Las precipitaciones inexplicables de Charles H. Fort
Precipitaciones de objetos, animales y plantas alejadas de toda lógica científica siempre han llamado la atención de la gente. Basta con pensar en los grandes bloques de hielo caídos de los cielos despejados años atrás en España.
Charles Hoy Fort (Albany, 6 de agosto de 1874 – Bronx, 3 de mayo de 1932) fue un escritor e investigador de hechos inexplicables que dedicó parte de su trabajo a poner de manifiesto la presencia de precipitaciones fuera de toda lógica de su tiempo.
Desde pequeño, y aparentemente por razones familiares, Fort desarrolló un intenso sentido de la independencia. En su juventud, como reconocido amante de la naturaleza, recogía y coleccionaba conchas del mar, minerales y pájaros. Curioso e inteligente, el chico no sobresalió en la escuela, aunque era bastante ingenioso y lleno de conocimiento sobre el mundo que lo rodeaba. Con tan solo 18 años empezó a viajar a través de los Estados Unidos, Escocia e Inglaterra, hasta que finalmente cayó enfermo en Sudáfrica; con 25 años escribió su autobiografía.
Se casó con Ana Filing y la pareja se desplazó a Londres. En aquel entonces, su éxito como escritor de historias cortas era intermitente, entre períodos de terrible pobreza y depresión. Fort y Ana vivieron allí entre 1924 y 1926, tiempo que fue aprovechado por Charles para leer cuidadosamente los archivos del Museo Británico. Poco después, sus libros y escritos ganaron rápidamente popularidad.
Siempre trató de poner de manifiesto la existencia de hechos que no obedecían a los patrones reglados por las fórmulas o explicaciones de la ciencia de sus días. Fort escribió varios libros sobre temas muy atrayentes y fueron vendidos con gran celeridad, y leídos con avidez. Durante años se dedicó obstinadamente a reunir miles de datos donde da cuenta de extrañas lluvias caídas en distintos sitios del planeta.
Consiguió reunir más de 60 mil notas -todas extraídas de revistas y diarios muy renombrados- que informaban sobre esas raras lluvias. En el archivo de Fort hay comprobadas lluvias de peces sobre Londres, de ranas, con gotas rojas, negras y amarillas o la caída de enormes bloques de hielo, algunos del tamaño de un elefante.
Animales venidos del cielo
En agosto de 1894, miles de medusas, grandes como un chelín, fueron señaladas sobre la ciudad de Bath, en Inglaterra. En el mismo momento no lejos de ahí, en Wigan, cayó una lluvia de pequeñas ranitas.
Tampoco hubo explicación para la lluvia conjunta de sapos y ranas el 30 de junio de 1892. La explicación de trombas que succionan los animales y los depositan a la distancia dejan sin responder cientos de preguntas, siendo la más evidente la relativa a la ”selectividad” de los tornados, que parecen elegir sapos y no ranas, o al revés y, casi nunca ningún otro tipo de animal. Además, ¿de qué manera los anfibios transportados por el viento son depositados en las nubes, y desde allí, redistribuidos por la lluvia?
Lluvia de colores
El 27 de febrero de 1877 en Penchloch, Alemania, cayó una espesa lluvia amarilla, color oro, cuya materia tenía 3 formas distintas: se asemejaban a una flecha, un grano de café y un disco. No se encontraron trazas de polen y la sustancia despedía un fuerte olor animal. El análisis químico reveló la presencia de nitrógeno y amoníaco. Charles Fort en su obra “El libro de los condenados” al hablar de esta lluvia dice: “tal vez fueran símbolos jeroglíficos de alguien que intentaba decirnos algo".
El 14 de febrero de 1870 cayó en Génova, Italia, según el profesor Beccardo, director del instituto Genovés de Física, citado por Fort, una sustancia amarilla que cubrió las calles, al punto de que era difícil caminar. Según se estimó, la cantidad de esta materia amarilla que cubrió Génova era de aproximadamente 100 mil toneladas.
Objetos extraños
No sólo caen -según Fort– diversas lluvias coloreadas desde el cielo. En ciertos momentos de la historia, y en los más variados lugares, se produjo la precipitación de sustancias realmente increíbles. “El 13 de agosto de 1819 en la ciudad de Amherst, en Massachusetts, un objeto misterioso, recubierto de una pelusilla como la que se encuentra en la fábrica de paños, se abatió contra el suelo. Separada la pelusa apareció una sustancia pulposa de color amarillento que despidiendo un olor muy nauseabundo, se volvió de color rojo vivo por el simple contacto con el aire".
Granizos descomunales
En el año 1800, en Seringapatam, en la India, se registraron (según la revista Nature del 1° de noviembre, anota Fort) una sucesión de lluvias de granizo. Durante una de ellas se encontraron dos piezas de hielo que tenían el tamaño de un elefante pequeño. Ese mismo año, informes del Instituto Smithsoniano revelan que en los EE.UU cayeron piedras de hielo de 2 y 3 kg. de peso.