¿La presencia de árboles en una ladera hace que llueva más?
La lluvia beneficia los árboles, pero ¿sabías que los árboles también benefician la lluvia? Os contamos la relación entre el efecto palanca y la presencia de este tipo de vegetación en las laderas montañosas.
La presencia de árboles en nuestros sistemas naturales supone un verdadero pulmón de oxigeno que beneficia la salud y la calidad de vida de los ciudadanos. Pero, además, los árboles tienen otros efectos a nivel ambiental, algunos ya muy conocidos y otros no tanto. La disminución de la erosión o un aumento del efecto albedo son consecuencias positivas para el territorio, que ayudan a fijar el terreno e impiden un calentamiento mayor de la zona, respectivamente.
Muchos de los bosques urbanos sirven como refugio climático ante las altas temperaturas en verano porque la presencia del verde apacigua el calor e implica un ambiente un poco más fresco y respirable. En este artículo vamos más allá y os contamos la relación entre el efecto palanca y la existencia de árboles en las montañas.
La mayoría de estudios científicos apuntan que las masas arbóreas producen más turbulencias en el aire y una modificación microlocal de las condiciones atmosféricas. Por supuesto estamos hablando de bosques relativamente grandes e importantes, que tengan capacidad de fricción cuando se produce un ascenso de la masa de aire en barlovento de las montañas.
Los árboles favorecen las turbulencias locales
Una de las principales hipótesis -no contrastadas empíricamente aún- es la posibilidad de un aumento de la lluvia en laderas con presencia arbórea debido a ese efecto palanca, inducido por la altitud de los troncos y la magnitud de las copas.
"Aquellas vertientes cubiertas de árboles van a inducir una mayor turbulencia local y un mayor rozamiento".
Por ejemplo, en una situación de borrasca con flujo húmedo de componente sur en los Pirineos, aquellas montañas cubiertas de árboles en su vertiente sur probablemente retendrían más ese flujo inestable y actuarían como una especie de barrera a barlovento que descargaría más precipitación.
Esta premisa está condicionada por una serie de factores como la velocidad del flujo de aire, la altitud y densidad de la masa arbórea o la inclinación de la vertiente. A lo largo de las últimas semanas también hemos descubierto cómo el tejido urbano condiciona los sistemas convectivos o la influencia de los ríos peninsulares en los fenómenos atmosféricos.