Los chubascos y sus sinónimos
Los chubascos son uno de los elementos meteorológicos típicos de la primavera. La palabra chubasco es equivalente a aguacero y chaparrón, existiendo una larga lista de variantes y localismos, que son también sinónimos y que recopilamos en la presente entrada.
Con la llegada de la primavera, los chubascos comienzan a cobrar protagonismo, estando con frecuencia asociados a las tormentas. El chubasco, expresado así o con cualquiera de sus sinónimos –algunos de los cuáles recopilaremos en el presente artículo– no debe de identificarse con un hidrometeoro que precipita, como la lluvia, la llovizna, la nieve o el granizo, entre otros, sino como un tipo de precipitación; una forma de llover si el citado chubasco es de lluvia. Las otras dos formas son la continua (al paso de un frente cálido, por ejemplo) y la intermitente.
La palabra “chubasco” proviene de la voz portuguesa chuva (lluvia), que tiene a su vez origen etimológico en la palabra latina pluvia. En cuanto a su definición técnica, encontramos la siguiente en el “Manual de uso de términos meteorológicos de la AEMET” (Año 2015): “Precipitación, frecuentemente fuerte y de corta vida, que cae desde nubes convectivas; las gotas o partículas sólidas en los chubascos son usualmente mayores que los elementos correspondientes en otros tipos de precipitación. Los chubascos se caracterizan por su comienzo y final repentinos, generalmente por grandes y rápidos cambios de intensidad. Como sinónimo de chubasco puede usarse el término aguacero.”
El citado aguacero, junto a chaparrón, son posiblemente los dos sinónimos de uso más extendido para referirse al chubasco. Mientras que la primera tiene su origen etimológico en la palabra de latín vulgar aquacea, en el caso del chaparrón, la raíz chap- delata un origen onomatopéyico, al simular el ruido del impacto de las gotas (muchas y de gran tamaño) contra el suelo. Al hilo de esto, fue muy sonada la anécdota protagonizada en Radio Nacional de España por el meteorólogo Antonio Naya, en los años 80. Preguntado por la diferencia que hay entre la llovizna y el chubasco, comentó que la primera cuando llega al suelo hace chip-chip-chip y el segundo hace CHOF-CHOF-CHOF (o equivalentemente CHAP-CHAP-CHAP, pensando en el citado chaparrón).
Algunos localismos y variantes
Existen distintas variantes de chubasco, aguacero y chaparrón, que constituyen nuevos sinónimos a añadir a la lista. Con la raíz chu- tenemos, por ejemplo, chubazo y chuzo (de punta). A este último le dedicaremos la última parte del artículo. A nivel coloquial, se usa también la expresión “chupa de agua” –equivalente a tromba de agua– si bien aquí el término chupa es una variante de chapa, que nos lleva de nuevo al chaparrón. Entre las variantes de este último tenemos chapetón, chapetazo o champlazo. El sufijo –azo indica brusquedad, que es una de las señas de identidad de los chubascos.
Entre los localismos que siguen esa misma senda fonética, tenemos el término de origen árabe algarazo, que se emplea en algunas comarcas de Aragón y zonas limítrofes de las provincias de Soria y Guadalajara. Se identifica con él un chubasco frío de lluvia, nieve granulada o cellisca, corto pero intenso. En otras zonas de España se refieren también al escañacabras. Sin abandonar Aragón, allí usan el término rujazo y sus distintas variantes, entre las que están rujiazo, ruxazo y rusazo. Algunas de ellas, como esta última, tienen también otras acepciones meteorológicas. Ramalazo, batilazo (o batida) y tabuscazo (o tabusco) son otros localismos de corte parecido, también sinónimos de chubasco.
Los sufijos –acha, –acho y –ucho tienen un carácter despectivo y los encontramos incorporados en algunos sinónimos de aguacero, como aguacha (de uso coloquial en Argentina) o aguaducho. Nada bueno cabe esperar de ellos, debido a su carácter violento, lo que tiene su reflejo en la propia construcción fonética de esas variantes. Añadimos un par de localismos más a la lista: por un lado, carañada, con el que se identifica en Cantabria un chubasco intenso, pero de lluvia fina, y, por otro, la expresión canaria “palo de agua”, con idéntico significado que la tromba o la chupa de agua, a las que antes nos referimos
El curioso origen de los chuzos de punta
La palabra chuzo adopta un sentido meteorológico, pero en este caso la raíz chu- no guarda relación con la que contiene el término chubasco y sus variantes. Identificamos con ella la forma que parecen adoptar las gotas de lluvia al caer en un aguacero, similar a pequeñas agujas. Por definición, el chuzo es un palo largo rematado por un pincho o cuchilla, que se popularizó en España gracias a los serenos, ya que estos vigilantes nocturnos llevaban una especie de bastón terminado en una punta metálica.
La palabra “chuzo” podría ser una deformación fonética del gentilicio “suizo” (natural de Suiza). Antiguamente, los soldados de ese país empleaban los chuzos como arma intimidatoria, algo que continua haciendo en la actualidad la Guardia Suiza del Vaticano. La conocida expresión “caer (o llover) chuzos de punta” –de uso muy extendido– toma el significado de llover con mucha intensidad, si bien la palabra chuzo también es sinónimo de carámbano.