Tus uñas podrían revelar cuánto vas a vivir: esto es lo que ha descubierto un experto en genética de Harvard
¿El tiempo que nos queda está en nuestras manos? Un dato poco conocido vincula el crecimiento de las uñas con el paso del tiempo en el cuerpo. según los científicos.

¿Te fijaste alguna vez lo rápido que crecen tus uñas? Quizás no sea lo primero que se te ocurra al pensar en tu salud, pero según algunas investigaciones científicas —y la opinión de un reconocido genetista de Harvard—, la velocidad del crecimiento de las uñas podría ser una pista inesperada sobre cómo envejecemos… e incluso sobre cuánto podríamos vivir.
Estudios en las últimas décadas
Fue en 1979 cuando un estudio pionero, poco conocido fuera de los círculos académicos, planteó por primera vez la hipótesis: la tasa de crecimiento de las uñas disminuye con la edad, y este patrón puede ser un reflejo del envejecimiento biológico.
La investigación, realizada por la Orentreich Foundation for the Advancement of Science, midió cómo variaba la velocidad de crecimiento ungueal en adultos de diferentes edades, y encontró un dato clave: a partir de los 30 años, las uñas comienzan a crecer más lentamente, a razón de un 0,5 % menos por año.

Este dato aparentemente menor cobró nueva relevancia décadas más tarde, cuando David Sinclair, profesor de genética en la Escuela de Medicina de Harvard y una de las voces más influyentes en el estudio del envejecimiento, lo rescató en sus reflexiones sobre los biomarcadores de la longevidad.
“La gente me pregunta a menudo si hay señales visibles del envejecimiento biológico. Una de las más simples, aunque poco comentadas, es la tasa de crecimiento de las uñas”, dijo Sinclair en una entrevista reciente. “Si te crecen rápido, podría ser una buena señal”.
Un marcador silencioso
Las uñas no envejecen de la noche a la mañana. Pero, al igual que el cabello o la piel, responden al funcionamiento interno del cuerpo. Su crecimiento está influido por el metabolismo, la circulación, la nutrición y la regeneración celular, todos procesos que tienden a desacelerarse con la edad.
Por eso, algunos investigadores han sugerido que las uñas podrían ser una especie de “termómetro silencioso” de cómo marcha nuestro reloj biológico. No se trata de una herramienta diagnóstica formal, pero podría complementar otras mediciones más complejas que buscan determinar la edad biológica real de una persona —que no siempre coincide con la edad cronológica—.

Aunque no hay aún estudios masivos que respalden el uso del crecimiento ungueal como biomarcador estandarizado, la idea encaja con otros hallazgos recientes sobre el envejecimiento. Por ejemplo, investigaciones actuales apuntan a que los tejidos del cuerpo muestran señales muy distintas según el estilo de vida de cada individuo, incluso entre personas de la misma edad.
En otras palabras, una persona de 60 años con buena alimentación, ejercicio regular y poco estrés puede tener una edad biológica mucho menor que otra de 45 con malos hábitos. Y sus uñas podrían estar diciéndolo sin que nadie les preste atención.
Más allá del dato curioso
Por supuesto, muchos factores pueden afectar la velocidad con que crecen las uñas: desde deficiencias nutricionales hasta enfermedades crónicas o alteraciones hormonales. Incluso cuestiones genéticas o el uso de medicamentos pueden influir. Por eso, ningún científico serio recomendaría mirar las uñas como si fueran bolas de cristal.
Pero no deja de ser fascinante que algo tan rutinario —cortarse las uñas— esté vinculado, aunque sea de forma indirecta, con procesos tan complejos como el envejecimiento y la longevidad. Y quizá valga la pena observar esos pequeños detalles del cuerpo que solemos pasar por alto.
Al final, puede que las uñas no tengan todas las respuestas, pero podrían estar susurrando algunas pistas sobre el futuro.