2 de octubre y nevando en Madrid capital
Hoy ha refrescado pero no tanto, que nadie se asuste. Hablamos de la nevada más prematura registrada en Madrid, a fecha del 2 de octubre de 1957. Después llegó la catástrofe de Valencia. Aquel mes fue realmente extremo.
Los Citröen Traction Avant y Fiat 500 circulaban por la Gran Vía de Madrid bajo un fuerte y persistente aguacero aquel 2 de octubre de 1957 cuando, hacia las diez de la mañana, de entre las gotas empezaron a aparecer copos de nieve. “Prematuros y no muy abundantes”, a juicio del periódico ABC en su edición del día posterior, pero a la vez de “gran tamaño y visibilidad”. La nevada no llegó a cuajar pero pasó a la historia por ser la más temprana registrada en la capital, según la AEMET.
Aquella mañana nevó en Ávila, Segovia, Palencia, en el Pirineo Navarro, Cazorla, en las montañas de Teruel y en la sierra de Gredos. Las rotativas echaban humo ante aquel episodio inédito que llegó a cortar la circulación en algunos puertos de montaña, como el de los Leones en la Sierra de Guadarrama, debido a acumulados de hasta 5 centímetros de espesor.
La temperatura máxima de aquel día se registró en la ciudad de Almería con 21ºC, un registro destacado y muy distante de lo que se estaba viviendo en Ávila o Soria, donde el mercurio a duras penas superaba el grado positivo a media mañana según la información de ABC. La ciudad de Madrid cerró la jornada con 44 litros por metro cuadrado en el pluviómetro. Cayó bastante más en la Comunidad Valenciana, con líneas de tren y carreteras cortadas entre las ciudades de Valencia y Alicante.
Todo fue por culpa de una DANA
La maquinaria se puso en marcha veinticuatro horas antes de la nevada. Un anticiclón al oeste de las Islas Británicas y una borrasca al este del continente europeo abrieron un pasillo al viento de componente norte. Esta conjunción acabó metiendo aire de procedencia ártica hasta la Península Ibérica, mucho más frío de lo que marca usualmente el calendario.
La capa de 850hpa, que deja entrever lo que pasa en superficie, aquel 2 de octubre llegó a presentar la isoterma de 0ºC entre el Cantábrico y Madrid, dibujando una bolsa de aire frío que también se divisaba en capas más altas. Se formó una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) o ‘gota fría’ que hizo crecer las nubes a tutiplén.
Después llegó la histórica riada de Valencia
Esta DANA no fue la misma que provocó el desbordamiento en el río Turia, de Valencia, pero sí una activa predecesora. Entre los días 11 y 13 se desgajó un nuevo embolsamiento de aire frío, en este caso de procedencia atlántica. Su localización, al suroeste de la Península Ibérica, unida al viento de componente este y sureste, que inyectaron muchísima humedad, derivaron en una catástrofe que se saldó en la capital del Turia con 81 fallecidos e innumerables daños.