Las temidas ventiscas negras
Las tormentas de polvo y arena afectan a muchos muchos millones de personas en todo el mundo. Recordaremos unas muy destacadas que tuvieron lugar en EEUU durante los años 30 del siglo XX, provocando lo que bautizaron como ventiscas negras.
La población situada en áreas desérticas o zonas próximas, sufre periódicamente el azote de las tempestades de polvo y arena, algunas de las cuáles alcanzan enormes dimensiones y tienen un gran impacto, tanto en las personas como en todo aquello expuesto a ellas. Uno de los episodios más destacados que hay documentados tuvo lugar en EEUU en los años 30 del siglo pasado. Se trata del Dust Bowl, que podemos traducir como el cuenco o la cuenca de polvo.
Se trata de uno de los desastres ecológicos de mayor magnitud del siglo XX, que afectó de lleno a las Grandes Llanuras de los EEUU en los años 30. En realidad, el Dust Bowl no fue un único episodio meteorológico, sino la suma de una larga serie de gigantescas tormentas de polvo que, a lo largo de casi una década, castigaron sin piedad a los granjeros estadounidenses de los estados sureños. Las fotografías de la época muestran unas escenas dantescas, con enormes y oscuros murallones de polvo avanzando sobre el terreno y engullendo todo a su paso. El cielo se oscurecía por completo con la llegada de las “ventiscas negras”, que es el nombre con el que fueron bautizadas esas terribles tormentas de polvo.
Este fenómeno tan extraordinario tuvo su origen en una sequía muy severa que se prolongó durante ocho años –entre 1931 y 1939– y que afectó de lleno a toda la franja central de EEUU, desde el Golfo de México en el sur, hasta la frontera canadiense, en el norte. La falta de lluvias secó y agrietó mucho los suelos, y en ellos se fueron acumulando grandes cantidades de polvo que, arrastrado por los vientos generados por las violentas tormentas que todos los años afectan a las Grandes Llanuras, formaba cada cierto tiempo oscuras nubes de polvo que convertían el día en noche cerrada. Hasta los gallos se iban a dormir, tal y como cuentan algunos relatos.
En esos ocho años están documentadas algo más de trescientas tormentas de polvo, responsables de las citadas ventiscas negras. En 1932 hubo 14, cantidad que se vio incrementada notablemente los años siguientes. En 1933 fueron ya 38, pero el pico se alcanzó durante los años 1936 y 37, con 68 y 72 tormentas respectivamente. En 1934 fue cuando las tormentas se extendieron por más sitios, afectando, en mayor o menor medida, al 75% del territorio estadounidense. Aquel año tuvo lugar la sequía más severa de la que se tiene noticia en EEUU; en el mes de mayo una gigantesca tormenta se abatió sobre Washington, en la costa este, a más de 2.000 kilómetros de distancia de las Grandes Llanuras, que hasta esa fecha habían sido más castigadas por las ventiscas negras. En algunas zonas se llegó a acumular una capa de polvo de 6 metros de altura, llegando a depositarse en barcos que navegaban mar adentro en el Atlántico, a 500 kilómetros de la costa.
En las Grandes Llanuras la feroz sequía convirtió cuarenta millones de hectáreas en terreno baldío. La región más afectada por las ventiscas negras ocupó la mitad de esa inmensa superficie, y fueron amplias extensiones de los estados de Oklahoma, Texas, Kansas, Colorado y Nuevo México.
Según una estimación realizada en 1935, sólo en los tres primeros años de Dust Bowl las tormentas habrían removido 850 millones de toneladas de cubierta vegetal, lo que supone más de una tonelada –de polvo básicamente– por hectárea. Las cosechas se echaron a perder y se inició una de las mayores migraciones de la historia en EEUU; tres millones de granjeros decidieron abandonar sus tierras, desplazándose principalmente hacia el oeste. El Dust Bowl, además, agravó sobremanera la maltrecha economía estadounidense, que ya estaba muy tocada como consecuencia de la Gran Depresión que siguió al crack del 29.