Un nuevo invierno en España: los récords por calor cayendo en cascada parecen anunciar un punto de no retorno
Uno de los rasgos que caracteriza al calentamiento global es la suavidad de los inviernos, con episodios puntuales de calor que cada vez son más frecuentes y de mayor magnitud.
Los periodos de temperaturas anómalamente altas son cada vez más frecuentes, produciéndose a lo largo de todo el año. Cuando se producen siguen sorprendiéndonos por los valores que llegan a alcanzar las temperaturas, superándose récords en cascada que parecían difíciles de batir y haciéndolo, además, en muchos casos, por bastante margen. No obstante, estamos en un punto en que estas situaciones empezamos a contemplarlas con normalidad.
Centrándonos en el invierno, ya desde hace bastantes años estamos percibiendo una tendencia clara a su suavización, lo que certifican los registros. Lo novedoso están siendo los picos de calor que van ganando protagonismo durante los meses invernales.
El ejemplo más reciente y llamativo es el que está teniendo lugar estos días, en el que se han superado marcas hace poco inimaginables, como tener a finales de enero máximas de hasta 23 ºC en alta montaña (Pirineos) y entre los 25 y los 30 ºC en decenas de estaciones meteorológicas peninsulares.
El forzamiento del calentamiento global en la circulación atmosférica
Estos episodios cálidos invernales vienen siempre de la mano de dorsales y anticiclones asociados a ellas que, por un lado, tienen una tendencia natural a ser persistentes (no es raro que duren semanas sin grandes variaciones), y por otro favorecen el establecimiento sobre nuestro ámbito geográfico de masas de aire subtropicales, así como el bloqueo de las borrascas atlánticas y las entradas de aire de origen polar.
Estas situaciones meteorológicas no son nuevas, pero algo está cambiando en ellas. No solo es su mayor frecuencia, sino las condiciones de partida que tienen las masas de aire, cada vez a mayor temperatura.
La clave para entender lo que está pasando y cómo puede evolucionar la circulación atmosférica en los años venideros pasa por certificar ya los cambios que no solo están produciéndose, sino que parece que están acelerándose.
El IPCC en su Sexto y último Informe, publicado en 2021, otorga un nivel de confianza alto a la expansión hacia latitudes altas de las células de Hadley, indicando que para el caso particular de la célula situada en el hemisferio norte dicha expansión y desplazamiento hacia el norte se constata desde 1980.
Esa subida de latitud conlleva un mayor número de incursiones del chorro subtropical en la zona templada (latitudes medias), con las consecuencias que estamos viendo. Mientras que en verano eso se traduce en olas de calor cada vez de mayor magnitud, en invierno son cada vez más significativos los episodios de altas temperaturas como el actual.
Las proyecciones climáticas apuntan a que este patrón meteorológico será cada vez más dominante. Con la vista puesta en el sur de Europa (la región mediterránea) y Canarias, los modelos apuntan a menos precipitaciones y sequías más intensas y persistentes, en paralelo a la inexorable subida de las temperaturas. Aunque la magnitud varía en cada uno de los escenarios que considera el IPCC, todos ellos caminan por la misma senda.
Los nuevos inviernos ya están aquí
Aunque la variabilidad natural puede conducir algún año a un invierno “de los de antes” en España, de ocurrir será la excepción a la norma; una rareza en el actual marco de calentamiento global. Tenemos que empezar a normalizar no solo la suavidad térmica durante la mayor parte del invierno, sino incluso periodos con temperaturas que hasta ahora solo se podían alcanzar en primavera o en otoño. Lo estamos viendo estos últimos días de enero de 2024.
A la vista de lo anterior, surge la duda de si estamos asistiendo o no a uno de los puntos de no retorno en el sistema climático postulados por los especialistas en clima ¿Este nuevo patrón meteorológico ha venido para quedarse? ¿Es la respuesta del sistema a la subida de las temperaturas? ¿Ya no hay vuelta atrás? Responder de forma categórica a estas preguntas no es sencillo; exige seguir avanzando en nuestro conocimiento de la circulación atmosférica, dada su complejidad intrínseca.
La ciencia del cambio climático está en continuo desarrollo y en el momento actual no solo es importante hacer proyecciones a futuro de variables como la temperatura o la precipitación, sino ir un poco más allá y tratar de saber cómo, en paralelo, irán alterándose los patrones meteorológicos y cómo serán los nuevos inviernos. Los cambios profundos en ellos tienen enormes implicaciones, como, por ejemplo, las que tiene que haya mayor o menor cantidad de nieve acumulada en las montañas.