¿Estamos ante el inicio de una nueva 'Pequeña Edad de Hielo'?
Acabamos 2018 con una tragedia: volcanes en erupción y un tsunami invadiendo las costas de Indonesia. A continuación te contamos cómo en el pasado las erupciones han modificado el clima.
Previa llegada de la Navidad, hemos vivido un fin de semana movido por los desastres naturales, donde ha sido noticia la erupción del volcán 'Anak Krakatoa' -Hijo de Krakatoa- que provocó un tsunami en Indonesia con más de 350 muertos y multitud de desaparecidos. La gran ola fue provocada por desplazamientos de tierra del volcán.
A pesar de todos los avances que hemos conseguido a lo largo de nuestra historia reciente y de poder, en cierta manera, 'predecir cualquier cosa', seguimos siendo vulnerables ante lo que es nuestra propia casa: la Tierra. Son malas noticias y nosotros los más frágiles frente a este tipo de eventos, ¿sabías que el legendario Volcán Krakatoa -antecesor de Anak Krakatoa- tuvo una erupción en 1883 que cubrió el cielo de cenizas durante unos cuantos años?
El Volcán Krakatoa y la Pequeña Edad del Hielo
Desde el final de la Edad Media hasta casi acabado el siglo XIX, la tierra sufrió un largo período de enfriamiento, conocida como 'Pequeña Edad del Hielo'. Esta reducción de temperaturas fue clave para el desarrollo del comercio de la nieve en muchos puntos de Europa y para la creación de glaciares que hoy en día están desapareciendo.
Muchos científicos han teorizado que la Pequeña Edad del Hielo fue causada por la disminución de la radiación solar en verano y, además, por la cantidad de volcanes en erupción que enfriaron el planeta al emitir sulfatos y otras partículas en aerosol que reflejaban la luz solar hacia el espacio.
Dentro de este período frío, en la década de 1850 se inició una fase benigna del clima, donde los inviernos 'cálidos' y los veranos calurosos fueron los protagonistas. Muchas personas pensaban que el frío que asolaba el planeta iba menguando, y que desaparecería pronto. Pues bien, esa época, un poco más cálida, pondría su fin en la década de 1880. Se dice que probablemente el clima volvió a cambiar por culpa de la explosión del volcán Krakatoa en 1883. En esos años posteriores a la erupción, se volvieron a repetir los inviernos gélidos y con gran aporte de precipitaciones, las temperaturas bajaron en todo el hemisferio norte y las nubes de ceniza taparon el cielo. El volcán Krakatoa, ubicado en Eurasia, entre Java y Sumatra, devolvió el escenario típico de la Pequeña Edad del Hielo.
Volcanes como detonantes de modificaciones climáticas
A la pregunta, ¿pueden los volcanes cambiar el clima terrestre? La respuesta es sí. Todo ello con un alto grado de incertidumbre y teniendo en cuenta que hablamos de grandes erupciones en un período de tiempo limitado. Según varios estudios, se podría generar un impacto importante sobre el clima si en un corto plazo sucedieran grandes erupciones.
Los materiales que se emiten durante una erupción volcánica quedan suspendidos en la atmósfera produciendo una filtración de la radiación solar y, por consiguiente, una reducción de las temperaturas. Hablamos de las cenizas expulsadas y del dióxido de azufre como los dos elementos más importantes que podrían causar una modificación del clima, dependiendo de la magnitud de las erupciones -desde 0,1 ºC hasta 3 ºC menos-.
Se acaba un 2018 prolijo en erupciones volcánicas y este 2019 podría sufrir las consecuencias. Recordamos el Volcán de Fuego en Guatemala y el volcán Kilauea en Hawái a principios de verano, y ahora Anak Krakatoa y el Etna en Catania la noche del lunes. Éste último uno de los más activos del planeta y, a día de hoy, continúa con la erupción y la emisión de gases. ¿Serán suficiente?