Cuando el Támesis se congelaba
Durante la Pequeña Edad de Hielo la crudeza de algunos inviernos hizo que se congelara el Támesis a su paso por Londres, celebrándose unas singulares Ferias de Hielo sobre el río helado.
Entre los siglos XVII y XIX, coincidiendo con algunos de los inviernos más crudos de la Pequeña Edad de Hielo, el río Támesis a su paso por Londres no solo se llegó a congelar, sino que se formó una capa de hielo lo suficientemente gruesa para poder celebrar sobre ella las llamadas “Ferias de Hielo”. La primera se remonta al año 1608 y la última a 1814. En dicho período hay documentadas un total de cinco de esas ferias, organizadas por los barqueros del Támesis para obtener unos ingresos extras.
Han sido muchas más las veces en que el citado río, en su tramo londinense, se ha llegado a congelar de forma importante. Desde 1400 hasta 1841 –año en que el antiguo puente medieval de Londres fue demolido y reemplazado por el actual (el famoso Tower Bridge, con sus dos torres)– se contabilizan 26 inviernos en que el Támesis se convirtió en una pista de patinaje. Desde entonces, el río se ha llegado a congelar también en alguna otra ocasión –la última más destacada durante el invierno de 1962-63–, pero ahora esos episodios son más esporádicos y no alcanzan la magnitud de antaño. Esto es así no solo por tener inviernos menos fríos, sino también por el cambio que indujo en la dinámica del río el cambio de puente. Antiguamente, el cauce era más ancho, menos profundo y el agua fluía más lentamente. Cuando llegaban los rigores invernales, el puente medieval, con su hilera de ojos y con una serie de muelles adosados a sus pilares, favorecía la acumulación de bloques de hielo, lo que obstaculizaba el paso del agua ligado a las mareas. El resultado era un río predispuesto a formar rápido la costra de hielo.
Los gélidos inviernos en que esa costra era particularmente gruesa, el río pasaba a convertirse durante unos días en la principal atracción de la ciudad. Allí, sobre su superficie helada, en el tramo que va entre el puente de Londres (actual London Bridge) y el de Blackfriars, se ubicaba la feria; toda ella dedicada al entretenimiento. Se celebraban carreras de trineos y de caballos, exhibiciones, bailes, sonaba la música y se montaban un sinfín de tenderetes donde se vendían todo tipo de cosas, incluidos los recuerdos de la propia Feria de Hielo, como tarjetas impresas allí mismo, que certificaban esa curiosa circunstancia.
El período más frío documentado en Inglaterra se produjo durante el invierno de 1683-84, en el que el río Támesis se congeló por completo durante dos meses seguidos, alcanzando la capa de hielo casi los 30 cm de espesor en el tramo londinense. La Feria de Hielo que se celebró aquel invierno fue posiblemente la más concurrida y popular de las cinco que han tenido lugar hasta la fecha. El escritor y jardinero inglés John Evelyn (1620-1706), aparte de describir todo lo que aconteció en aquella feria, también se refirió a las terribles consecuencias del frío tan extremo que se vivió aquel invierno: “Las aves, los peces y los pájaros, y todas nuestras plantas y verduras exóticas que perecen universalmente. Muchos parques de ciervos fueron destruidos (…) Londres, debido a la excesiva frialdad del aire que obstaculizaba el ascenso de humo, estaba tan lleno de vapor fuliginoso [lleno de hollín] del carbón de mar (…) que difícilmente se podía respirar.” Las fuertes heladas comenzaron el 20 de diciembre de 1683 y se prolongaron hasta el 6 de febrero.
Fue en el siglo XVII cuando la Pequeña Edad de Hielo vivió su momento álgido. En esa centuria se produjeron diez inviernos crudísimos en los que el Támesis se cubrió de una gruesa capa de hielo, frente a seis en el siglo XVIII y solo uno en el XIX. Este último invierno fue el de 1813-14 y propició la celebración de la última Feria de Hielo del Támesis. Comenzó el 1 de febrero y duró 4 días. De aquella feria destacan dos extravagancias: la primera, el elefante que caminó sobre el río pasando por debajo del puente de Blackfriars, y la segunda un libro de 124 páginas titulado “Frostiana o una historia del río Támesis en un estado congelado”, que una impresora llamada George David compuso e imprimió en su puesto de la feria.