Tillandsias: las medusas del aire
¿Exceso de humedad en tu habitación? Una solución natural a este problema sería la de convivir con unas “medusas” muy especiales. Se alimentan al absorber esta humedad, apenas requieren de tu atención y, además, aportan ese toque verde que necesita tu entorno.
Picos de calor durante la jornada, que en el interior peninsular son intensos por la sequedad del ambiente y en las costas sofocantes debido a la elevada humedad: la dinámica habitual de la época estival en la que nos encontramos que hace que nuestro día a día pueda ser realmente duro.
Plantas aéreas con capacidad deshumidificadora
Cuando hablamos de humedad y, especialmente, la de nuestros hogares, nos vienen a la mente los principales indicios de su presencia: moho en las paredes, las ventanas y las objetos personales; un olor denso y la piel cargada de humedad. Condiciones bastante incómodas que pueden generarnos problemas en nuestras casas y en nuestra salud, y que hacen que tomemos medidas de limpieza extra y utilicemos diferentes recursos que nos permitan combatir y mejorar la situación.
Uno de estos recursos -naturales, por supuesto- son las Tillandsias. Más conocidas como las medusas del aire o los claveles de aire, son plantas aéreas que sobreviven -únicamente- tomando los nutrientes y la humedad del aire mismo a través de sus hojas. Se caracterizan por no necesitar estar plantados en una maceta con tierra, sino que pueden ubicarse en la madera, en una piedra o en un bol de cristal; no necesitan el contacto directo constante con la luz solar y suelen estar colgadas del techo o de la pared del interior de una casa.
Condiciones climáticas idóneas
Esta es la teoría, pero la realidad es que, además de estar ubicados en ambientes con una gran carga de humedad (bien por estar en un clima costero y húmedo o bien por habitar en un espacio cerrado con unos niveles altos de humedad ambiental), las medusas del aire necesitan una humedad ambiental relativa alta, de -al menos- el 65%; y, además, ciertas pulverizaciones de agua de forma externa. Este “alimento” extra se producirá, al menos, dos veces por semana durante el verano y dos por mes durante el invierno, pues esto ayudará a la planta a mantenerse hidratada y nutrida. Nunca excediéndose, pues se puede ahogar o pudrir la planta.
Su entorno ideal son los interiores, evitando el contacto directo con el Sol- ya que se ha demostrado que la luz artificial también las beneficia-; pero lo cierto es que también pueden ubicarse en el exterior, como en un patio o terraza, pues un contacto indirecto también las permite un desarrollo y un crecimiento saludable. Eso sí, evitando siempre que esta exposición solar pueda llegar a quemar sus hojas.
Por ello, se ha llegado a la conclusión de que la combinación perfecta sería la de ubicarla en una habitación con una elevada carga de humedad relativa, próxima a una ventana para que el aire pueda ventilar a la planta y evitar que la humedad se quede dentro de ella, y, además, mejorar la captación de nutrientes. Debe tener cierto contacto con la luz solar y la artificial de la habitación y una temperatura ambiental de unos 27º C diurnos y 17º C nocturnos, y nunca sobrepasando los umbrales de 35º C y 10º C.