¿Por qué hace más viento de día que de noche?
El viento es un fenómeno meteorológico íntimamente ligado a la radiación solar y presenta grandes variaciones entre día y noche. Esto se debe a una serie de factores microclimáticos.
El viento es un fenómeno meteorológico fascinante porque puede variar rápidamente de un momento a otro o entre lugares relativamente cercanos. Es además un fenómeno de gran impacto, cuando acompaña borrascas o en forma de violentas rachas asociadas a fuertes tormentas.
¿Qué es el viento?
El viento no es más que aire en movimiento. El aire es un fluido que nos envuelve en todo momento, especialmente en capas inferiores de la atmósfera. En meteorología normalmente nos referimos al viento en función de la fuerza y la dirección en el plano horizontal.
La fuerza se puede registrar con diferentes unidades de medida, las más empleadas son los kilómetros por hora, metros por segundo, millas por hora y/o nudos. La escala de Beaufort permite estimar la velocidad del viento en base a la observación visual, sin necesidad de un anemómetro. La dirección se refiere al lugar de donde viene el viento y se mide en grados o cuadrantes, considerando un círculo de 360º con todas las direcciones.
La fuerza del viento está estrictamente ligada al gradiente de presión, es decir, la diferencia de presión entre dos puntos. Las isobaras son las líneas que unen puntos de igual presión y nos ayudan a determinar las zonas de viento más intenso. En la cercanía de las borrascas, las isobaras tienden a comprimirse, esto es síntoma de vientos fuertes que viajan de los anticiclones hacia las borrascas.
Más de día que de noche
En general, siempre suele hacer más viento durante el día, especialmente en las horas centrales, con encallada nocturna posterior. Según explica el meteorólogo Agustí Jansà en uno de sus libros, la velocidad media del viento en Menorca es de 6 nudos por la noche y 12 al mediodía. El aumento entre noche y día puede llegar al 150% en invierno. ¿A qué se debe este incremento?
Cuando el sol calienta la superficie terrestre, el aire de las capas bajas se vuelve menos denso y empieza a subir formando térmicas. Como resultado, se forman bajas presiones sobre tierra, denominadas bajas térmicas.
El calentamiento diurno, inestabiliza el aire, incluso cuando las condiciones son anticiclónicas. Las térmicas implican un aumento del viento en superficie con turbulencia asociada debido a las diferencias de presión generadas por el calentamiento diurno.
En zonas costeras, la diferencia de temperatura entre tierra y mar, genera brisas que soplan de mar hacia tierra. Las brisas pueden soplar de forma constante durante muchos días seguidos, alcanzando velocidades medias de 20 a 30 km/h y picos de hasta 40 km/h. En ocasiones, las brisas pueden combinarse con el viento general, intensificándolo en las horas centrales del día.
De noche, el enfriamiento del aire junto al suelo produce el efecto contrario. El aire se vuelve más frío, denso y domina la estabilidad. Las brisas de tierra son mucho más débiles, alcanzando velocidades medias de 5 a 10 km/h. Por ello, las noches suelen ser menos ventosas que los días, a no ser que haya una borrasca cercana.