La emoción de pronosticar el tiempo
La elaboración de un pronóstico del tiempo se lleva a cabo analizando las salidas que ofrecen los modelos de predicción y consultando diversa información meteorológica. En esa labor, también juega su papel la parte emocional, especialmente en situaciones extraordinarias como la reciente gran nevada.
Las siguientes líneas no se van a centrar en la metodología que se lleva a cabo para elaborar un pronóstico del tiempo –a partir de la información disponible (datos, mapas de predicción…)–, sino en algo que les ocurre a las personas que habitualmente –bien por afición, bien porque se dedican profesionalmente a la Meteorología– llevan a cabo pronósticos meteorológicos. Nos referimos a la parte emocional de esa labor, ya que el propio ejercicio de concebir la imagen mental de una situación atmosférica futura, con frecuencia se vive intensamente, tanto cuanto más ajustada sea el escenario final con el pronosticado.
Esa experiencia personal no es algo exclusivo de los modernos meteorólogos, cuyo trabajo es muy técnico y se basa en el método científico. Los primeros agricultores y navegantes que empezaron a vaticinar los cambios de tiempo, en base a las pistas que les daba el cielo, seguro que experimentaron sensaciones parecidas. La capacidad de anticipar, gracias al conocimiento (empírico o basado en la ciencia) el devenir atmosférico, es algo que, aparte de brindar una satisfacción intelectual, refuerza el ejercicio de la propia actividad. Es difícil de concebir un meteorólogo que no sea vocacional y que no viva con pasión su labor predictiva.
En Meteorología, no es exactamente lo mismo una predicción que un pronóstico del tiempo, aunque los consideremos sinónimos. Hay un matiz que los diferencia y reside justamente en el factor humano. Todos tenemos un teléfono móvil inteligente (Smartphone), que al comprarlo trae por defecto una aplicación del tiempo que ofrece predicciones del tiempo para cualquier lugar del mundo que se nos ocurra. El móvil no se emociona cuando la predicción termina cumpliéndose. No lo hace, si quiera, con nuestra aplicación de Meteored, que le aseguro que da muchas veces en la diana. Esas predicciones son automáticas y se obtienen directamente de los modelos matemáticos globales de circulación atmosférica.
Se suele distinguir entre una predicción objetiva y una subjetiva. La primera es la que ofrece el modelo y la que nos llega al móvil. Si el modelo indica para mañana en nuestra ciudad una temperatura mínima de -2 ºC, eso es lo que leeremos en la pantalla. La predicción subjetiva es la que lleva a cabo un predictor meteorológico a partir del modelo, modificando las cosas que considere oportunas, en base a toda la información que tiene a su disposición.
Siguiendo con el ejemplo anterior, si el predictor observa (gracias a las imágenes recientes de satélite) que empiezan a llegar nubes a esa ciudad que no predecía el modelo, entonces modifica el valor previsto y lo fija en 1 ºC, ya que estima que esas nubes impedirán que llegue a helar de madrugada. La predicción subjetiva es, por tanto, el pronóstico del tiempo elaborado por el meteorólogo.
Volvamos a las emociones ligadas al citado pronóstico. No siempre son igual de intensas. Se puede establecer una relación entre la magnitud y excepcionalidad de la situación meteorológica prevista y las sensaciones experimentadas por el pronosticador. Con el reciente episodio de la borrasca Filomena y la gran nevada que hemos tenido en muchas zonas de la península Ibérica, los profesionales de la Meteorología en España que hicimos el seguimiento de la situación prevista por los modelos, cuando casi dos semanas antes de ocurrir ya comenzaban a plantear el escenario, hemos vivido los días previos a la gran nevada con extraordinaria excitación.
La confirmación –según se acercaba el día D (viernes 8 de enero de 2021)– de la que para muchos fue la nevada de sus vidas, provocó un chute de adrenalina en todos aquellos que esos días consultaban a diario las salidas de los modelos de predicción, y concebían en sus cabezas la extraordinaria nevada que iba a producirse, amén de la posterior ola de frío. Los avisos rojos se activaron a tiempo, pero incomprensiblemente a muchos el temporal invernal –bien previsto y pronosticado– les pilló de sorpresa. En Meteored, esos días previos a la nevada y los que vinieron después, hicimos gala de nuestro lema: Pasión por la Meteorología.