¿Por que los rayos que caen en el mar no matan a los peces?
Aunque los rayos que caen lo hacen mayormente en tierra firme, una pregunta recurrentes es por qué no matan a los peces que están en mar cuando impactan en la superficie marina.
Una persona que está nadando en el mar en medio de una tormenta eléctrica es un blanco perfecto para un rayo que pueda caer a superficie. Ahora, la pregunta es, ¿por qué entonces los peces no sufren daños cuando una tormenta proyecta rayos sobre el agua? Primero hay que revisar las estadísticas para confirmar que los rayos que caen sobre el mar son una minoría.
La dispersión de la electricidad en el mar está relacionada con la salinidad del agua que ayuda a la dispersión a una zona más amplia. Pero el rayo no logra penetrar mucho en profundidad.
Si bien los mares cubren tres cuartas partes del planeta, la mayoría de los rayos caen sobre zonas de tierra firme. O sea que la probabilidad de que te caiga un rayo mientras te bañas en el mar es baja. Pero que esa probabilidad sea baja no quiere decir que no pueda ocurrir. Así que mejor evitar la situación. Lo cierto es que más raro aún es que un pez muera por el impacto de un rayo.
La explicación está relacionada con cómo la electricidad se distribuye por el agua que la recibe. Si bien la sal del mar ayuda a su dispersión en el agua, no logra penetrar mucho en profundidad, mientras que lo hace mayormente sobre la superficie. Y por ello, solo quienes naden cerca de la superficie podrán recibir algún daño. Y ahí el mayor candidato es el nadador de nuestro ejemplo, porque la mayoría de los peces nadan a una profundidad que les da seguridad.
El mejor consejo es evitar las situaciones de riesgo
Es por ello que cuando hay actividad eléctrica lo mejor es abandonar el baño. Y tener en cuenta que en la playa, la probabilidad de recibir la descarga de un rayo aumenta exponencialmente respecto del mar. El mejor consejo es que cuando escuchamos truenos, debemos entender que la tormenta está lo suficientemente cerca como para que puedan caer rayos cerca. Así, cuando hay actividad eléctrica y estamos en la playa, lo más seguro es abandonarla, lo mismo que si estamos nadando en el mar.
Conociendo entonces este comportamiento de la electricidad de un rayo al llegar al mar, entendemos cómo la gran mayoría de animales que viven en el mar raramente son afectados por un rayo. Un estudio desarrollado por la Universidad Tecnológica de Bialystok, en Polonia, concluyó que la distancia que la corriente eléctrica es capaz de recorrer depende de la salinidad del agua.
Allí se puede concluir que el agua del mar abierto es donde con mayor facilidad se distribuye la electricidad, y en menor medida en la zona de costas. Al tener cantidades mínimas de sal, la distribución es mucho menor en los ríos, y en las piscinas. En algunos casos, los rayos han llegado a la ducha del baño tras viajar a través de los caños de las redes de suministro.
Esta es la distancia de seguridad si un rayo cae en el mar
El estudio mencionado también da datos sobre las distancias de seguridad. Allí se indica que la distancia segura para una persona que nade en el mar respecto al impacto de un rayo es de unos 30 metros. Ahora, al tener en cuenta que esta descarga se expande en todas las direcciones, la zona potencialmente mortal abarca unos 2800 metros cuadrados. Aunque parezca irónico, a los peces los salva el escudo de agua que los rodea.
Para comprender la potencia de este fenómeno, la Administración Nacional Atmosférica y de Océanos de Estados Unidos (NOAA), ha aportado detalles. Un relámpago típico puede descargar hasta 300 millones de voltios y 30000 amperes, suficientes para matar a cualquier ser humano. Como sea, a nadie se lo ocurriría hacer cálculos estadísticos. Mejor alejarse lo más rápido posible.
Si es cierto que la mayor cantidad de impactos de rayos en playas ocurren en verano por el aumento en la concentración de personas. Y de hecho es en fines de semana cuando esa probabilidad se dispara. Pocas personas abandonan efectivamente la playa a pesar del gran riesgo que conlleva estar allí con una tormenta en desarrollo.