¿Te has fijado en el color de las montañas? ¡A veces pueden ser azules!
Las montañas presentar una gran variedad de colores a lo largo del año, pero hay uno que te sorprenderá especialmente: ¡a veces son azules! ¿Cómo es posible? ¿Cuándo pueden admirarse estas tonalidades tan curiosas? Aquí te lo explicamos.
Recorrer un bosque caducifolio de montaña siempre es agradable, en verano por su frescor, en invierno por su silencio y en otoño por los múltiples colores que podemos encontrar: verdes, amarillos, rojos, marrones y un largo etcétera.
Desde una distancia mayor, las laderas boscosas de una montaña las podremos ver verdes, de varios colores o blancas, según la época del año y en todo momento las podríamos ver ¡azules! Esto no se nos había ocurrido, ¿verdad?
Ered Luin o Montañas Azules
Los seguidores del universo ficticio de J. R. R. Tolkien sabemos que las Ered Luin es una cadena montañosa muy significativa para los elfos y los enanos; pero no nos referimos a ellas. Como tampoco vamos a hablar de las Blue Mountains de Nueva Gales del Sur en Australia o de las que se encuentran en Nueva Zelanda, también relacionadas con los exteriores donde se rodó El Señor de los Anillos.
El origen de este fenómeno de color no tiene nada que ver con la geología ni con la literatura, es debido a la luz que emana la atmósfera y que nos permite observar toda una gama de azules, desde los más tenues de la distancia a los más intensos en nuestras cercanías.
Para empezar, recordemos brevemente por qué el cielo es azul. La luz del sol llega a la atmósfera de la Tierra y es dispersada en todas direcciones por los gases y las partículas que se encuentran en el aire. La luz azul se esparce más que el resto de los colores porque tiene una longitud de onda más corta, provocando que veamos el cielo de esa forma.
Distintas tonalidades de azul
En la atmósfera existen muchas más partículas que pueden conseguir el mismo efecto que los gases en la dispersión de la luz y son las que consiguen dar distintas tonalidades de azul al paisaje.
En momentos otoñales, con una cantidad mayor de vapor de agua en la parte baja de la atmósfera o de gotitas en caso de tener neblina o niebla en la zona boscosa de las montañas, el efecto que se produce es un pérdida de claridad del azul, aproximándolo hacia el blanco, ya que la dispersión sufrida es mucho mayor. Por el contrario, en situaciones de tiempo estable y seco, el color azul predomina y consigue dar una mayor tonalidad azulada al paisaje.
Este juego de colores también nos ayuda a la hora de darnos cuenta de la distancia a la que se pueden encontrar distintas montañas que se extienden en la lejanía, se producirá un tono azulado diferente, desde el más intenso para las más cercanas, hasta el color blancuzco de las más alejadas.
De todas maneras, el “verdadero” color que debería tener, tanto el cielo como estos elementos del paisaje, sería el violeta, que es el color que más se dispersa. Sin embargo, las personas tenemos más sensibilidad por el azul, motivo por el cuál vemos el cielo y las montañas de este color.uizás en otros planetas sí que se verían de otro color, probablemente alguna vez lo sepamos.