Más actividad volcánica como consecuencia del Cambio Climático
Un nuevo estudio nos advierte de otra consecuencia devastadora del Cambio Climático: el aumento de la actividad volcánica. Analizamos el porqué y anticipamos sus múltiples consecuencias.
En un mundo amenazado por el cambio climático y sus penosas consecuencias -como, por ejemplo, el menor nacimiento de hombres- hoy añadimos otra más por la que preocuparnos: el temor a sufrir más erupciones volcánicas.
Un nuevo estudio ha llegado a esta conclusión al descubrir una correlación significativa entre más actividad volcánica y menor extensión de los glaciares. La clave, no del todo clara, parece residir en los cambios en la presión superficial que se generan como resultado de la desaparición de la cubierta helada; y es que el peso del hielo parece mantener comprimido al magma impidiendo de forma efectiva su movimiento, obturando los canales por los que éste podría ascender al exterior. Y no solo eso, también ayudaría a evitar que el agua superficial se colase hasta las cámaras magmáticas en donde, tras un cambio de fase y ya convertida en vapor, podría ayudar a aumentar la presión agilizando la erupción volcánica.
El análisis de cenizas volcánicas dio con la clave
Los investigadores trabajaron analizando ceniza volcánica procedente de depósitos de turba y lacustre. Identificaron en ellas un periodo muy característico, hace 5500 y 4500 años, de poca actividad volcánica asociado, en el tiempo, a una clara disminución de la temperatura global del planeta y a un aumento de extensión de los glaciares en Islandia.
Descubrieron, además, que las erupciones que habían tenido lugar durante ese periodo habían sido de menor magnitud que en otros momentos históricos. Además, también percibieron un cierto retraso (de aproximadamente 600 años) entre la caída de temperatura y la disminución de actividad volcánica, resultado, según los propios investigadores, de que la masa de hielo tarde un tiempo considerable en crecer.
¿Qué consecuencias se pueden anticipar?
Las consecuencias más obvias y evidentes de este estudio complican el panorama futuro... de seguir el calentamiento global. Sobre todo en aquellos emplazamientos con volcanes no activos que pasarán a ser áreas potencialmente peligrosas.
A estas secuelas un poco más locales, podemos añadir otras más generales vinculadas al tráfico aéreo. Ya hemos visto en otras ocasiones -como, por ejemplo, en la erupción del Eyjafjallajökull de 2010- ver comprometido el transporte por aire como resultado de las cenizas emitidas por un volcán; se trata de un escenario al que parece que lamentablemente tendremos que habituarnos en el futuro. Y finalmente a escala ya más global, la temperatura media del planeta descenderá previsiblemente como resultado de los materiales eyectados en las distintas erupciones. Y esto, al menos, podría suponer un cierto alivio al actuar como retroalimentación negativa al problema del calentamiento global.