¿Afecta la contaminación atmosférica a mi cabello?
El humo, los gases o las partículas en suspensión generan más consecuencias negativas sobre nuestro cabello y cuero cabelludo de las que pensamos. Reacciones inflamatorias e irritativas que pueden llegar a provocar -en los peores casos- su caída.
Las grandes ciudades, por sus características, son un nido de contaminación atmosférica y ambiental. El humo de los coches o fábricas, el uso masivo de refrigeradores y calefacciones, las partículas en suspensión o los gases contaminantes que se expulsan y concentran en su atmósfera, alteran y cargan el aire haciendo que se depositen en nuestra piel y cabello y provoquen daños muy perjudiciales, tales como la descamación, la caspa, la irritación e, incluso, la caída del propio cabello.
Salir a la calle me ensucia el pelo, pero ¿por qué?
Existen multitud de factores que pueden influir negativamente en la salud de nuestro cabello, desde el estrés, una mala alimentación o los cambios estacionales, pero desde hace varios años se ha sumado un factor de lo más nocivo que puede provocar su debilidad, sequedad, pérdida de brillo o una caída más intensa de lo normal: la contaminación del aire que nos rodea.
¿Te has fijado que, si pasas un día por el centro de una gran ciudad, al final del día tienes la sensación de tener el pelo sucio? Es debido a esa contaminación, pues los humos, gases y pequeñas partículas en suspensión se depositan en nuestros cabellos generando cierto sebo o grasa, haciendo que pierda su brillo habitual y dando la sensación de que está más pesado. Pueden incluso afectar a su capa externa protectora, provocar cierta irritación en el cuero cabelludo y llegar a propiciar una caída -más intensa de lo normal- del cabello.
Algunas teorías van más allá y plantean que la polución va decolorando gradualmente el tono de la melena, que las puntas se abren con una mayor frecuencia -debido especialmente a esa sequedad o fragilidad que se genera en el cabello- o que las cabelleras de pelo fino se ven más afectadas que las de pelo grueso. Otros expertos, por su parte, plantean que la caída del cabello -que por lo general se produce durante la estación del otoño- se ha adelantado a los meses finales del verano como consecuencia del cambio climático.
Entre las medidas o tratamientos que pueden ayudarnos a evitar las consecuencias que genera la contaminación atmosférica de las áreas urbanas suelen ser de lo más sencillas, pero, a veces, las pasamos por alto. Acciones tan simples como llevar una dieta equilibrada -especialmente la que nos caracteriza, la dieta mediterránea-, aportando a nuestro cuerpo y cabello todos los nutrientes necesarios para protegerlo; cepillarlo y lavarlo con mayor frecuencia, para oxigenarlo y eliminar así los residuos que hayan podido depositarse durante la jornada; y escoger con sumo detalle aquellos champús, acondicionadores o mascarillas que nutran nuestro cabello y eviten que se “pegue” esa suciedad ambiental.