Jardines verticales, una solución de adaptación al cambio climático
El efecto “isla de calor” que se está generando en las grandes ciudades a consecuencia del calentamiento global puede verse reducido mediante la instalación de jardines verticales en las fachadas de los edificios, los cuales, además, disminuyen la polución del aire.
La construcción masiva de edificios, el aumento de la emisión de gases de efecto invernadero, los niveles de estrés a los que está sometida la población y la, cada vez más, falta de espacios verdes, son algunas de las razones por las que el incremento de la cobertura vegetal en las grandes ciudades se hace cada vez más necesaria. Y es que la presencia de vegetación dentro de las principales avenidas de nuestro país tiene grandes beneficios sobre la salud, el medio ambiente y los aspectos socioeconómicos.
Los jardines verticales son considerados la solución ideal para las grandes urbes, pues dotan a las ciudades de pequeños pulmones de O2, color y vida. Tapices vegetales, situados sobre paredes, azoteas, muros o fachadas de edificios, cuya estructura está cubierta de plantas de diversas especies, separadas ligeramente del edificio y formando cámaras de aire, que dan la sensación de jardínes minimalistas.
Este sistema de jardinería arquitectónica posee diversas estructuras de construcción y está basado en una simbiosis entre la selección de plantas, las características bioquímicas del medio (luz, temperatura, humedad, viento…) y el sistema hidropónico (en el cual no se utiliza tierra, sino una solución de agua y nutrientes). Pero estos tapices vegetales son mucho más que eso, pues, además de la cuestión estética y el aprovechamiento de los espacios urbanos, los jardines verticales son considerados como una medida de adaptación al calentamiento global y los efectos del cambio climático.
Beneficios de los jardines verticales
Estos maravillosos espacios verdes suponen un tremendo beneficio ambiental y socioeconómico para las grandes ciudades. El más destacado es el medioambiental, pues las cubiertas vegetales ayudan a purificar el aire, filtrando las partículas de CO2 y convirtiéndolas en O2 mediante la fotosíntesis; además de regular y reducir la temperatura ambiente, ya que las plantas absorben el 50% de la luz solar y reflejan el 30%, fomentando así un clima ligeramente más fresco y reduciendo la isla de calor. Otro aspecto destacado es el aumento de la biodiversidad, pues las plantas promueven el hábitat de aves y mariposas; e incluso la generación de una reserva de agua de lluvia.
Entre otros claros beneficios se encuentra el aprovechamiento del espacio, la reducción del ruido ambiental (ya que actúan como barrera del sonido), la integración arquitectónica, la mejora estética y paisajística y la revalorización del edificio. Al mismo tiempo, ayudan a evitar problemas respiratorios, pues aportan humedad y reducen los niveles de sequedad; y aumentan la sensación de bienestar entre la población, ya que un entorno verde tiene un efecto positivo sobre las personas, reduciendo el estrés y disminuyendo, incluso, el vandalismo (como es en el caso de los grafitis).
Si lo traducimos a datos numéricos, se calcula que 1 m2 de cobertura vegetal genera el O2 que necesita una persona en todo un año y, además, en ese tiempo, atrapa hasta 130 g de polvo y reduce entre 8 y 10 dB la contaminación acústica. Como ejemplo, un edificio de 4 plantas, equivalente a 60 m2 y con este tipo de fachadas, filtra al año 40 toneladas de gases nocivos y es capaz de atrapar y procesar hasta 15 kg de metales pesados. Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud recomienda que los municipios dispongan, como mínimo, de entre 10 y 15 m2 de espacios verdes por habitante. Sin embargo, no alcanzamos tales cifras…
Madrid, pionera en jardines verticales
CaixaForum de Madrid fue el primero en acoger uno de los jardines verticales más espectaculares de nuestro país. Se trata de una cubierta vegetal de 24 m de altura, 460 m2 de superficie, con más de 15.000 plantas y 250 especies diferentes. Su creador fue el botánico francés, Patrick Blanc, quien inventó la magnífica técnica de implantar, en estos espacios tan singulares, la belleza de la naturaleza.
Otro ejemplo lo encontramos en la Torre de Cristal, cuya última planta alberga un jardín secreto de 600 m2, con más de 24.000 plantas y hasta una amplia variedad de árboles. P. Blanc, su diseñador, lo denominó “Faro Verde”, pues, con las cristaleras, se asemeja a un faro marítimo. Por su parte, el Ayuntamiento de la capital habla de renaturalizar la ciudad, aumentar el número de zonas verdes mediante “construcciones verdes”, y así suavizar los efectos del calentamiento global y la contaminación de sus calles.
El jardín vertical más grande del mundo, en cambio, se encuentra en el edificio Santalaia de Bogotá (Colombia) que, tras contar con 3.100 m2 de superficie y casi 85.000 plantas, ya ha establecido el récord mundial.