La oscuridad de la crucifixión: un eclipse, viento Sharav o... la fe
Estamos inmersos en las fechas de Semana Santa, una de las festividades más importantes en el cristianismo. Lo sucedido en Jerusalén se mueve dentro de la fe, la historia y el misterio. Intentemos dar algo de luz científica a uno de esos momentos, la “oscuridad de la crucifixión”.
Para los cristianos la Semana Santa es el tiempo litúrgico más importante de todo el año. Se inicia con el Domingo de Ramos, cuando se produce la entrada de Jesús en Jerusalén y termina con el Domingo de Resurrección, estando precedida de la Cuaresma, que recuerda los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto.
Los cristianos conmemoran durante estos días la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, siendo las celebraciones centrales, denominadas Triduo Pascual, el Jueves, el Viernes y el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección. Se invita a la oración y a la reflexión, recordando el paso de Jesucristo y algunos misterios que hablan del Sol e incluso de la meteorología. A continuación vamos a hablar de la oscuridad en la crucifixión.
Significado de los días y fechas de la Semana Santa
Refiriéndonos al Triduo Pascual, el Jueves Santo se celebra el lavatorio de los pies, la última Cena, la Eucaristía, la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní y su arresto. El Viernes Santo está centrado en la Pasión de Jesucristo, se produjo su interrogatorio, la flagelación, la coronación de espinas, el Vía Crucis, la Crucifixión y su sepultura.
El Sábado Santo conmemora la Soledad de María y el descenso de Jesús al abismo. Durante esa noche se celebra la Vigilia Pascual, siendo la Pascua el paso de las tinieblas a la luz de la redención, la unión del cielo y la tierra, de lo humano y lo divino. Y el Domingo de Resurrección, es la fiesta más importante para los cristianos, es el triunfo de Cristo sobre la muerte y la apertura de las puertas del cielo a cada uno de los creyentes.
La Semana Santa es un período móvil y su cálculo, denominado Computus, abreviatura del latín “computus paschalis”, no se logró unificar hasta el siglo IV d.C., aunque hasta el año 525 se mantuvieron dos cálculos, quedando unidos desde ese momento. Resumiendo las premisas iniciales para la datación, la Pascua de Resurrección es el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de primavera, por lo que puede ocurrir no antes del 22 de marzo y el 25 de abril como máximo.
"Tras la crucifixión la oscuridad cayó sobre la tierra"
Indudablemente existen una serie de hechos que son históricos, como la crucifixión de Jesús en Judea por orden de Poncio Pilatos, prefecto de la provincia romana. Otros entran dentro de la fe, certeza de lo que no se ve y convicción de lo que se espera. Y algunos son verdaderos misterios, en el que se puede incluir la fecha exacta de la muerte de Jesús, ya que ni en los Evangelios canónicos existe una coincidencia plena, porque Marcos, Lucas y Mateo indican una fecha y Juan otra.
Uno de estos acontecimientos que reúne “fe, historia y misterio” es el momento en el que según los evangelistas Marcos, Mateo y Lucas “tras la crucifixión de Jesús, la oscuridad cayó sobre la tierra desde el mediodía hasta las tres de la tarde”, que sería el momento de la muerte. Teniendo en cuenta que los cuatro evangelios están de acuerdo en que la crucifixión sucedió durante la Pascua y que Jesús murió antes del ocaso de un viernes, la fecha más probable correspondería con el viernes 3 de abril del año 33 d.C.
La referencia bíblica más antigua que hace mención a la muerte de Jesús se encuentra en el Evangelio de Marcos, escrito aproximadamente en el año 70 d.C. En él se habla de que “la oscuridad cayó sobre la tierra”. Posteriormente Mateo solo menciona “la oscuridad que reinó durante esas tres horas de agonía”. Finalmente, en el Evangelio de Lucas, hay diferentes interpretaciones sobre la traducción de la frase griega “el sol se ha oscurecido” con las posibilidades de “la luz del Sol falló” o “el Sol estaba en eclipse”.
Eclipse de Luna o viento Sharav
Pero resulta que la Pascua judía se celebra con Luna llena, por lo que no puede haber un eclipse de Sol, que solo se produce con Luna nueva. Además, la duración máxima podría ser de unos 4 minutos y no de las tres horas que se indican en los evangelios. Lo que sí parece estar registrado, es que por esas fechas se produjo una gran tempestad de polvo, provocada por el viento denominado “Khamsin” en árabe o “Sharav” en hebreo. Estas situaciones del sur y sureste son habituales en abril, pudiéndose producir entre marzo y mayo, llevan grandes cantidades de arena y polvo del desierto, que sí podría haber oscurecido el Sol durante un período mayor de tiempo.
También parece estar probado que en esa fecha hubo un eclipse parcial de Luna y que coincidió con la salida de nuestro satélite natural. Como la parte oscurecida estaba en la mitad superior de la Luna, era la que estaba iluminada de un color rojizo y fue divisada sobre el horizonte de Jerusalén en primer lugar. A medida que se alzaba, la sombra de la Tierra fue disminuyendo haciendo que las tonalidades de la Luna cambiaran hacia colores más claros. Este fenómeno sí fue de mayor duración y pudo causar una profunda impresión a todos los testigos.
Si hacemos caso a los evangelios parece aún hoy complicado explicar todo ese período de oscuridad en el momento de la muerte de Jesucristo. Así que utilizando una de las frases más célebres de Sherlock Holmes: “Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”; si no pudo ser un eclipse de Sol, el de Luna sucedió más tarde, solo nos queda, como explicación natural, la tormenta de polvo del Sharav. Aunque si consideramos a la “casualidad” como la fe de los no creyentes, concluiríamos, que para este misterio histórico la fe podría ser una de las posibles explicaciones.