Los secretos de los cúmulos
Con su base entre los 800 y los 1.000 metros de altura, los hay de buen y mal tiempo y solo los más desarrollados son capaces de producir precipitaciones, ¿qué nos pueden adelantar del tiempo estas nubes?
En los anteriores artículos sobre las nubes hemos descrito a las altas, a las medias y a una parte de las bajas. En este artículo continuamos con las nubes bajas, y describiré a las del género cúmulos.
Su abreviatura meteorológica es CU. Su base, relativamente oscura, se encuentra a una altitud de 800 a 1.000 metros. Por el contrario, las partes más altas son de un blanco brillante, más cuanto más alta es la nube y que en ocasiones alcanza el piso nuboso inmediatamente superior.
Son nubes separadas, generalmente con un aspecto denso, con contornos bien definidos y con mayor desarrollo vertical que horizontal, aunque muy variable, que irá desde los pequeños cúmulos de buen tiempo, hasta los de gran desarrollo vertical, con forma de coliflor, que son los precursores de los cumulonimbos o "nubes de tormenta".
Cúmulos de buen tiempo
Es la forma más típica de estas nubes, son de evolución diurna y normalmente con poco desarrollo vertical. Nacen a primeras horas de la mañana en días claros y encalmados, y se les ve a todos que se hallan a la misma altura sobre el suelo, aunque por efecto de la perspectiva pueden aparecer desigualmente elevados sobre el horizonte.
Pronto, empiezan a desarrollarse cada uno por separado, conservando su base rectilínea y horizontal, mientras que por la parte superior se desarrollan cumbres redondeadas, como de espuma espesa y sus bordes se recortan limpiamente sobre el azul del cielo. Cuando el Sol los ilumina de frente, su superficie se destaca nítida en blanco con sombras muy contrastadas, dando la sensación de un cuerpo sólido y cuando el sol los alumbra a contraluz, aparecen oscuros con los bordes ribeteados de un magnífico festón blanco deslumbrante.
A medida que transcurren las horas van creciendo rápidamente de tamaño y a mediodía pueden llegar a ocupar buena parte del cielo, aunque rara vez son capaces de cubrirlo por entero. Después, cuando el Sol va descendiendo, empiezan a aplastarse y a extenderse en sentido horizontal, dando lugar a estratocúmulos, que se van adelgazando hasta desvanecerse poco después de la puesta del Sol.
Una forma de reconocer este tipo de cúmulos de buen tiempo es que se trata de una nube diurna, es decir, que solamente puede existir de día, y además es local, es decir, que no atraviesa el cielo, sino que nace, evoluciona y muere en el mismo lugar; no quiere esto decir que no pueda estar dotado de pequeños movimientos.
Cúmulos de mal tiempo
Estas nubes se las distingue claramente de las anteriores, tanto por su forma como por sus movimientos. La base horizontal es mucho menos regular. Suelen ser grises, con una sombra oscura y los bordes, cuando están limpiamente recortados, dibujan configuraciones muy accidentadas, aunque por lo habitual, son bastante difusos y mal definidos.
Son nubes que vienen formadas de otros lugares, cruzan el cielo y desaparecen por otro punto. Sus movimientos pueden ser rápidos; se transforman continuamente de modo visible. Además, casi nunca se proyectan sobre el cielo azul, sino sobre un fondo gris de altostratos o bien sobre un revoltijo de fragmentos nubosos a distintas alturas.
Cualquiera de los dos tipos de cúmulos en su interior tienen gotitas de agua, aunque los más altos suelen tener también cristalitos de hielo. No dan precipitaciones excepto los que tienen un desarrollo vertical bastante acusado, que serán en forma de chubasco breve, pero intenso.