Unos astrofísicos revelan que las explosiones de supernovas podrían haber traído el agua a la Tierra
El agua, origen y esencia de la vida, guarda un secreto sorprendente: su vínculo con las explosiones más violentas del cosmos. ¿Podrían las supernovas haber sido las creadoras de nuestro recurso más vital?
El agua, esa molécula tan simple y tan vital, ha sido la compañera inseparable de la vida en la Tierra desde el principio. Pero, ¿te has preguntado alguna vez cómo llegó aquí?
Una nueva investigación llevada a cabo por varios cosmólogos y astrofísicos sugiere que las explosiones de las primeras estrellas del universo podrían haber sembrado las semillas del agua que hoy llena nuestros océanos y corre por nuestros ríos.
El agua: una molécula universal y esencial
El agua no solo es esencial para la vida en la Tierra, sino que también es una de las moléculas más comunes en el universo. Está formada por dos elementos: el hidrógeno, el elemento más antiguo y abundante, originado en el Big Bang, y el oxígeno, que se forja en los núcleos de las grandes estrellas.
Esta combinación, sencilla y resistente, le otorga propiedades únicas que la convierten en la base de la vida tal como la conocemos. Sin embargo, su abundancia actual es fruto de un largo proceso cósmico.
Un viaje desde las primeras estrellas
Para entender el origen del agua, los astrónomos han mirado hacia las primeras estrellas del universo, clasificadas como Población III. Estas gigantes cósmicas, formadas únicamente de hidrógeno y helio, fueron las primeras en brillar después del Big Bang.
Aunque nunca se han observado directamente, los científicos creen que estas estrellas fueron enormes y efímeras, y que al morir en explosiones de supernovas, liberaron elementos más pesados, como el oxígeno, al espacio interestelar.
Supernovas: el motor de la química del agua
Un reciente estudio modeló las explosiones de estas primeras estrellas, desde las más pequeñas (13 veces la masa del Sol) hasta las colosales (200 veces su masa).
Los resultados fueron sorprendentes: las supernovas no solo esparcieron oxígeno, sino que también enriquecieron el cosmos con grandes cantidades de agua.
Según los investigadores, las nubes moleculares formadas tras estas explosiones contenían entre 10 y 30 veces más agua que las que se observan actualmente en nuestra galaxia.
El agua como semilla de la vida temprana
Este hallazgo cambia la forma en que entendemos el papel del agua en la historia del universo. Apenas 200 millones de años después del Big Bang, las condiciones ya eran favorables para la formación de moléculas de agua y, potencialmente, para el desarrollo de la vida.
Aunque no está claro si la vida pudo surgir en ese momento, este descubrimiento abre la posibilidad de que el agua que hoy fluye en nuestro planeta tenga sus raíces en estos eventos cósmicos primordiales.
Un cosmos húmedo, pero con altibajos
A pesar de esta abundancia inicial, el universo joven enfrentó períodos de sequedad. La intensa radiación y otros procesos astrofísicos podrían haber destruido gran parte de estas moléculas.
Sin embargo, los astrónomos sugieren que al menos parte del agua que vemos hoy en día, en nuestros océanos y en nuestro cuerpo, podría haber sobrevivido desde aquellas primeras explosiones.
Esto plantea una conexión sorprendente: cada sorbo de agua que bebemos podría contener vestigios de un pasado estelar, un legado de las primeras estrellas del cosmos.
Referencia de la noticia:
Daniel J. Whalen et al, Abundant Water from Early Supernovae at Cosmic Dawn, arXiv (2025). DOI: 10.48550/arxiv.2501.02051