¿Por qué hibernan animales y plantas? La ciencia lo explica como un sorprendente acto de pura bondad

Hasta ahora, se pensaba que algunas especies entraban en un letargo inducido en verano o invierno para su propia conservación. Sin embargo, un nuevo estudio revela otra función mucho más importante cuando las condiciones ambientales se vuelven demasiado duras.

oso
El oso pardo hiberna hasta cinco meses. La función es fundamental para garantizar la supervivencia de otras especies, que compiten por los mismos recursos. Foto: Pixabay

Nadie se queda de brazos cruzados cuando la vida se vuelve demasiado complicada. Los seres humanos, los animales y las plantas se adaptan a las nuevas condiciones o hacen las maletas y buscan un nuevo lugar donde volver a ser felices.

Algunas especies, del reino animal y vegetal, sin embargo, tienen una opción más. Entran en un estado de letargo durante una temporada entera -o varios años- hasta que las condiciones mejoran. Muchos organismos suspenden sus actividades para asegurar su supervivencia.

Es el caso de especies que hibernan con el frío, como el oso pardo, la ardilla terrestre, el murciélago o la marmota alpina. O incluso animales que hacen estivación en verano o durante periodos de sequía, como el cocodrilo de agua dulce, el caracol, los erizos o la tortuga del desierto.

Es el caso de especies que hibernan con el frío, como el oso pardo, la ardilla terrestre, el murciélago o la marmota alpina. O incluso animales que hacen estivación en verano o durante periodos de sequía, como el cocodrilo de agua dulce, el caracol, los erizos o la tortuga del desierto.

Algunas semillas también permanecen en letargo durante períodos muy fríos o muy calurosos, esperando condiciones más suaves para germinar. Uno de los ejemplos más sorprendentes en la naturaleza son las semillas en el suelo del desierto de Atacama en Chile, que florecen cada cinco a siete años cuando una niebla, conocida localmente como camanchaca, atraviesa la región.

atacama
Las semillas de flores silvestres permanecen inactivas durante varios años en el desierto de Atacama (Chile), esperando que la niebla, conocida como camanchaca, germine y florezca durante breves períodos. Foto: Manuel Muñoz Acuña/Adobe Stock

Las corrientes oceánicas frías, procedentes de la Antártida, se mezclan con las altas temperaturas del desierto. Unas simples gotas de agua dan lugar a una explosión de flores silvestres que colorean el desierto en tonos violeta y lila .

La latencia como estrategia de supervivencia

Un nuevo estudio, dirigido por investigadores de la Universidad de California , en Estados Unidos, ha descubierto que la propensión a la latencia, entre animales y plantas, no es sólo una estrategia de autoconservación. Su función es mucho más importante, ayudando a equilibrar la competencia entre especies.

Cuando las condiciones ambientales son extremas, la lucha por la supervivencia es más feroz. Algunos deciden entonces abandonar la escena, ofreciendo a sus rivales la oportunidad de seguir viviendo sin tener que competir con ellos por los recursos de la naturaleza.

La investigación se centró principalmente en un tipo particular de latencia en los animales, conocido como diapausa, en el que las especies no comen ni hacen mucho movimiento. Durante este periodo, el organismo reduce la actividad metabólica, logrando resistir los cambios de las condiciones ambientales.

Este proceso, en teoría, permite evitar entornos adversos. Sin embargo, los científicos tienen dificultades para establecer una relación directa entre la latencia y la supervivencia de determinadas especies.

Este proceso, en teoría, permite evitar entornos adversos. Sin embargo, los científicos tienen dificultades para establecer una relación directa entre la latencia y la supervivencia de determinadas especies.

El estudio buscó establecer esta conexión a través de experimentos con microorganismos presentes en el suelo. La clase Caenorhabditis elegans fue convocada específicamente para esta misión. Se observaron minuciosamente cuatro grupos de este tipo de gusanos, cada uno con sus propias características.

Caracol
Ante las altas temperaturas y la escasez de alimento y agua, el caracol endurece su caparazón con mocos y entra en un estado de letargo, llamado estivación. Foto: Pixabay

El primer grupo está genéticamente más inclinado a entrar en letargo; el segundo, menos probable; el tercero totalmente incapaz; y el cuarto, finalmente, con predisposición media a la dormición. Todos fueron sometidos a las mismas condiciones y obligados a competir por el alimento en diferentes entornos con una especie competidora : otro gusano que lleva el nombre de C. briggsae.

Simulaciones por computadora de la vida real

Los datos extraídos de estos experimentos se utilizaron luego para realizar millones de simulaciones por ordenador para determinar si, a largo plazo, una especie llevaría a otra a la extinción o si, por el contrario, podrían coexistir en diferentes condiciones ambientales. Lo que encontraron los investigadores es que cuando las especies son más propensas a la latencia, sus rivales pueden coexistir en una gama más amplia de condiciones ambientales.

Es cierto que las conclusiones del estudio están respaldadas por modelos computacionales. Pero dada la dificultad de probar la teoría en la vida real, el método produjo respuestas prometedoras. Los investigadores están convencidos de que este enfoque tiene un gran potencial para ser utilizado en experimentos más profundos sobre el papel de la latencia en la supervivencia de las especies.

murcielago
Los murciélagos hibernan boca abajo para evitar ataques de depredadores. La especie puede reducir su temperatura corporal y su metabolismo hasta el umbral de supervivencia. Foto: Bencina/Adobe Stock

Los resultados, según los investigadores, también sacan a la luz una pregunta que podría volverse muy relevante para los tiempos actuales: ¿están estas especies mejor preparadas para resistir el cambio climático?

Los organismos que pueden escapar de eventos como olas de calor y sequías prolongadas pueden ser más resistentes a los efectos del cambio climático.

Este es un tema que no debe ignorarse y, por lo tanto, será central para la siguiente fase de esta investigación. El próximo capítulo es vincular la dinámica observada en el laboratorio con la latencia de plantas, animales y microbios en el mundo real. Esperemos los resultados.

Referencia del artículo :

Jones, T. N., Bundus, D. J., Shurin, B. J., et al. Dormancy promotes coexistence in fluctuating environments. Oikos journal, NSO (2024)