Ni Chernóbil ni Fukushima: este ha sido el peor desastre tecnológico de la historia
Una noche de diciembre de 1984, una nube de gases tóxicos acabó con la vida de más de 5.000 personas en el peor desastre industrial de la historia.
Cuando se habla del peor desastre tecnológico registrado, muchos pensamos en Chernóbil o en Fukushima, ambos desastres nucleares. En el caso de Chernóbil (Ucrania, 1986), fue un accidente desencadenado por la falta de “cultura de la seguridad”, la incompetencia y desorganización imperantes en la Unión Soviética, sumado a deficiencias en el diseño de la central nuclear.
Según fuentes oficiales, solo 31 personas murieron en forma directa por el accidente, mientras que para la Organización Mundial de la Salud (OMS) esa cifra sube a 54, mientras que las muertes a largo plazo sumaron 9000.
El caso de Fukushima (Japón, 2011), un terremoto y posterior tsunami evidenció deficiencias del diseño de la central nuclear. Y aunque parezca increíble en la cultura japonesa, un exceso de confianza en la seguridad de la central puso de manifiesto una defectuosa cultura de la seguridad. Y según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), las deficiencias del marco regulador (organismos de control) del Japón fue el cuarto factor concurrente para este desastre. En Fukushima no hubo muertes directas, pero se estima en 1.600 las indirectas.
La noche del horror
Muchos habitantes de Bhopal, ciudad capital del estado de Madhya Pradesh en el centro de la India, estaban descansando o yendo a dormir en la noche del 2 al 3 de diciembre de 1984 cuando comenzaron a percibir una fuerte irritación ocular. El pánico fue ganando los hogares y la calle, mientras la gente corría sin poder ver con claridad ni saber a dónde ir.
Muy cerca de la ciudad, el personal limpiaba uno de los tanques de almacenamiento de la fábrica de plaguicidas de la empresa estadunidense Union Carbide que contenía una sustancia altamente tóxica (isocianato de metilo). Al entrar en contacto con el agua, se generó una reacción química que aumentó la presión interna del tanque, estallando las válvulas de seguridad y liberando a la atmósfera más de 26 toneladas métricas de gases letales. Los sistemas de seguridad de la planta no funcionaron para evitar la tragedia.
Como estos gases tienen una densidad superior a la del aire, se mantienen prácticamente a nivel del suelo, mientras que el viento llevó esa nube tóxica sobre casi un tercio de la ciudad. De inmediato se observó sucumbir centenares de animales domésticos, aves y ganado, a la vez que los niños y ancianos fueron los primeros en morir.
Las cifras suministradas por el gobierno de la India, indicó que fueron 5295 las víctimas directas, 4902 personas con incapacidad permanente y 42 heridos graves. Los afectados elevan la cifra a casi 23.000 muertes directas, más de 500.000 personas con incapacidad permanente y unos 34.000 casos de heridos graves, transformando a la tragedia de Bhopal, en el peor desastre tecnológico de la humanidad.
Desprecio por la vida y por el ambiente
Tanto los desastres nucleares de Chernóbil como Fukushima fueron causados por la falta de rigor en el cumplimiento de las normas de seguridad, agravadas por errores de diseño. En la catástrofe de Bhopal se evidencia el peor rostro de la ambición y el menosprecio por la vida. Aquí no hubo negligencia circunstancial o desorganización, sino una decisión empresarial de reducir costes al no mantener las instalaciones y minimizar las medidas de seguridad.
En las investigaciones posteriores a la tragedia, Union Carbide reconoció que la fábrica de Bhopal no contaba con las sofisticadas medidas de seguridad de una fábrica similar en los Estados Unidos. Ni siquiera el personal que llevó a cabo la limpieza del tanque, tenía las calificaciones requeridas, ni había personal técnico responsable que los supervisara.
Sin embargo, la tragedia no terminó allí. En otra muestra de la irracionalidad del accionar de Union Carbide en la India, durante años la empresa arrojó toneladas de desechos contaminantes al agua o enterró bajo tierra sin las medidas de seguridad. Miles de toneladas de tóxicos siguen hoy en día envenenando el agua de Bhopal, afectando a millares.
Ni la vida ni el ambiente
La planta industrial era propiedad del estado indio en un 49%, y de Union Carbide Corporation en un 51%. Para evitar un largo proceso judicial, Union Carbide acordó con el gobierno indio una compensación de 470 millones de dólares por los daños, cifra casi seis veces menor a la exigida por los demandantes. El pago se efectuó directamente al gobierno, quien era se haría cargo de distribuir las indemnizaciones.
Como era de suponer, los afectados recibieron una cantidad irrisoria como indemnización. Por cada uno de los 11.267 muertos considerados, se les pagó como compensación 1700 dólares. Las indemnizaciones por lesiones se redujeron a menos de la mitad y no se consideraron los daños a la salud mental de los supervivientes. El 93% de las 500.000 personas que fueron compensadas recibieron cerca de 300 dólares.
A casi 40 años de esta tragedia, la población sigue sufriendo las secuelas. En los barrios cercanos al lugar del desastre, se registra el doble de muertes por cáncer y enfermedades pulmonares y el triple de infecciones renales, mientras que suman 150.000 las personas con enfermedades crónicas. El agua y la tierra siguen estando contaminadas. El principal acusado murió 30 años después de la tragedia, sin haber sido nunca juzgado.