Los fuertes vientos también afectan a nuestros vuelos
Además de una pista húmeda, helada o con nieblas, las fuertes rachas de viento afectan a los despegues y aterrizajes de cualquier aeronave, provocando abruptos cambios en su velocidad y dirección, una pérdida de estabilidad e incluso un contacto inadecuado y peligroso con el terreno.
Emma, Félix, Gisele… ¿qué tienen en común todas estas profundas borrascas que nos han venido afectando durante las últimas semanas? Intensas precipitaciones, copiosas nevadas y fuertes vientos, exacto. Componentes meteorológicos que han azotado a nuestro país de manera persistente. Generando graves inundaciones, colapsando algunas carreteras por la nieve y hasta formando pequeños tornados en puntos costeros.
El viento es uno de los parámetros meteorológicos que más problemas ha generado en nuestra península en los últimos días. Los avisos amarillos y naranjas por fuertes rachas de viento se han venido activando, de manera continuada, en prácticamente todas las provincias. Sus principales consecuencias se han registrado en zonas próximas al litoral y puntos altos de nuestros sistemas montañosos. Por ejemplo en Fisterra (A Coruña), durante el paso de Gisele y de forma muy puntual, se han alcanzado rachas máximas de casi 140 km/h.
El viento cruzado puede ser muy peligroso durante los despegues y aterrizajes
Pero, ¿alguna vez te has planteado cómo afecta el viento en la aeronáutica? Este factor es considerado el más influyente dentro de la operación de vuelo, especialmente en bajas altitudes durante las maniobras de despegue o aterrizaje. Una variación de éste en su dirección o intensidad puede provocar la pérdida de sustentación y seguridad del vuelo.
Para que un despegue o aterrizaje se haga de forma segura, lo ideal es que el viento esté en calma, con viento de cara o con una debilísima intensidad de cola. Mientras que los vientos cruzados o con cierta intensidad de cola pueden limitar las maniobras y resultar peligrosos, ya que pueden desplazar de costado a la aeronave y generar una inestabilidad y pérdida de control.
Uno de los componentes de viento que más riesgo suponen dentro de las maniobras de despegue o aterrizaje es el llamado viento cruzado, el cual es perpendicular a la pista y afecta directamente a la dirección de la aeronave. Durante estas maniobras, los vientos cruzados pueden presentarse en forma de rachas, ráfagas o cizalladuras. Pudiendo generar cambios bruscos y repentinos, exceso en los márgenes de seguridad de velocidad y una alteración en la capacidad del avión para acelerar y ascender o reducir y descender. Siendo, por ello, más peligrosos cuanto más cerca del suelo se produzcan.
Un reciente ejemplo lo encontramos en un vuelo procedente de Madrid, con dirección al aeropuerto de Alvedro (A Coruña). En la mañana de ayer, tuvo que ser desviado a Lavacolla (Santiago de Compostela) debido a que las fuertes rachas de viento que estaba generando Gisele en ese momento imposibilitaron su aproximación para el aterrizaje.
Un plan de vuelo es primordial
Antes de que una aeronave surque los cielos debe de establecerse un plan de vuelo. La hoja de ruta en la que se analiza y estudia toda la información meteorológica que afecta al trayecto de ese día, entre otros datos. Incluyendo mapas significativos aeronáuticos, METAR, TAF y demás informaciones aeroportuarias de interés que permitan, por ende, la máxima seguridad de la tripulación y los pasajeros durante todo su recorrido.
El contacto directo por radio con la torre de control correspondiente también es fundamental, pues es la encargada de transmitir la información meteorológica del aeropuerto en su momento actual. Además de indicar las instrucciones pertinentes para realizar maniobras de despegue y aterrizaje seguro dentro de las pistas y espacio aéreo del aeropuerto, entre otras funciones.