Las tres olas de frío de febrero de 1956

La sucesión de tres olas de frío muy intensas a lo largo de febrero de 1956 convierten a este mes en el más frío desde que la Pequeña Edad de Hielo dio sus últimos coletazos en España. Las nevadas, además, fueron muy importantes.

Nieve en Figueras
Jardín de la Plaza de la Estación de Figueras (Girona), cubierto de nieve en febrero de 1956. Fuente: Colección particular de Josep M. Bernils Mach.

Según la climatología, el mes de enero es el más frío del año en España, seguido muy de cerca por febrero, que algunos años toma la delantera en la particular competición de las bajas temperaturas invernales. En 1956 febrero rompió todas las estadísticas. Fue el mes más gélido de todo el siglo XX, lo es también de todos los que llevamos en el siglo XXI y para encontrar un mes o periodo tan gélido, nos tendríamos que remontar al siglo XIX (quizás al XVIII), coincidiendo con los últimos coletazos de la Pequeña Edad del Hielo.

Aunque en muchos libros y artículos se hace referencia a la gran ola de frío de febrero 1956, en realidad lo que aconteció aquel gélido mes fue una sucesión de 3 olas de frío, todas ellas extraordinarias, lo que dio lugar a una temperatura media mensual extraordinariamente baja en España, llegando a ser negativa en algunos observatorios.

En el marco actual de calentamiento global es difícil que se repita un mes tan gélido como aquel histórico febrero, aunque la extremosidad que caracteriza últimamente el comportamiento atmosférico podría dar como resultado una ola de frío de magnitud similar a alguna de las tres ocurridas. Tenemos fresca aún en nuestra memoria las gran nevada y ola de frío posterior al paso de la borrasca Filomena, en enero de 2021.

Una primera ola de frío de récord con nevadas copiosas

El último día de enero de 1956, una masa de aire polar continental (extraordinariamente frío y seco) que se extendía por buena parte de Europa llegó hasta los Pirineos. El 1 de febrero ese aire gélido rebasó esa barrera orográfica y comenzó a avanzar por el territorio peninsular, pillando también de lleno a Baleares. Esta primera ola de frío se prolongó hasta el 5 de febrero.

Esta primera siberiana llegó a provocar desplomes de temperatura de hasta 20 grados de un día para otro en algunos observatorios pirenaicos, y quedará siempre en el recuerdo por dar lugar a la temperatura mínima absoluta todavía vigente.

Primera ola de frío. Febrero de 1956
Mapa de reanálisis de la NOAA con el campo de temperaturas a 850 hPa correspondiente al 2 de febrero de 1956 a las 12z. Fuente: Wetterzentrale.de

El 2 de febrero de 1956 la temperatura bajó hasta los -32 ºC en una estación meteorológica de alta montaña que por aquel entonces había instalada en el Estany Gento, en el Pirineo de Lleida, siendo este el registro que figura en el Banco Nacional Datos Climatológicos de AEMET como el dato oficial de la temperatura más baja registrada jamás en España.

Existen registros más bajos, pero no están homologados por la citada AEMET, por lo que, a día de hoy, no son oficiales. Incluso se llegó a especular (información difundida por algunos medios de comunicación franceses), que aquel gélido 2 de febrero de 1956 se llegaron a medir -50 ºC en el macizo de Marboré, a 2.600 metros por encima del nivel del mar.

Aparte de los -32 ºC, la incidencia de esta primera ola de frío siberiano fue extraordinaria en muchas otras zonas peninsulares (particularmente del nordeste) y Baleares, con nevadas copiosas a nivel del mar en el Cantábrico Oriental, la Costa Brava o el archipiélago balear, en combinación con unas temperaturas bajísimas, con heladas negras que causaron daños en infraestructuras y la agricultura.

Los olivares que por entonces abundaban por el Ampurdán, quedaron arrasados. Los olivos se congelaron por completo, sin que se pudiera volver a recuperar la actividad agrícola en aquella zona, que años más tarde encontró en el turismo su principal fuente de ingresos.

Segunda ola de frío siberiano en España

Tras esos fríos tan intensos de los primeros días de febrero, nadie por aquel entonces podía sospechar que pocos días después entraría en escena una segunda ola de frío de características bastante parecidas a la precedente. La tarde del 10 de febrero de 1956 una nueva masa de aire llegó a España, tras dejar congelada media Europa.

Ese día se descolgó un embolsamiento de aire a -18 ºC en el nivel de 850 hPa sobre todo el cuadrante NE peninsular, manteniéndose hasta el martes 14 la isoterma de -10 a ese nivel de presión sobre la vertical de la Península, lo que da idea de la crudeza y duración del episodio.

Segunda ola de frío. Febrero de 1956
Mapa de reanálisis de la NOAA con el campo de temperaturas a 850 hPa correspondiente al 11 de febrero de 1956 a las 6z. Fuente: Wetterzentrale.de

Aparte del intenso frío, las nevadas fueron cubriendo amplias zonas de la Península, llegando a nevar en ciudades como Málaga, si bien las más importantes afectaron a todo el norte peninsular y a la zona centro. Cantabria fue una de las regiones más castigadas por el frío y la nieve. Quedó incomunicada con la meseta tanto por carretera como por tren, y las nevadas llegaron a acumular más de medio metro de nieve en numerosas localidades de la Montaña. En Santander los días 10, 11 y 12 se registraron -3,6, -3 y -3,8 ºC de temperatura mínima respectivamente, lo que da idea de la crudeza del episodio invernal.

Tercera ola de frío menos potente pero también gélida

Tal y como suele afirmarse, no hay dos sin tres. Apenas unos días después de que la potente segunda ola de frío dejara a España tiritando y con grandes problemas de comunicaciones, una tercera ola de frío comenzó a irrumpir en la Península. Entre los días 17 y 18 llegó una nueva masa de aire frío, no tan extremo como el de las dos olas precedentes, pero también destacada.

En esta ocasión no se trató de una siberiana, sino de una masa de aire ártico continental, de procedencia norte, que alcanzó la Península tras deslizarse hacia el sur forzada por el empuje ejercido por un par de dorsales anticiclónicas que flanqueaban el continente europeo.

Tercera ola de frío. Febrero de 1956
Mapa de reanálisis de la NOAA con el campo de temperaturas a 850 hPa correspondiente al 20 de febrero de 1956 a las 0z. Fuente: Wetterzentrale.de

La entrada de vientos del norte, más húmedos, dio lugar a importantes nevadas en el Cantábrico, los Pirineos y la zona del Alto Ebro, produciéndose también algunos desplomes de aire frío muy destacados. En Reinosa se alcanzó una mínima absoluta de -16 ºC el día 22. En dicha localidad se llegó a acumular hasta metro y medio de nieve por las calles, nevando 19 días a lo largo de aquel gélido febrero de 1956, en el que la temperatura media fue de -3,9 ºC.

Tal y como indicaba en su descripción general del tiempo en España el Boletín Mensual Climatológico: “Este mes de febrero ha sido el más frío del periodo 1901-1956, y comparable únicamente por sus temperaturas bajas al mes de enero de 1914”. Hoy podemos afirmar que febrero de 1956 ha sido el mes más frío desde que disponemos de series termométricas representativas de todo el territorio español, lo que se remonta hacia atrás al menos un siglo.