¿Qué entendemos exactamente por inteligencia y por qué las plantas pueden mostrar signos de ella? Esto dice el MINT Lab

Debemos conocer mejor otras formas de vida como la de las plantas para poder comprender mejor la ciencia cognitiva, según los expertos del Laboratorio de Inteligencia Mínima de la Universidad de Murcia

¿Las plantas tienen la capacidad de tomar decisiones?

Con el objetivo de comprender qué es lo que entendemos por el concepto de inteligencia o distintas formas de inteligencia y definir qué seres biológicos pueden mostrar signos de inteligencia, en 2015 la Universidad de Murcia creó el Laboratorio de Inteligencia Mínima o MINT Lab.

El Laboratorio está dirigido por Paco Calvo, científico cognitivo y filósofo de la biología, que enfoca su trabajo en las capacidades de las plantas que, hasta el momento, han sido formuladas en el mundo científico desde los marcos teóricos del antropocentrismo y el zoocentrismo. Es el primer laboratorio del mundo en filosofía de la señalización y el comportamiento de las plantas.

¿Por qué no nos cuestionamos si una planta puede tomar decisiones y, en cambio, un perro o un ser humano sí? Porque asumimos que tiene que ser algo neuronal, según Paco Calvo.

En la actualidad, las redes neuronales son la base de los modelos lógicos en los que se basa la inteligencia artificial. Ya a finales de la década de los 90, Paco Calvo empezó a trabajar durante su doctorado en San Diego en la modelización de aspectos psicolingüísticos, del proceso que realizamos los humanos para adquirir estructuras gramaticales o una lengua materna con redes neuronales.

Redes neuronales artificiales VS redes neuronales biológicas

En 2005, el profesor Calvo asistió al Congreso de la Sociedad de la Neurobiología Vegetal. Esta misma sociedad se fundó ese año, y a partir de esto se publicó el primer manifiesto de la neurobiología vegetal.

Las redes neuronales artificiales tienen un procesamiento en paralelo, es decir, son redes de neuronas masivamente distribuidas en capas paralelas sin un módulo central de procesamiento. Son un sistema cognitivo descentralizado, como el de las plantas.

Un sistema masivamente distribuido por antonomasia son las plantas. Las plantas tienen redes neuronales biológicas descentralizadas.

Las plantas no necesitan una unidad central de procesamiento y no se han extinguido: siguen existiendo a base de una conducta flexible y adaptativa. Indicios que nos indican que debemos observarlas y estudiarlas mejor.

La inteligencia mínima se basa en una conducta adaptativa y lo suficientemente flexible como para darse cuenta y enfrentarse a las contingencias del entorno o a eventualidades externas a la propia planta. Así lo explica Paco Calvo, junto a Natalie Lawrence, en su libro “Planta Sapiens” (Descubre la inteligencia secreta de las plantas).

Uno de sus hallazgos es que las plantas silvestres presentan una capacidad adaptativa mucho mayor que las domésticas, y que la necesidad agudiza el ingenio es algo que también ocurre en el mundo vegetal. En una planta silvestre no maleada por el hombre, la distancia entre nodos es mucho mayor y parece que su movimiento es errático, pero en realidad es mucho más rico. La planta tiene que ir escaneando el entorno, tiene que velar por su supervivencia.

Las capacidades del sistema cognitivo de las plantas

Según Calvo, en el mundo vegetal también existe la capacidad de anticiparse al futuro aunque sea diferente a la humana. Las respuestas de las plantas se basan en una “anticipación ecológica” de interacción con su ambiente en tiempo real porque nunca se separan de su entorno.

Además, en el MINT Lab se encuentran actualmente trabajando en dos proyectos relacionados con la memoria y el aprendizaje de las plantas. Uno de ellos se basa en la réplica de experimentos de aprendizaje asociativo, como el clásico reflejo condicionado del perro de Pavlov.

Según Calvo, las plantas incluso podrían tener personalidad, basándose en el descubrimiento de que diferentes especímenes de una misma especie de plantas pueden actuar de maneras distintas. Tendemos a homogeneizar lo que se aleja de nosotros, pero tal y como no hay dos perros idénticos, no hay dos hormigas, ni dos gusanos. Parecen todos iguales, pero si dos gusanos tienen distintos genes y han estado expuestos a distintos entornos, no deberían ser iguales sino diferentes.

A su vez, han realizado varios experimentos aplicando anestesia a las plantas. Los resultados corroboran que todas las plantas se pueden “desactivar”. El disparo de una neurona también se da en las células vegetales, gracias a un potencial de acción. Tiene que ver con el desequilibrio eléctrico, en términos de cargas de iones entre el interior y el exterior de la membrana celular.

Según Calvo, es obvio que toda la vida de alguna manera se gobierna por los mismos principios, en el caso de las plantas por términos bioeléctricos.

Las plantas también tienen un mecanismo mediante el cual liberan algunas sustancias concretas en momentos de estrés. Esta es una razón más para revisar nuestras definiciones y preguntas en biología, pero sin caer de nuevo en el antropomorfismo, es decir, en atribuirle intenciones humanas a las plantas.

La inteligencia y el lenguaje de las plantas

En opinión del profesor Calvo, existen muchas lecciones que aprender de las plantas, y la primera nos da un baño de humildad frente a la preponderancia del estudio en neurociencia cognitiva de lo neuronal y lo cognitivo. Según el investigador, tenemos que darnos cuenta que la cognición no es correr un programa de ordenador en un hardware neuronal, como si fuera un tubo de ensayo.

Las plantas realizan una máxima descentralización de recursos. Estudiar y comprender su inteligencia nos ayuda a saber que no somos tan distintos de ellas.

Según el investigador, no puede decirse que haya una especie de planta más inteligente que otra, porque cada una de ellas evoluciona según las particularidades de su entorno. Aunque reconoce su especial predilección por las trepadoras.

Además, Calvo es consciente de que los resultados de sus investigaciones pueden causar daños especiales a muchos vegetarianos o veganos. Y lanza un mensaje para que estos se olviden de los reinos de procedencia, porque pueden encontrarse en la mesa con animales que hayan tenido una vida feliz y, sin embargo, plantas que hayan vivido estresadas.

Incluso reflexiona sobre el futuro de la comunicación con las plantas, ya que el siguiente paso sería descifrar su “lenguaje”. Para ello, los avances tecnológicos nos permitirán su “interpretación". La monitorización de una planta con sensores bioeléctricos te permite ver sus señales eléctricas, químicas e hidráulicas, y saber qué está pasando en su interior.

Se pueden desarrollar algoritmos de Machine Learning para interpretar la señal electrofisiológica de la planta y saber si la planta está estresada o no.

Por último, otro aspecto a abordar es la posibilidad de considerar los “derechos” de las plantas. Aunque de forma especulativa, también existen precedentes como el Acta de Tecnología Genética de Suiza en 2004, donde se planteó que la dignidad de los animales, las plantas y otras formas de vida deberían ser consideradas en cualquier investigación.

El Comité Suizo de Ética en Biotecnología No Humana (ECNH) concluyó por mayoría, que los organismos vivos, incluidas las plantas, tienen su propio valor inherente y, como tales, no deben usarse frívolamente.