Sombras dantescas: los inquietantes rastros de personas y objetos dejados tras las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki
Te contamos qué son y cómo se formaron las misteriosas siluetas, rastros del horror causado por el aparato de destrucción más terrible jamás creado por el hombre.
Han pasado casi ocho décadas de uno de los hechos más espantosos en la historia de la humanidad, y uno de los grandes dilemas de la ética y la moral: las bombas atómicas arrojadas el 6 y 9 de agosto de 1945 sobre Hiroshima y Nagasaki.
La decisión de utilizar la bomba atómica fue justificada por el gobierno de los Estados Unidos como el método más rápido y efectivo para dar por finalizada la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente, la construcción de la bomba era una carrera contrarreloj de los Estados Unidos contra la Alemania nazi.
Pero al rendirse el Tercer Reich en mayo de 1945 y, ante la feroz resistencia japonesa y el aumento de la mortalidad de las tropas aliadas en el Pacífico, los estadounidenses decidieron que la bomba haría que el número de muertes sea menor.
Las bombas atómicas causaron una destrucción generalizada, arrasando ciudades y matando entre 90000 y 166 000 personas en Hiroshima y entre 39000 y 80000 en Nagasaki. El nivel de destrucción dejado por las explosiones no fue lo único que sorprendió a quienes diseñaron esas letales bombas. Tal como sucedió con los moldes de las víctimas de la erupción del Vesubio en Pompeya, las “sombras atómicas” capturaron los momentos finales de las víctimas del horror. Así se formaron.
Un millón de soles de destrucción
En la mañana del 6 de agosto de 1945, el Sol brillaba sobre algunas pocas nubes en la ciudad portuaria e industrial de Hiroshima. Y fue el buen tiempo quien selló su destino, ya que a las 8:15 h, un destello tan brillante como un millón de soles a tan solo 600 metros del suelo, generó un poder destructivo nunca antes visto, desintegrando muebles, edificios, vehículos, animales y personas… todo en un radio de 1 km se esfumó de manera prácticamente instantánea.
Muchos de los visitantes del Museo de la Bomba Atómica creen erróneamente que las personas fueron vaporizadas instantáneamente por la explosión nuclear, dejando solo sus sombras.
Es que se estima que las detonaciones provocaron una gran bola de fuego con temperaturas que superaron los 4000 °C de temperatura en un radio de aproximadamente 2 kilómetros, calcinando todo a su alcance.
Sin embargo, las sombras encontradas en Hiroshima y Nagasaki no son restos de personas vaporizadas. En realidad, la vaporización requiere una inmensa cantidad de energía, haciendo que incluso los 4000 °C de temperatura sean insuficientes para ese proceso.
Las quemaduras graves como resultado de la explosión, han dejado tejidos o huesos carbonizados, lo que invalida la noción de vaporización instantánea. El real motivo de las sombras observadas en Hiroshima y Nagasaki reside en que durante la explosión, del punto de implosión emanó luz intensa y calor.
Los objetos colocados en el camino de la bomba actuaron como escudos para lo que estaba detrás de ellos, resultando en huellas en forma de sombras en las superficies circundantes.
¿Bombas atómicas o bombas nucleares?
Si bien son términos utilizados muchas veces como sinónimos, no son exactamente lo mismo.
Mientras que a la bomba atómica se le conoce científicamente como bomba de fisión, a la bomba nuclear (o termonuclear) se le conoce como bomba de fusión. Y si bien ambas bombas funcionan con base en principios que tienen que ver con los átomos de ciertos elementos, tienen un funcionamiento distinto.
La bomba nuclear está basada en un proceso inverso: une átomos pequeños formando otros más grandes. A este principio se lo conoce como de fusión. Para generar las condiciones de presión y temperaturas requeridas para la fusión es necesaria una enorme cantidad de energía, y por eso motivo una bomba termonuclear necesita una bomba atómica (o de fisión) como detonador.
El Sol es un ejemplo de una bomba termonuclear: produce su luz y energía por medio de la fusión nuclear, ya que como en su centro la temperatura es de 17 millones de grados Celsius, los átomos se fusionan como consecuencia de la presión y el calor.
Sombras proyectadas
Entonces las explosiones de las bombas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki fueron resultantes de un proceso de fisión nuclear, donde los núcleos de átomos pesados como el uranio 235 o el plutonio 239, se dividieron al chocar con un neutrón, liberando una inmensa energía en una reacción en cadena que duró milisegundos… emitiendo un intenso calor y radiación gamma de onda corta.
La radiación gamma, una de las fuentes de energía más potentes conocidas, salió disparada en todas direcciones, junto con la energía térmica que alcanzó temperaturas de hasta 4000 ºC. Esta radiación impactó en todo lo que se encontraba en su camino, ya sea un objeto material o un tejido humano, y si fue absorbida por completo, es posible que la energía no alcance a todo lo situado detrás, creando lo que se conoce como "efecto sombra".
Es de suponer que inicialmente se formaron muchas sombras. Sin embargo, las ondas explosivas y el calor posteriores muy probablemente destruyeron la mayoría de ellas, dejando solo unos pocos restos que sirven de testigos silenciosos de esta catástrofe.