La magia de los microclimas
La Península Ibérica se caracteriza por la variedad climática y, dentro de ella, existen pequeños espacios naturales y/o antrópicos que poseen unas peculiares características climáticas, son los llamados microclimas. ¿Cuántos conoces?
Parece que la llegada del frío, la lluvia y la nieve no le ha sentado bien a más de uno, y muchos -con el puente de los Santos en la puerta- se están planteando si existe algún microclima en nuestro país que tenga, para estos días, una situación atmosférica agradable. Pero, un momento, ¿sabes lo que son los microclimas? Exacto, son pequeños espacios que poseen diferentes condiciones climáticas respecto al entorno en los que se encuentran, debido principalmente a que inciden multitud de variables atmosféricas -temperatura, humedad…- y geográficas -altitud, latitud, topografía…- que hacen que, a escala local, el clima sea completamente distinto al que debería.
¿Qué microclimas tenemos en España?
Uno de los -muchísimos- microclimas más característicos de nuestro país se encuentra en Vigo, popularmente conocido como “Galifornia”, un rinconcito gallego que goza de cielos despejados y unas temperaturas muy suaves a diferencia del resto de la comunidad, la cual -por cierto- está catalogada como una de las más lluviosas de la península. ¿La posible razón? La influencia de corrientes del sur en este microclima vigués.
Pero no todo se queda en Vigo, pues en Galicia existe otro punto igual de característico, y es que, en Ourense, cuando se anuncian vientos del este en verano es mejor ponerse a cubierto, ya que las temperaturas máximas que pueden llegar a alcanzarse son bastante altas debido a su ubicación geográfica -en un valle- y al efecto de isla de calor que se genera en consecuencia en la ciudad -y estos son considerados, a su vez, como microclimas antropogénicos-.
Además de Galicia, tenemos otros dos puntos microclimáticos de referencia bastante singulares. El Valle del Jerte, en Extremadura, al estar encajonado entre dos sierras y, por consiguiente, resguardado del viento, destaca por sus inviernos no tan fríos y sus veranos templados. Y, por otro lado, el Delta del Ebro, en el cual no hay -por lo general- ni heladas ni inviernos extremadamente fríos y los veranos son -normalmente- húmedos y con viento del norte -lo que favorece, por cierto, que haya tanta vegetación-.
Aunque si hablamos de curiosos espacios microclimáticos en nuestro país, las maravillosas Islas Canarias se llevan la palma. Lo más característico es la diferencia que existe entre el norte y el sur de cada isla, donde en el norte abundan siempre las nubes y las temperaturas descienden considerablemente, y en el sur disfrutan de un magnífico sol y una temperatura media de 22-23º C.
Esto ocurre por un fenómeno meteorológico localmente conocido como “panza de burro”, y que consiste en una capa de nubes de baja altura que son empujadas y acumuladas en las laderas de las montañas debido, principalmente, a la acción de los vientos Alisios que soplan desde el noreste, lo que hace que actúen como manto protector contra el elevado calor. Lo curioso: que por encima de una cota de 1.500 metros de altitud -aproximadamente- se aprecia perfectamente como un mar de nubes o un manto enorme que tapa toda la superficie; mientras que, por debajo de la cota, únicamente encontramos un día bastante gris, es decir, esta simpática "panza". Fenómeno, por cierto, que también ocurre en la costa centro-occidental de Sudamérica, como en la costa de Perú y la costa norte de Chile.
San Francisco, un icono de los microclimas
¿Sabías que en el otro lado del charco existe un microclima de lo más famoso y peculiar? Se trata de la icónica imagen del puente de Golden Gate cubierto de una espesa niebla en la bahía de San Francisco (sí, en la real California, en EEUU). Este área geográfica es bastante curiosa ya que en realidad se trata de una zona de clima mediterráneo pero con influencia oceánica debido a las grandes corrientes provenientes del Pacífico, que hacen que el clima sea de inviernos frescos y muy húmedos y veranos suaves y secos.
La característica niebla se forma cuando el aire cálido y húmedo del océano entra en contacto con la corriente fría de California que fluye paralela a la costa. Este aire cálido y húmedo, por tanto, se enfría desde abajo, aumenta su humedad relativa y condensa el vapor de agua a medida que avanza por la bahía, especialmente durante la primavera y al principio del verano. Aunque, a decir verdad, los locales afirman que lo raro es verlo despejado, y no cubierto de niebla.
Pero no solo destaca esta niebla en su parte más occidental, sino que, debido a su topografía y la intensa influencia marítima, la ciudad alberga multitud de microclimas. Por ejemplo, los que generan las altas colinas que existen en ella, donde se puede alcanzar hasta un 20% de variación en las precipitaciones con respecto a los puntos más bajos; o las partes orientales urbanas, que son tan soleadas.