Estas alpargatas de 6200 años, encontradas en una cueva de Granada, han roto esquemas de la historia
Estas sandalias han sido consideradas las más antiguas del sur de Europa. Aparecieron en Granada, en uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del continente, y aportan información sorprendente de la sociedad del Mesolítico.
Cuando, en 1831, Juan Martín descubrió una cueva kárstica en unas tierras de su propiedad localizadas en Albuñol (Granada), poco podía imaginar que había dado con uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del Occidente europeo.
Cuarenta años después del hallazgo, durante los trabajos de explotación minera de la que fue denominada como la Cueva de los Murciélagos, debido a la importante presencia de excrementos de estos pequeños mamíferos voladores, los mineros encontraron un cementerio en una de las galerías.
Junto a los restos momificados de unos 70 cuerpos humanos, una diadema de oro y enseres propios de un ajuar funerario, como puntas de flecha, punzones de hueso y herramientas de piedra, había también varios cestos de esparto que contenían cabellos y semillas de adormidera, así como dos decenas de sandalias fabricadas con las fibras vegetales de esta gramínea propia de ambientes esteparios.
El desconocimiento –y la superstición– hizo desaparecer gran parte del osario. De hecho, expuesto al público solo se conserva el cráneo de un niño en el Museo Arqueológico Nacional. La misma suerte corrieron muchas de las cestas y del calzado encontrado, que llegaron a servir para avivar el fuego de una caldera. Por ello, apenas se conservaron 76 objetos de materiales orgánicos (madera, caña y esparto) que, previamente, se habían repartido los vecinos de la zona.
El arqueólogo almeriense Manuel Góngora y Martínez, entonces catedrático de Historia Universal en la Universidad de Granada y autor de 'Antigüedades prehistóricas de Andalucía' (1868), se preocupó de recuperar estos objetos, convencido de su procedencia prehistórica.
Son los que han servido de base ahora para un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Alcalá (UAH) y de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), publicado por la revista Science Advances, y que ha determinado, entre otras cuestiones, que esas esparteñas son las más antiguas del sur de Europa.
¿Cómo se han fechado estas esparteñas?
Las dataciones realizadas con carbono-14 sitúan en el Holoceno temprano y medio (hace entre 9.500 y 6.200 años) algunas de las piezas de cestería encontradas en la Cueva de los Murciélagos, lo que arroja la primera conclusión: quienes las hicieron eran cazadores-recolectores, ya que la agricultura no llegaría a la zona hasta dos milenios después.
Sin embargo, la datación por radiocarbono de las sandalias sitúa su confección hace unos 6.200 años. Corresponden a una talla 37 y eran calzadas por los cadáveres de los niños encontrados en el enterramiento. Antes de este descubrimiento, los zapatos prehistóricos considerados más antiguos fueron los hallados en 2008 en el complejo de cuevas de Areni-1 (Armenia), con una antigüedad de 5.500 años, y realizados con cuero de vaca y cordeles.
Aquellas comunidades humanas no eran tan simplistas como se pensaba
Luego, el estudio llega a una segunda conclusión: dos mundos tan diferentes, el de los cazadores-recolectores nómadas y el de los agricultores sedentarios, separados por 2.000 años, empleaban el mismo tipo de fibras, las del esparto, y las mismas técnicas para elaborar enseres cotidianos.
Y esto, para Francisco Martínez-Sevilla, doctor en Prehistoria, arqueólogo de la Universidad de Alcalá y autor principal de la investigación, constituye uno de los hitos más importantes del estudio: “La calidad tecnológica de la cestería nos hace cuestionarnos las presuposiciones simplistas que tenemos sobre las comunidades humanas anteriores a la llegada de la agricultura al sur de Europa”, ha contado a Meteored.
Es decir, la cultura de la cestería demuestra que la sociedad del Mesolítico no era tan atrasada como se pensaba y gozaba de cierta complejidad.
La investigación está enmarcada en el seno del proyecto 'De los museos al territorio: actualizando el estudio de la Cueva de los Murciélagos de Albuñol' (MUTERMUR), con el que se pretende visibilizar, a nivel internacional, el que ya se considera uno de los yacimientos más excepcionales del Neolítico inicial en el Sur de Europa.
Su objetivo es el estudio holístico del yacimiento y su registro material, aplicando las últimas técnicas arqueométricas y generando datos científicos de calidad. Ahonda así en la investigación que, en el siglo XIX, iniciara Manuel Góngora y Martínez, quien fue desacreditado por la arqueología oficial de la época y murió sin saber que tenía razón: que la Cueva de los Murciélagos sería mundialmente famosa como fuente de conocimiento de la Prehistoria.