Las avalanchas: características y formación
En el 'Día Mundial de la Nieve' hablamos de la peor faceta de este meteoro: las avalanchas. En las últimas semanas los aludes han causado numerosos daños materiales y personales en algunos países europeos.
Una avalancha, o alud, es un desprendimiento violento y estrepitoso de una masa o capa de nieve, que se produce de forma repentina. Puede llevar incorporado sustrato y materiales tanto del suelo firme como de la vegetación de la ladera afectada. Por lo general, las avalanchas se producen cuando las distintas capas de nieve no son homogéneas, cosa que facilita que una capa se desplace o deslice sobre otra.
Por lo general, se producen siempre a consecuencia de algún factor desencadenante, entre los que podemos destacar: orografía, viento, lluvia, cambios de temperatura, estado de la nieve, la forma y rugosidad del terreno, la vegetación existente y el propio ser humano. Así mismo, la mayor o menor gravedad del suceso estará muy relacionada con la inclinación de la ladera, la superficie desprendida y la velocidad alcanzada en su descenso. En cuanto a su clasificación, por lo general, se suelen diferenciar en 3 tipos.
1. Avalanchas de nieve reciente
Se suelen producir después de episodios de nevadas muy intensas y persistentes, que acumulan muchos centímetros de nieve nueva. Todo ello provoca que las partículas de los cristales de nieve, recién precipitada, no hayan tenido el suficiente espacio de tiempo para poderse cohesionar de forma contundente y clara. Así nos encontramos con una capa de nieve bastante inestable dentro del manto.
2. Avalanchas de placa
Se producen debido al deslizamiento de una capa relativamente compacta y densa del manto de nieve sobre otra de una antigüedad superior, la cual actúa como si fuese una rampa, debido a la nula cohesión entre ambas capas. Se suelen producir debido a sobrecargas (nevadas, paso de una persona, caída de cornisas) y especialmente en pendientes comprendidas entre los 25º y los 45º.
3. Avalanchas de fusión
Son las avalanchas típicas de la época primaveral y se trata del desplazamiento de masas de nieve húmeda sin cohesión, pudiendo ser desde pequeñas coladas de escasa importancia y muy localizadas, hasta avalanchas o aludes de grandes dimensiones. Se producen a causa del ascenso de las temperaturas que se produce progresivamente durante la primavera, ya que al superarse los 0ºC, la primera capa del manto nivoso comienza a fundirse, lo que provoca la inundación de las capas inferiores, volviéndose mucho más inestables y desprendiéndose a la mínima sobrecarga. Cabe destacar que si el agua consigue llegar hasta las capas más bajas y profundas del manto nivoso, se puede producir una película deslizante entre el terreno y dicho manto, causando una avalancha de fondo, en la cual todo el manto al completo puede llegar a deslizarse ladera hacia abajo.
Por último, solo queda pedir prudencia y precaución a las personas que visitan las zonas de alta montaña en estas fechas de grandes acumulaciones de nieve. Tal y como se ha citado al comienzo del presente artículo, podemos poner como ejemplo la reciente avalancha que en la región de Vorarlberg, en el oeste de Austria, causó la muerte de cuatro esquiadores de nacionalidad alemana.