Tormenta y rayo de calor, ¿mito o realidad?
Muchas personas piensan que el calor opresivo puede generar rayos o que el relámpago se desarrolla de forma natural en los días muy calurosos. Por eso cuando se observan, en muchos casos, reciben el nombre de tormenta o rayo de calor.
En muchas ocasiones, en días de altas temperaturas y calor, se generan nubes de desarrollo vertical que desembocan en tormentas. A ellas se les llama, popularmente, "tormentas de calor". Otras veces en días de sofoco térmico, cuando una tormenta ocurre a una distancia significativa, el observador sólo es capaz de ver el resplandor sin oír el trueno ni ver la nube. Según el folklore popular, se habría producido un rayo de calor. Vamos, porque "hay mucho calor en el ambiente".
Las tormentas y rayos de calor no existen, técnicamente
Viene a la cabeza que la tormenta de calor se genera por las temperaturas tan altas que el observador percibe. Si el origen de la tormenta de calor fuera sólo eso, el calor, en zonas del sur y sureste de España habría tormentas todos los días en pleno verano. Y no digamos en el Sáhara, pero no es así. Las tormentas (rayos) de calor no tienen sentido meteorológico.
Para que se desarrolle un rayo o una descarga eléctrica en una nube, ésta debe tener cierto grado de desarrollo vertical donde coexistan fases sólidas del agua (hielo blando, duro, cristalitos de hielo o granizo) que choquen entre sí, generen cargas eléctricas y éstas se separen por la gravedad, corrientes ascendentes y descendentes, para al final generar el rayo. Pero antes, para que se forme la nube tormentosa debe haber: inestabilidad, humedad y un mecanismo de disparo. Aquí no aparece como ingrediente el calor.
El calor, como sinónimo de altas temperaturas sentidas por el observador, puede ayudar al desarrollo de las tormentas. Éste contribuye positivamente a la inestabilidad pero forma parte de un problema tridimensional donde, por ejemplo, es necesario que existan temperaturas frías en niveles altos.
Si se dan temperaturas frías en las capas altas de la troposfera y calor en las bajas, hay fundamentos para la inestabilidad. Pero además, deben coexistir dos ingredientes más: la humedad y un mecanismo de disparo de la tormenta. Ya ven que con todo esto el calor es un ingrediente muy, muy secundario en el desarrollo de las nubes tormentosas, y que su única existencia NO garantiza la presencia de rayos o descargas.
Rayos de calor
Otro supuesto, y mal llamado, rayo de calor es sólo una descarga que se ve lumínicamente pero ni se oye ni se ve la nube que lo generó. El lenguaje popular dice que el rayo se generó por el calor, el percibido o el que existe en el lugar de origen. Un rayo se puede ver (relámpago), pero a veces no se oye (trueno), y puede ser por diferentes motivos:
- Que esté muy lejos, digamos a más de 15 km, y las ondas sonoras se amortigüen en la distancia.
- Que existan muchos obstáculos para la propagación del trueno sonoro desde donde se originó hasta donde esté el observador, como montañas, bosques, etc.
- Que las condiciones atmosféricas sean tales que reflejen las ondas sonoras lejos de donde está el observador, aún estando cerca del rayo. De hecho la distribución de temperaturas calientes y frías alrededor de una tormenta hace que las ondas sonoras se doblen o refracten hacia arriba en el cielo en lugar de hacia el suelo donde un observador puede estar escuchando. A veces la distribución de la temperatura es tan grande que cualquier sonido que se genera de una tormenta pasa demasiado arriba en el cielo para ser escuchado por el oído humano.
En resumen, las tormentas o rayos de calor no existen técnicamente, pertenecen al folklore y jerga popular, que el personal técnico y buen aficionado a la meteorología deberían evitar. Otra cosa son las tormentas secas, pero ya son otro tema.