¡Se ha descubierto un extraño planeta que no debería existir!
El planeta 8 Ursae Minoris b orbita alrededor de una estrella situada a unos 530 años luz de distancia que se está muriendo, lo que significa que ya debería haberse tragado a este planeta, algo que no ha ocurrido.
Un artículo publicado en la revista Nature en junio de 2023 por un equipo científico internacional dirigido por el astrónomo Marc Hon, de la Universidad de Hawai, describe el descubrimiento realizado por el Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS).
El planeta 8 Ursae Minoris b orbita alrededor de una gigante roja hinchada, por lo que cabría esperar que la estrella se expandiera más allá de la órbita del planeta antes de volver a encogerse a su tamaño actual (todavía gigante). En otras palabras, la estrella se habría tragado y destrozado cualquier planeta que orbitara a su alrededor.
Sin embargo, el planeta permanece en una órbita estable, casi circular. El descubrimiento de esta situación aparentemente imposible, basado en mediciones precisas realizadas por el TESS de la NASA, demuestra que la formación -y destrucción- de planetas es probablemente mucho más compleja e impredecible de lo que muchos científicos podrían pensar.
Cuando estrellas como nuestro Sol se acercan al final de su vida, empiezan a quedarse sin combustible nuclear. Se convierten en gigantes rojas y alcanzan su tamaño máximo.
Si eso ocurriera en este caso, la estrella habría crecido hacia el exterior desde su centro hasta 0,7 unidades astronómicas (UA), es decir, unas tres cuartas partes de la distancia de la Tierra al Sol. En el proceso, se habría tragado y destruido todos los planetas que orbitaban cerca. Sin embargo, el planeta b, un gran mundo gaseoso, se encuentra a unas 0,5 UA.
¿Por qué sigue existiendo este planeta?
Como el planeta no pudo sobrevivir al engullimiento, Marc Hon propone otras dos teorías: el planeta es el superviviente de una fusión entre dos estrellas, o es un planeta nuevo, formado a partir de los restos dejados por esa fusión.
La primera hipótesis parte de dos estrellas del tamaño de nuestro Sol que orbitan estrechamente entre sí, con el planeta orbitando alrededor de ambas. Una de las estrellas "evoluciona" un poco más rápido que la otra, pasando por la fase de gigante roja, desprendiéndose de sus capas externas y convirtiéndose en una enana blanca, el diminuto pero elevado resto de masa de una estrella.
La otra sólo alcanza la fase de gigante roja antes de colisionar; lo que queda es la gigante roja que vemos hoy. Esta fusión, sin embargo, impide que la gigante roja se expanda aún más, evitando la destrucción del planeta que la orbita.
En el segundo escenario, la violenta fusión de las dos estrellas expulsa abundante polvo y gas, que forman un disco alrededor de la gigante roja restante. Este disco "protoplanetario" proporciona la materia prima para la formación de un nuevo planeta. Es una especie de segunda vida tardía para un sistema planetario, aunque la estrella esté llegando a su fin.
8 Ursae Minoris b
TESS, un cazador de planetas, también puede utilizarse para observar los temblores y sacudidas en estrellas lejanas, y éstos siguen patrones conocidos durante la fase de gigante roja.
El patrón de oscilaciones en 8 Ursae Minoris, según el equipo, corresponde al de las gigantes rojas en una fase tardía de combustión de helio, y no al de una estrella que sigue expandiéndose mientras quema hidrógeno. Así que no es que la estrella siga creciendo y aún no haya alcanzado el planeta. La crisis ya ha pasado, pero el planeta sigue existiendo.