¿Por qué en invierno nos duele más la cabeza?
Con la llegada de la estación más fría del año notamos muchos cambios, tanto en la naturaleza como en nuestro cuerpo. Uno de ellos es el dolor de cabeza. ¿Tiene algo que ver con el invierno?
Hoy vamos a vivir las primeras horas del invierno, la estación que nos trae las temperaturas más bajas de todo el año. Este frío no llega de forma repentina, sino que progresivamente se va instalando en nuestro país dependiendo del movimiento, muchas veces caprichoso, de las masas de aire. De hecho, ya en otoño hemos tenido un pequeño aperitivo de frío con heladas rigurosas en el interior del país y un ambiente fresco en las costas.
Los cambios de estación se hacen siempre evidentes cuando nos fijamos en nuestro alrededor. El paso del verano al otoño es el que más llama la atención ya que los árboles cambian el color de la hoja y posteriormente la pierden. La transición del otoño al invierno es menos traumática en la naturaleza ya que los árboles llegan pelados. El frío es el elemento que más evidencia este salto, y del que hoy toca hablar.
Hay que recordar que el ser humano depende de las condiciones que hay en el exterior. Tanto cuando el calor es extremo como cuando lo es el frío, tenemos mecanismos para hacer frente a estas circunstancias. Sudamos en verano y tiritamos en invierno. Pero en esta época que estrenamos ahora, hay algo que muchas personas tenemos en común: nos duele la cabeza más a menudo. Como podíamos suponer, el frío tiene mucho que ver. Pero... ¿por qué motivo?
El efecto del frío en nuestro cuerpo
A veces nos olvidamos de cuán imperfectos somos los humanos. Al nacer, a diferencia de otros animales, somos incapaces de andar, de comer... cuando otros, a los pocos minutos, ya pueden mantenerse en pie. No solo al nacer estamos en desventaja con otros seres vivos. En verano no podemos ir por la calle a más de 40 grados porque sino sufrimos un golpe de calor. En invierno nos tenemos que abrigar con piezas de ropa para no morir congelados. La inteligencia nos permite seguir adelante.
Está demostrado, además, que el frío es el responsable de lo que muchos sufrimos en esta época: los temidos dolores de cabeza. En mayor o menor grado, todos los hemos sufrido alguna vez y por varios motivos. Pero hoy el que vamos a contar es el que tiene que ver con el frío. Todos lo hemos notado al comer un helado en verano, o cuando salimos a la calle en invierno y venimos de un lugar con una temperatura agradable.
Efectivamente, la rapidez con la que notamos el frío tiene que ver con el dolor de cabeza. Cuando en invierno salimos a la calle en un día muy frío y tenemos la cabeza destapada, los vasos sanguíneos se contraen rápidamente para evitar una pérdida de calor corporal. Es el nervio trigémino el responsable de transmitir las sensaciones del cuerpo a la cabeza, que acaba ordenando la dilatación o constricción de los vasos sanguíneos para regular la temperatura corporal. Este proceso tan rápido es el que nos produce el dolor de cabeza. Se denomina también dolor de cabeza por estímulo frío.
La meteorosensibilidad
Muchas personas son sensibles a los cambios meteorológicos. El más conocido es el que tiene que ver con la presión atmosférica y el dolor de articulaciones. También el dolor de cabeza. La meteorosensibilidad está demostrada y puede agravar dolencias previas. La humedad, el viento, la temperatura... si cambian con rapidez, muchas personas pueden llegar a notarlo en su cuerpo y produce dolor. No es para nada agradable.