¿Sabes que hay guardianes del espacio españoles que velan por los satélites?
No sólo vamos dejando basura en la Tierra, lo hacemos también en el espacio exterior. Cada vez hay más en el espacio. Si no la controlamos, podrían producirse accidentes en el espacio con un efecto dominó de catástrofes en nuestro cielo.
Cristina Pérez Hernández es ingeniera aeronáutica y es la responsable del Centro Español de Vigilancia y Seguimiento Espacial (S3TOC) de la Agencia Espacial Española. Trabaja dentro de un búnker sin ninguna comunicación con el exterior, dentro de una sala llena de servidores, procesadores y pantallas de datos e imágenes que monitoriza. En este lugar es guardián protector del cielo.
Ella observa todo aquello que hay en el espacio y en especial, los artefactos que se mueven, para anteponerse y predecir posibles accidentes que puedan producirse al chocar entre ellos o con el planeta. Para ello hace un seguimiento continuo de la trayectoria de cada satélite y de los posibles objetos con los que pueden encontrarse en su camino.
El S3TOC detecta unos diez eventos con posibilidad de colisión a la semana. Lanza una alerta al operador del satélite implicado en el evento cuando la probabilidad del choque es de 1 entre 10.000. Los operadores suelen actuar realizando una maniobra pequeña para evitar la colisión, pero si no lo hacen y se superan unos umbrales, el S3TOC contacta con el operador del satélite para guiarle en la maniobra que debe realizar ante el inminente encontronazo espacial.
Suelen toparse en sus pantallas con los satélites Starlink. Hay más de 6000 circulando alrededor de la Tierra. Estos satélites consideran un umbral todavía más bajo para realizar maniobras, cuando existe más de 1 posibilidad entre 1.000.000, comprometiéndose a tomar de antemano la decisión de moverse ante una alerta.
¿Existen más centros de vigilancia de la basura espacial?
Este centro vigila actualmente 400 satélites, cuyos propietarios no son solamente europeos sino también del resto del mundo, siendo propiedad tan sólo de unos 60 usuarios.
Existe un centro homólogo en Francia llamado COO, que es el único centro referente de similares características en Europa. Ambos centros, COO y S3TOC, publican mensajes de colisión en el EUSST Web Portal que forma parte de la iniciativa europea EUSST (Vigilancia y Monitorización del Espacio de la UE).
Además, ha sido desarrollado un nuevo software llamado CONAN. Este programa, en gran parte, está basado en Closeap, la solución de GMV para el cálculo de los riesgos de colisión que, a su vez, parte de la línea de productos para operaciones de dinámica de vuelo FocusSuite utilizada dentro del centro español S3TOC.
CONAN también puede importar los datos de colisión emitidos por el equivalente americano (18-SDS), que permite a los guardianes espaciales contrastar la información publicada por ambas fuentes y facilitar así la toma de decisiones más adecuada con los datos disponibles.
¿Qué es el catálogo de basura y el mapa de riesgo?
Para predecir las colisiones entre objetos espaciales, los guardianes del espacio utilizan un catálogo de basura espacial.
En este catálogo aparecen los objetos observados con telescopio y su trayectoria pasada por medio de radares. Los guardianes pueden hacer una estimación del lugar dónde va a estar el objeto al día siguiente. Proceden a comprobar si el cálculo realizado coincide y toman medidas para ajustar la predicción de sus movimientos futuros.
Con estas predicciones elaboran mapas para predecir el riesgo de colisiones futuras. Pero, no existe un único catálogo completo para facilitar el trabajo. Cada país tiene su sistema de catalogación de la basura espacial y sus propios mapas de riesgo.
Autopistas en el cielo
Alrededor de la Tierra discurren tres autopistas espaciales muy transitadas: la órbita geoestacionaria (GEO) a más de 35.000 km, la media (MEO) y la órbita terrestre baja (LEO) A 150-2.000 km de altitud.
La órbita geoestacionaria se llama así porque si la observamos desde la Tierra, está siempre estacionaria en el mismo sitio, es decir, se mueve al mismo tiempo que lo hace el planeta. Se encuentra tan alta que tiene una mayor cobertura de superficie terrestre, aunque su coste de lanzamiento se encarece. Es utilizada por satélites de comunicaciones o televisión por satélite. Los artefactos en desuso de está órbita se suelen descarrilar y elevar a “órbitas de cementerio” en el espacio.
Las órbitas LEO son utilizadas para dar servicios de internet. El diseño de los aparatos que transitan estas órbitas es el más económico y su lanzamiento también. En ellas orbitan los satélites Starlink. Como esta órbita es más baja, la visibilidad y alcance es menor, por eso se necesita una constelación de satélites. Sus artefactos en desuso se bajan hasta 200-300 km esperando que el propio rozamiento con la atmósfera los haga caer y desintegrarse antes de llegar al suelo terrestre.
Pero, ¿existe alguna normativa para la regulación de la basura espacial?
Existen 128 millones de pedazos de chatarra mayores de un milímetro orbitando a gran velocidad alrededor de la Tierra. Si esta cifra continúa aumentando, puede manifestarse el síndrome Kessler o cascada de ablación.
Un escenario dónde la congestión del tráfico espacial es tal que las colisiones provocan una reacción exponencial en cadena, volviendo intransitable el espacio. Este escenario futurible provocaría un colapso y otra crisis mundial, puesto que dependemos de los satélites para todo.
Utilizamos los satélites para la navegación por Google Maps, las previsiones meteorológicas y la protección civil, la medición del derretimiento de los casquetes polares o la pérdida de masas forestales, la monitorización de la calidad del aire o el control de plagas y la optimización del riego, hasta la sincronización de transacciones financieras.
El aumento de la basura espacial nos lleva al reto de establecer reglas universales para el riesgo de colisión espacial, en lugar de gestionar cada caso individualmente como hasta ahora. Es urgente la regulación internacional del tráfico extraterrestre para no llegar a una situación de colapso catastrófico en el uso del espacio exterior.