Peligro, ¡mareas! Evitemos sustos en la playa
Bañarse en el mar no es tan divertido cuando se tienen en cuenta todos los peligros que existen. Corrientes y oleaje son los más conocidos, pero no se puede subestimar las peligrosas mareas.
Cuando llega el verano no queremos hacer otra cosa que ponernos a remojo. Lo más cómodo es ir a la piscina, especialmente si tenemos la costa lejos. Es un lugar seguro, con sus aguas transparentes y la profundidad conocida. El socorrista nos tiene siempre a la vista y además nos ahorramos el engorro que supone llegar a casa rebozado de arena.
Los que amamos la naturaleza preferimos el baño en el mar. A pesar de que la mayoría de playas cuentan con un servicio de socorrista, bañarse aquí es más peligroso que en una piscina. Hay que tener en cuenta que desconocemos la profundidad y el mar cada día presenta un oleaje y unas corrientes distintas. Eso sin olvidar la visita indeseada de las medusas.
Hay otro elemento que hay que tener muy en cuenta en verano y que provoca más de un susto a los visitantes que vienen de lejos y no conocen ciertas aguas: las mareas. Aparentemente inofensivas, pueden acabar en tragedia si no vamos con extremo cuidado.
Atentos a mares desconocidos
Las mareas se producen debido a la fuerza de atracción gravitatoria entre la Tierra y la Luna. Sin olvidar, aunque en menor medida, también la del Sol. Aproximadamente cada seis horas se produce una marea alta o una marea baja. Es difícil que pasemos más de seis horas en una playa, pero puede ser que durante nuestra estancia, el nivel del mar suba de forma tan significante que nos obligue a tomar algunas medidas, como por ejemplo hacer retroceder la toalla unos cuantos metros. Este sería el caso menos peligroso.
Los habitantes del Mediterráneo se pondrán las manos a la cabeza cuando visiten las playas atlánticas. La marea es impresionante. La masa de agua mediterránea es mucho más pequeña que la atlántica, y además, su única salida que tiene es estrecha. Se trata del Estrecho de Gibraltar. Cuando sube o baja la marea se crea una corriente en esa zona tan fuerte que puede llegar a impedir que un barco avance. Por estos motivos la marea en el Mar Mediterráneo es menor que la del Océano Atlántico.
Por esto es tan importante al cambiar de costa, ya sea dentro del mismo país o viajando a otros continentes, conocer cómo se comporta el mar en cada lugar. Hoy en día la información está disponible en internet. Otra opción es preguntar por la zona o al socorrista. También observar cómo actúa la gente en la playa. Si nadie se baña, por ejemplo, será sospechoso.
Los peligros a los que nos enfrentamos
El menor problema al que nos podemos enfrentar por culpa de la marea es el hecho de tener que levantar el campamento compuesto por toalla, nevera, silla, sombrilla y demás accesorios porque el nivel del mar suba. Es algo que incluso produce momentos cómicos, especialmente a los bañistas que están, haciendo el símil de la construcción, en segunda o tercera línea de playa y conocen bien el terreno. ¿A quién no le ha ocurrido alguna vez?
Menos gracia hace a los visitantes, muchos de ellos extranjeros, que deciden aparcar sus vehículos cerca del agua en el Atlántico. Cada verano sale alguna noticia, con la instantánea de rigor, de un vehículo sumergido. En Galicia sucede a menudo. Hay lugares en puertos o cerca de las playas en los que se puede aparcar pero que quedan sumergidos durante algunos tramos del día. Siempre hay algún visitante que no conoce la zona y que deja aparcado su vehículo durante horas. Al volver, se lo encuentra dentro del agua.
Pero finalmente tenemos riesgos más importantes que pueden poner en peligro nuestras vidas. Buscando un rincón perfecto, sin bañistas, puede que tengamos que caminar sobre unas rocas o arena que al poco rato quedan sumergidos por la marea. Cada verano se tiene que rescatar a gente que se ha quedado atrapada porque no ha podido volver debido a la subida del nivel del mar. Igualmente nos puede ocurrir entrando en cuevas. Es muy peligroso no tener en cuenta cuánto sube el mar a la hora de movernos por lugares desconocidos.