Los tornados en el arte: fenómenos extremos retratados desde hace varios siglos
En el mundo del arte no faltan las representaciones de los tornados en algunas pinturas y dibujos, constituyendo una fuente de gran valor. En este artículo descubriremos algunas de esas obras.

El tornado es el fenómeno meteorológico extremo de escala local que tiene unas consecuencias más devastadoras. Su inconfundible forma de embudo, de aspecto amenazador, tiene también una componente estética que ha captado la atención de distintos artistas a lo largo de la historia, lo que ha dado como resultado la presencia de tornados en el arte, principalmente en pinturas y dibujos.
Los primeros tornados en el arte
En un grabado del siglo XVI, que el meteorólogo y geofísico alemán Alfred Wegener incluyó en un trabajo sobre tornados y mangas marinas en Europa, que publicó en 1917, aparece dibujado un tornado que se produjo en la ciudad alemana de Augsburgo, el 2 de julio de 1587.
En las crónicas de la época se describe que el torbellino se descolgó de una nube tormentosa amenazante, adoptando la forma de la cola de un dragón y desplazándose por la ciudad durante más de hora y media, junto a violentas ráfagas de viento, granizo, rayos y truenos.
"Alfred Wegener not only proposed the theory of continental drift but was also a pioneer of modern tornado research in Europe". More details in our article with @EloquentScience & @CloudGapSpotter in the May issue of #BulletinAMS @ametsoc https://t.co/T5PzW5nzMW (photo Wikipedia) pic.twitter.com/IjeOinQ3q6
— Dr. Bogdan Antonescu (@bogdanantonescu) May 8, 2019
El lugar del mundo donde se producen más tornados y son más violentos es, con diferencia, EE UU; en particular el famoso “Corredor de los tornados”, que engloba a varios estados del centro y del sur de aquel país. Es justamente en la pintura norteamericana donde encontramos más tornados. Una de las obras más conocidas es El tornado, de John Steuart Curry (1897-1946), que pintó en 1929 y que evoca algunos de sus recuerdos de juventud, en que vivió de cerca la amenaza de los tornados.
Los tornados también han sido dibujados por los indios nativos norteamericanos que vivieron en zonas azotadas por ellos. En este caso, su interpretación de los fenómenos naturales permite un interesante acercamiento a ellos. Por ejemplo, los indios Kiowa a lo largo de un periodo de casi cien años realizaron una serie de calendarios, denominados Silver Horn (cuerno de plata) con dibujos en los que aparecen hechos destacados ocurridos en las distintas estaciones de cada año.

El primero de estos calendarios data de 1828. En el dibujo correspondiente al verano de 1905 (“El Gran Verano Ciclónico”) aparecen los daños causados por un tornado (casas destruidas y una persona decapitada). El fenómeno se representa como el Caballo Rojo; un ser sobrenatural cuya parte superior es la de un caballo y que presenta una cola larga y serpenteante. En el motivo del invierno de 1905-1906 aparece de nuevo el Caballo Rojo; el tornado para los indios Kiowa.
Tornado “kazado” en un tapiz
En el año 2005, los especialistas en ciencias atmosféricas Klaus-Peter Hoinka y Manuel de Castro, publicaron un artículo en el Boletín de la Sociedad Americana de Meteorología (BAMS) titulado A Renaissance Depiction of a Tornado (una representación renacentista de un tornado), en el que describen cómo en un conocido tapiz flamenco del siglo XVI aparece un tornado, lo que lo convierte en una de las primeras representaciones que hay de este fenómeno en el arte occidental.

El citado tapiz es el primero de una serie de doce que se confeccionaron originalmente para conmemorar la conquista de Túnez por parte del emperador Carlos V, lo que frenó los planes de expansión del Imperio Otomano, en tiempos del sultán Suleimán I, de la mano del corsario turco Barbarroja. A partir de una serie de cartones que elaboró Jan Vermeyer con ayuda de Pieter Coeck van Aelst, se confeccionaron unos costosísimos tapices en el taller del afamado tejedor flamenco Wilhelm Pannemaker.
El primer tapiz de la serie es el mapa de la batalla. Aparece representado el Mediterráneo Occidental y las naves del Imperio Español, que, procedentes de Málaga y Barcelona, pondrían rumbo a Túnez, en el norte de África. Aparece la ciudad de Barcelona (amurallada) y tierra adentro la montaña de Montserrat, con su característica forma. Una nube tormentosa envuelve su cima y de ella se descuelga el tornado. Pudo ser pintado como elemento decorativo o simbólico, pero casi seguro que Vermeyer vio en alguna ocasión el fenómeno.
¿Un tornado en un grabado de Goya?
Tanto la sordera que le provocó una enfermedad contraída en 1793 como la Guerra de la Independencia contra los franceses, cambiaron profundamente la vida de Francisco de Goya (1746-1828), lo que tuvo su reflejo de forma evidente en su pintura.
Las escenas alegres de sus famosos cartones para tapices contrastan con las obras dramáticas y tenebrosas posteriores, como las pinturas negras de las paredes de la Quinta del Sordo (su residencia en las afueras de Madrid) o la serie de grabados sobre Los desastres de la guerra, que realizó entre 1810 y 1815, elaborados mediante la técnica del aguafuerte. Goya, en vida, sólo mandó imprimir dos copias. Posteriormente, apareció una primera edición seriada en 1863 por iniciativa de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

En uno de los 82 grabados que forman esta serie –la lámina nº 12–, titulado Para eso habéis nacido, una persona vomita, horrorizado, sobre una pila de personas fallecidas, víctimas de la terrible guerra. Al fondo, en el cielo, aparece lo que podría ser un tornado, aunque tampoco puede descartarse que se trate de una de las humaredas del campo de batalla, similares a las que aparecen en cuadros como Las Lanzas. Es posible que Goya en alguna ocasión presenciara un tornado y que plasmara su recuerdo en este grabado, lo mismo que hizo Curry en su famoso cuadro de El tornado.