Retratistas de tormentas: tempestades y rayos en los cuadros
En algunos cuadros no faltan las tormentas. En este pequeño artículo comentaremos algunos de ellos. Las tempestades son un motivo recurrente en las marinas, pero tampoco faltan cielos tormentosos en la producción de muchos famosos paisajistas.
La lista de cuadros en los que aparecen tormentas es larga. Abundan sobre todo los cielos tormentosos y las tempestades. Estas últimas son recurrentes en las marinas; usadas por los artistas para transmitir de forma expresiva las duras condiciones en la mar y las penalidades sufridas a bordo de los barcos. No faltan tampoco los paisajes en que el pintor dibuja los rayos que acompañan a las tormentas eléctricas. El hecho de que la primavera y el verano sean épocas propicias para pintar al aire libre los bocetos a partir de los cuales los paisajistas ejecutaban sus obras, ayudó, sin duda, a que alguna de las tormentas vividas por ellos quedaran plasmadas en sus pinturas.
Hemos encabezado este artículo con un cuadro del paisajista holandés Aelbert J. Cuyp (1620-1691) que tiene como elemento principal una tormenta eléctrica ocurrida sobre su localidad natal. Es particularmente llamativo el rayo de largo recorrido que impacta en el suelo, aparte de las vacas que aparecen tumbadas plácidamente en la hierba, aparentemente ajenas al electrometeoro. La obra, titulada “Tormenta sobre Dordrecht”, no es el único paisaje de Cuyp donde aparece una tormenta. En la National Gallery de Londres podemos contemplar su “Tormenta sobre el Mosa en Dordrecht”, pintada hacia 1645-50, en la que, aparte de los rayos, un barco a vela en primer plano aparece muy escorado a causa del fuerte viento y de la mala mar que reina en la escena.
Encontramos un motivo parecido en el cuadro “Cristo en la tempestad del mar de Galilea”, pintado por Jan Brueghel el Viejo (1568-1625) en 1596. Este óleo representa una escena bíblica, recogida en el Nuevo Testamento, en la cual Jesús, acompañado de once de sus discípulos, viaja en una barca a merced de un fuerte temporal. La agitación de las aguas y los oscuros nubarrones de tormenta que cubren parte del cielo –de los que llegan a emerger algunos rayos– son también elementos importantes de la escena. Los tonos verdosos, azules y grises que dominan en el cuadro contrastan con los vivos colores de los personajes.
Jesús, ajeno a la tempestad, está dormido, mientras que los apóstoles muestran claros signos de angustia ante la peligrosa tempestad que se abate sobre ellos. Justo sobre la vertical de Jesús –en clara alusión alegórica–, aparece una pequeña fracción del disco solar. Las tinieblas –el mal– se van abriendo camino, lo que –siguiendo con la alegoría– podría llegar a ocultar el sol por completo, consumándose la victoria del mal sobre el bien.
La misteriosa tempestad de Giorgone
Una de las tormentas pictóricas sobre la que más se ha escrito es la que plasmó en su cuadro “La tempestad” el pintor italiano Giorgio da Castelfranco, más conocido como Giorgone (1477-1510). La tormenta que domina en el fondo del cuadro viene acompañada de un rayo, y no es muy diferente a otras pintadas por otros artistas. En lo que no se ponen de acuerdo los especialistas de arte es en el verdadero significado de este misterioso cuadro. La tormenta con el rayo podría reflejar la ira de Dios, pero los dos personajes que aparecen en primer plano parecen totalmente ajenos a ella. Esa indiferencia invita a pensar que es el relámpago el principal protagonista de la escena. Se ha llegado a especular con que el cuadro podría representar la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Con la tormenta identificaríamos al mismísimo Dios, el pueblo del fondo sería el Edén y las columnas rotas simbolizarían el carácter mortal de los hombres, una vez que se convierten en pecadores.
Otro interesante acercamiento a las tormentas es el que hizo El Greco (1541-1614) en algunos de sus cuadros. Hemos seleccionado una de sus conocidas vistas de Toledo, conocida como “Toledo en la tormenta”. El cuadro lo pintó el artista hacia 1607 y tal y como dictaba el manierismo del que fue un gran exponente, la pintura tiene una fuerte carga espiritual. Los fuertes contrastes entre las luces y las sombras, entre los fríos y a la vez luminosos colores de la vegetación y los edificios, y la negritud de la tormenta situada a espaldas de la ciudad, representan la lucha entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Esta obra es el primer paisaje aislado de la pintura española y la pincelada suelta y acabada que emplea el artista lo convierte en un cuadro casi impresionista, adelantado a su tiempo.
Un fino observador de tormentas
Terminaremos este breve y necesariamente incompleto recorrido por las tormentas de los cuadros con un pintor de culto, que cuidó hasta el más mínimo detalle los cielos tormentosos que plasmó en algunas de sus obras. Se trata de Joachim Patinir (h. 1480-1540), que ganó fama universal, encandilando al mismísimo Felipe II, por su particular forma de aplicar el color azul a los cielos de sus cuadros. Un azul intenso y muy llamativo. Curiosamente, la porción del lienzo que Patinir dedicaba al cielo era pequeña, colocando bastante arriba la línea del horizonte. El alto precio y la escasez del lapislázuli (pigmento usado en aquella época para elaborar los colores azules con los que solían pintarse los mantos de las vírgenes y el cielo) pudo ser uno de los motivos que restringió la parte celeste de sus cuadros a esa estrecha franja superior, a pesar de lo cual el artista recreó con todo lujo de detalle los elementos atmosféricos.
Joachim Patinir fue un grandísimo retratista de tormentas, de lo que da fe su cuadro “Paisaje con San Jerónimo”. Aunque el motivo del cuadro es religioso, el paisaje es el verdadero protagonista, dominando la escena. La claridad celeste en las cercanías del horizonte que aparece en la parte central superior del cuadro, contrasta con los nubarrones y el cielo tenebroso del lado izquierdo, donde se aprecian, con gran realismo, las cortinas de precipitación que descargan de la parte delantera de un cumulonimbo. Solo por ese detalle, Patinir ocupa un puesto destacado entre todos los retratistas de tormentas de la historia de la pintura.