Panza de burro, mar de nubes y las islas de los Bienaventurados
Durante el agosto pasado el archipiélago canario fue noticia meteorológica por las altas temperaturas que produjo una entrada del este. Está situación rompió la habitual panza de burro y el mar de nubes, ¿qué hay detrás de estas denominaciones?
El archipiélago canario es conocido como las Islas Afortunadas o también como las Islas de los Bienaventurados, expresión algo menos habitual. Ambas provienen de la mitología griega y son el lugar donde las almas virtuosas de los héroes gozaban de un reposo después de su muerte.
Los griegos las situaban más allá de las Columnas de Hércules, actual estrecho de Gibraltar, un lugar de muy difícil acceso en el océano Atlántico y que se han identificado tradicionalmente con los archipiélagos del grupo denominado Macaronesia.
Los vientos alisios
Sea como fuere, el hecho de ser islas ya les confiere un halo de mitificación y si le sumamos su situación geográfica, más allá del mundo conocido, es indudable que la imaginación de los autores clásicos volase y las describiesen como enclaves idealizados tocados por la vara de la diosa de la fortuna.
Centrándonos en las islas Canarias, hay una situación meteorológica que domina sobre todas las demás y ayuda enormemente a dar la razón a los pensadores griegos.
Como vimos en el artículo sobre la circulación general atmosférica, la célula tropical o de Hadley se cierra al emitir vientos hacia el Ecuador con dirección nordeste-suroeste en el hemisferio Norte, se trata de los vientos alisios, con una intensidad media de 10 a 15 nudos, más intensos en verano y dominan el panorama meteorológico de las Canarias.
Esta situación es la que a finales de agosto se interrumpió durante la última irrupción cálida, incluso con entrada de polvo sahariano sobre las islas y que provocó temperaturas extremadamente altas en medianías, con valores medios que no bajaron de los 37 ºC en el interior de la isla de Gran Canaria.
Panza de burro, mar de nubes y bosque de Laurisilva
La importancia de los alisios en las islas es fundamental, ya que son vientos relativamente frescos, cargados de la humedad del mar y que soplan en la parte baja de la atmósfera.
Otro punto a tener en cuenta es la situación geográfica del archipiélago, que lo coloca en la zona de influencia del anticiclón de las Azores, donde se producen grandes descensos de aire, que se va comprimiendo, por tanto se calienta y provoca la formación de una inversión de subsidencia, dejando confinado al aire fresco y húmedo en su parte inferior y a la masa más cálida en la superior. Esta inversión tiene una altura muy variable, tanto en un día como a lo largo del año.
Y llegamos al tercer punto, la imponente orografía de las islas Canarias, que fuerza a ascender al aire húmedo de los alisios y formar una capa nubosa, la llamada panza de burro, cuya altura superior es la que marca la inversión de subsidencia. Este toldo de nubosidad provoca días grises, temperaturas más frescas y en la zona de contacto con el terreno, habitualmente a media altura en la zona montañosa, niebla y algo de precipitación.
Mientras, por encima del estrato nubosos se puede disfrutar del sol y del espectacular mar de nubes, formado por estratocúmulos, situados entre los 500 y los 1.500 metros de altitud, según la época del año y con movimientos del verdadero mar, como se puede apreciar en el siguiente vídeo realizado por Fernando Bullón en la isla de La Palma.
Las nieblas que se forman con el mar de nubes, al chocar con las hojas de los árboles, forman pequeñas gotas de agua que posteriormente terminan cayendo al suelo, aportando un grado de humedad importante al terreno y ayudando a aumentar el caudal de las aguas subterráneas.
Es el fenómeno que se conoce como la lluvia horizontal y que es de enorme importancia en las islas más occidentales del archipiélago canario, como son El Hierro, La Gomera, La Palma, Tenerife y Gran Canaria. En esta zona de contacto se forma una exuberante vegetación subtropical, es el área del bosque de Laurisilva, considerado una reliquia viviente de las formaciones boscosas que cubrían gran parte de Europa en el Terciario y que en la actualidad se mantiene en las laderas de barlovento, muy expuestas a los alisios y que pueden llegar a tener precipitaciones entre los 500 a 1.000 l/m2. Nos encontramos, por fin, en las verdaderas islas de los Bienaventurados.