Si hay tormenta... ¡fuera del agua!
Estos días abrirán al público las piscinas que aún no lo han hecho y lo harán con tormentas en el mapa del tiempo. ¿Tiene sentido salir del agua si escuchamos truenos? ¿Y en el mar?
Cuando somos pequeños nuestros padres siempre están en alerta. Intentan protegernos para que no nos lastimemos, y además, nos aleccionan sobre los peligros que nos rodean para cuando ellos no estén. Uno de estos peligros es el que hoy vamos a tratar: la peligrosidad de las tormentas y las piscinas.
Es un procedimiento habitual que se desaloje a los bañistas de una piscina cuando llueve en verano. Especialmente si hay tormenta. Podemos pensar que es una tontería hacerlo, porque ya estamos sumergidos en agua cuando llueve. Muchos salimos corriendo porque se nos moja la toalla y el teléfono móvil. Pero cuando hay aparato eléctrico el peligro, aunque es bajo, existe. Los 300 millones de voltios que puede llegar a descargar un rayo lo aconsejan.
Electricidad y agua, una mala pareja
El agua pura no es conductora de la electricidad. Pero… ¿cuándo estamos en contacto con agua pura? Nunca. El agua que bebemos, la que utilizamos para ducharnos y para llenar las piscinas, contiene sales minerales que la convierten en conductora de la corriente. Cuantas más sales contenga, mejor conducirá la electricidad.
De esta manera, es necesario tener bien lejos del agua todo aparato eléctrico. Con más motivo si el agua está en contacto con nosotros, ya que en caso de que la corriente pase al agua, nosotros nos convertiremos también en una parte más del circuito eléctrico, y el ser humano no está diseñado para conducir la electricidad.
En la piscina y en el mar, un riesgo distinto
Podemos ir con mucho cuidado en nuestra vida diaria, pero en cuanto a las tormentas, poco podemos hacer más que tomar precauciones. Una de ellas es salir del agua.
En una piscina el riesgo de impacto de un rayo en el agua es muy improbable. Pero el riesgo existe. Siempre hay elementos metálicos más altos cerca de la piscina que actúan a modo de pararrayos. Si el rayo impacta en la barandilla de las escaleras, o en objetos conductores que están en contacto o muy cerca del agua, la electricidad pasará a la piscina.
En el mar las probabilidades de impacto aumentan. Por un lado, porque el agua del mar es salada y la presencia de sales aumenta su conductividad. Por el otro, si estamos nadando a unos metros de la orilla, nuestra cabeza será el único elemento que sobresalga y el primero que posiblemente elegirá un rayo.
Los peces, a salvo. Nosotros no
A diferencia de lo que podemos imaginar, cuando un rayo impacta en el agua no distribuye la electricidad de forma uniforme a lo largo de toda la masa líquida. Se expande horizontalmente en su mayoría por la superficie. En caso de estar nadando en el mar y saber que un rayo impactará cerca, lo mejor sería bucear. Por este motivo los peces no se mueren cada vez que hay tormenta en el mar.
Que la electricidad se distribuya así hace que aún corramos más peligro nadando. Es la cabeza la que está en contacto con la superficie. Difícilmente lo contaríamos.
Cuando la electricidad se cuela por accidente
El pasado 25 de mayo se produjo un hecho incomprensible en Sabadell (Barcelona). Un hombre murió electrocutado mientras se estaba duchando en su casa. El suceso aún se está investigando, pero todo parece indicar que en algún punto de la canalización de agua pudo haber un contacto con la red eléctrica.
Por seguridad, se tuvo que desalojar a todos los vecinos por riesgo a que esto pudiera suceder en otras viviendas.