¿Qué tal nos sienta el invierno?
El invierno se caracteriza por ser una estación con días más cortos, noches más largas y temperaturas más bajas, pero ¿sabías que ocurren multitud de curiosidades científicas que, posiblemente, no sabías?
Llegó una de las estaciones más bonitas y, a la vez, favoritas por muchos. La temporada por excelencia de las celebraciones navideñas, de practicar deportes de nieve -como el esquí o snow- y de abrigarse bajo la manta con un chocolate caliente. La estación, por tanto, más fría del año que aúna diferentes curiosidades que posiblemente desconocías.
En invierno se abrigan hasta los árboles
Si hay algo que caracteriza enormemente al invierno es la bajada de las temperaturas. Un descenso térmico tal que, aunque durante el día no haya habido nubes y la superficie haya absorbido una gran parte de la radiación solar, al caer la noche, ese calor acumulado se escape y experimentemos las noches más frías del año. ¿Y qué tiene que ver que haya o no nubes para que sean las noches heladoras? Pues que las nubes actúan como barrera o capa térmica, haciendo un efecto tapón y manteniendo ese calor durante la noche, evitando así que se escape y, por consiguiente, se produzcan esas heladas tan características.
Junto a la bajada de temperaturas, la precipitación en forma de nieve es otro de los clásicos, pero en esta ocasión, el hecho de nevar no significa que necesariamente haga muchísimo más frío. Todo lo contrario, algunos expertos sostienen que cuando nieva puede llegar a hacer incluso menos frío, ya que los copos de nieve -formados por cristales de hielo- atrapan vapor de agua a medida que caen de la nube y lo van convirtiendo en hielo. Un proceso conocido como “sublimación inversa”, en el que se pasa del estado gaseoso (el vapor de agua) al sólido (los cristales de hielo) y donde se libera calor. Provocando, por tanto, que cuando nieva haga “menos” frío.
Como mecanismo de defensa ante temperaturas tan heladoras, los árboles han desarrollo diferentes métodos que evitan su congelación, como la segregación de “anticongelantes químicos”, el desarrollo de vellosidades que funcionan como cámaras de calor o el “pintado” que hacen a las hojas de un color verde más oscuro para poder absorber más los rayos del sol y mantener así cierto calor. Los insectos, por su parte, mueren durante el inverno salvo algunos que sobreviven en forma de larvas, mientras que los animales, como los osos, practican la hibernación con el objetivo de conservar su energía durante el invierno y así adaptarse a tales condiciones climáticas.
¿Cómo le sienta al ser humano el invierno?
El ser humano, en cambio, es mucho más complejo y, con el descenso de la radiación solar y las horas de luz, su salud mental se ve resentida. Es el llamado “trastorno afectivo estacional” y a él se le atribuyen sentimientos de depresión, de aislamiento social, pues tendemos a quedarnos más tiempo en casa; y de somnolencia repetida, al haber menos luz solar y oscurecer antes, dormimos más. Por no mencionar la falta de vitamina D que se produce en nuestro cuerpo, la cual es tan importante para la salud ósea, cardiovascular y el sistema inmunitario.
El frío, además -y aunque suene curioso-, nos hace orinar más veces al día. Diversos expertos sostienen que al bajar la temperatura ambiental y, por consiguiente, la sudoración de nuestro cuerpo, éste reacciona y elimina los líquidos excedentes por medio de la producción de orina. En el ámbito más íntimo, por el contrario, se experimenta un menor deseo sexual, ya que la producción de hormonas de la testosterona disminuye durante los meses del invierno, pese a que -paradójicamente- es en esta época del año cuando más embarazos se conciben.
¿Por qué hay más gente acatarrada en invierno?
Algo que posiblemente te sorprenda es que, por el simple hecho de que bajen las temperaturas, no existe una relación directa con los resfriados o constipados del invierno, pues sin virus presentes en nuestro cuerpo no hay resfriado. Por poner un ejemplo rápido: si estás en la calle desnudo o con poca ropa y no posees en tu organismo ningún agente infeccioso (un virus), no cogerás un resfriado -como mucho, una importante hipotermia-.
Nos pasamos toda la estación en espacios cerrados, con la calefacción puesta, el aire cargado y sin ventilar, lo que genera un ambiente propicio para la propagación y el contagio de los virus. ¿Y qué pasa si, además, eres delgado? Pues que experimentarás más frío que una persona con mayor grasa corporal, la cual actúa como capa calorífica que aísla y protege de la pérdida de calor.