferencia de los inviernos muy suaves de los últimos años.
Es evidente que el frío y la nieve van acompañados de un aumento del consumo energético con el consiguiente incremento de costes. Aunque la mayor parte del almacenamiento ha alcanzado porcentajes superiores al 90%, en caso de temperaturas muy por debajo de la media, especialmente en los países más poblados, como Alemania, Francia e Italia, el riesgo de enfrentarse a la escasez de gas sería muy alto.
Por ello, la UE se ha fijado el objetivo de reducir un 15% el consumo energético de cada estado, al menos hasta marzo de 2023 y de forma voluntaria. Por otra parte, la reducción pasaría a ser obligatoria en caso de que la situación energética empeorase, hasta el punto de activar el estado de alarma a nivel europeo.
¿Qué pasará en Ucrania con la llegada del invierno?
Por ahora, el tiempo en las zonas de conflicto sigue siendo suave, con ligeras anomalías positivas. Sin embargo, está muy cerca de la llegada del invierno. En este caso, el descenso de las temperaturas supondría un grave peligro para todos aquellos civiles que viven en las ciudades y pueblos de la línea del frente, afectados por los combates abiertos entre la artillería de los ejércitos ucraniano y ruso.
El principal problema sería la falta total de energía eléctrica que expondría directamente a la población al frío del invierno. Además, la presencia de nieve y hielo podría aumentar el riesgo de traumatismo, en particular debido a caídas, tras una exposición persistente a bajas temperaturas, lo que provocaría hipotermia. Los efectos directos de las bajas temperaturas sobre la salud también pueden conducir a un agravamiento de enfermedades crónicas cardiovasculares y respiratorias preexistentes.
En el campo de batalla, sin embargo, tan pronto como lleguen el frío intenso y las primeras nevadas en el área de Donbas, podríamos asistir a una pausa temporal del conflicto. El regreso de la nieve al suelo puede beneficiar a quienes se defienden y conocen el terreno, mientras que para las grandes columnas de vehículos y las unidades blindadas pesadas rusas la nieve y el suelo helado, especialmente en el campo, entre los bosques sin límites de Ucrania, podría representar un escollo de no poca importancia, teniendo en cuenta la inmensidad del territorio ucraniano.
Pero la nueva estrategia del ejército ruso, con el bombardeo de las principales infraestructuras energéticas de Ucrania, podría poner en dificultades a la red de abastecimiento de las tropas ucranianas, tras los continuos apagones que también podrían provocar cortes en las comunicaciones en las zonas afectadas por los violentos lucha.