Cita bajo las estrellas: ¿qué ver estas noches de verano?
Las buenas temperaturas de las noches de julio y agosto invitan a salir a ver las estrellas. ¿Qué es lo que nos ofrece el cielo este año? Constelaciones, planetas, lluvia de estrellas...
Muchos aficionados a la astronomía esperan todo el año la llegada del verano. España tiene un clima frío tanto en otoño como en invierno. Salir con el telescopio o los prismáticos en esa época para disfrutar de las estrellas puede llegar a ser un suplicio si no se va bien abrigado. Estas semanas tenemos la mejor temperatura para estar cómodos durante toda la noche. Incluso, en manga corta.
Si bien las temperaturas en verano invitan a una buena observación astronómica, el cielo no se presta tanto a ello. Por un lado, las constelaciones más interesantes nos quedan ocultas. A pesar de ello, las que tenemos son fácilmente reconocibles. Por otro lado, el calor, nuestro gran aliado estas noches, hace que no veamos tan bien el cielo. Vamos a ver el porqué.
Las constelaciones del verano
Las estrellas y las constelaciones que podemos ver en verano son siempre las mismas. En este sentido, se comportan como un auténtico reloj. Cada 1 de agosto, por ejemplo, siempre veremos las estrellas en el mismo sitio año tras año.
En términos televisivos, podemos decir que las constelaciones que hay en el cielo nocturno en verano son las que más audiencia tienen de todo el año. Hay más gente viendo las estrellas en verano que en invierno. Y en especial, hay una que se lleva la palma: el Cisne. Es una de las más fáciles de reconocer. Si nos tumbamos en el suelo, será la que tendremos justo encima. Veremos de forma sencilla una cruz, que representa el cuerpo del cisne y sus alas desplegadas.
Para los poco expertos en reconocer el cielo, lo mejor será buscar el norte y encontrar las constelaciones circumpolares. Tanto las estrellas como las constelaciones circumpolares son aquellas que están cerca del polo celeste y no quedan ocultas bajo el horizonte en ningún momento del año. La Osa Mayor, el famoso carro, y Casiopea, una W o una M, depende de cómo la veamos, son las que podemos ver durante todo el año y son fácilmente reconocibles. Luego tenemos constelaciones que están en el otro extremo del cielo, como Escorpio y Sagitario. Avanzan muy rápido de noche y solo se pueden ver durante unos meses. Aún así, son espectaculares.
Aunque para los que llevamos muchos años siguiendo el cielo, estamos de acuerdo en que las constelaciones de frío son más bonitas, como Orión.
Los planetas y la Luna, a su aire
Si las estrellas se comportan como una calculadora, y cada verano vuelven a estar en el mismo punto del cielo otra vez, con los planetas no sucede lo mismo. Debido a sus órbitas y a la nuestra, su posición, día tras día, no cambia igual que el de las estrellas. Lo mismo sucede con la Luna.
Estas semanas, de todos los planetas, solo podremos ver dos a simple vista o a través de un telescopio: Júpiter y Saturno. Son muy fáciles de reconocer mirando hacia el sur. No titilan en el cielo. Es decir, no parpadean. Además, Júpiter brilla mucho y se puede adivinar cierto tono anaranjado.
Del resto de planetas, solo Marte y Venus pueden verse también a simple vista o a través de un pequeño telescopio, pero estas semanas no los podremos ver porque están ocultos durante la noche bajo el horizonte.
El calor, enemigo para las ópticas
Si bien el calor nos permite estar cómodos de noche viendo las estrellas, hay cosas por las que no es tan positivo. La propia atmósfera, en cualquier época del año, ya hace que las estrellas titilen. Esto no nos lo podemos quitar de encima ni en verano ni en invierno.
Pero además, el calor también tiene otro efecto. Durante un largo día de verano, todas las superficies se calientan. Algunas más que otras, como el asfalto y el cemento. De noche, el suelo libera lentamente este calor, haciendo que haya corrientes ascendientes que hacen que el aire se vuelva turbulento. Si miramos a través de unos prismáticos en un día de verano, notaremos el efecto fácilmente. Con tanto calor, la luz no viaja de forma perfectamente rectilínea, convirtiendo las fotos en pinturas al óleo.
La lluvia de estrellas más famosa
Si hay algo por lo que realmente vale la pena trasnochar en verano es para ver la lluvia de estrellas más importante de todo el año: las Perseidas. Compite en protagonismo con las Leónidas, que tienen lugar en noviembre, que son más grandes en tamaño pero se ven menos. Por esto se considera las Perseidas como la más bonita, porque se ven muchas.
En los medios de comunicación suele decirse que hay una noche en la que hay un pico de actividad de Perseidas. Esto no es incorrecto. Las noches del 11 al 12 de agosto y la del 12 al 13, dependiendo del año, se da el máximo de meteoros. Pero durante las semanas anteriores y las posteriores, si se está atento, también se pueden ver, aunque en menor número.
Para la observación de estrellas fugaces, el verano sí que es, sin duda, nuestro mejor aliado. La buena temperatura nos permitirá estar horas tumbado, y los efectos de la atmósfera o del propio calor del suelo no serán impedimento para disfrutar de una buena noche de petición de deseos.