Los brotes de enfermedades en el pasado podrían haber alterado la atmósfera terrestre, según unos paleoclimatólogos
Los análisis de los núcleos de hielo realizados por los científicos han confirmado que los brotes de plagas de hace siglos, como la peste negra, podrían haber afectado a la atmósfera terrestre.
En un estudio publicado recientemente en la revista Nature Communications, un equipo de investigadores, dirigido por la paleoclimatóloga Amy King, del British Antarctic Survey, reveló un interesante descubrimiento: brotes de enfermedades en el pasado, como la peste negra, podrían haber modificado la atmósfera terrestre.
Llegaron a esta conclusión analizando núcleos de hielo de la Antártida, que "registran" información sobre el dióxido de carbono (CO2) presente en el planeta hace miles (e incluso millones) de años.
¿Qué nos dicen los registros de hielo?
Las dos muestras de hielo recogidas en la Antártida contienen los registros mejor conservados de los últimos 2000 años: la de Law Dome, tomada en una especie de "colina" de hielo, y la del centro de la capa de hielo de la Antártida Occidental (WAIS).
Y hace 2000 años, acontecimientos como la erupción del volcán Vesubio y las guerras antiguas, y plagas como la peste negra (o peste bubónica) y la sífilis azotaron a la humanidad.
En el núcleo de hielo de Law Dome, los investigadores observaron un vertiginoso descenso de los niveles de CO2 a lo largo de un periodo de 90 años que alcanzó un valor mínimo en 1610 d.C.
Esto coincide con el periodo de las secuelas del primer contacto entre las poblaciones del Viejo y el Nuevo Mundo en torno al siglo XV, cuando los pueblos indígenas murieron de enfermedades introducidas en las Américas (Nuevo Mundo) por Cristóbal Colón, y los europeos se enfrentaron a un destino similar a la vuelta de Colón a Europa (Viejo Mundo).
Los historiadores creen que la población humana se vio muy reducida por estas enfermedades y que probablemente las comunidades abandonaron las zonas anteriormente pobladas, lo que permitió que la vegetación local volviera a crecer. Estas zonas reforestadas habrían absorbido grandes cantidades de CO2 de la atmósfera, generando el descenso percibido en el núcleo de hielo de Law Dome.
Sin embargo, el núcleo de WAIS no mostraba una caída tan brusca, sino un descenso gradual de los niveles de CO2, que terminó más tarde, en el siglo XVII. Así que, para obtener un mejor cálculo, los investigadores perforaron otro núcleo de hielo, el Skytrain Ice Rise, perforado en el borde del WAIS.
Los registros de este nuevo núcleo abarcan el periodo comprendido entre 1454 d.C. y 1688 d.C., y también indican un descenso gradual del CO2, en consonancia con los datos de WAIS. Hubo 0,5 ppm (partículas por millón) de CO2 por década entre 1516 d.C. y 1670 d.C.
El estudio concluye que el rápido descenso del CO2 en 1610 d.C. observado en Law Dome no es plausible, aunque falten datos sobre la población antigua, y es incompatible incluso con los escenarios más extremos de cambio del uso del suelo. Sin embargo, no se puede descartar un acontecimiento climático desconocido de absorción de CO2 que podría explicar este mínimo.
¿Qué es un núcleo de hielo y cómo se recoge?
Un núcleo de hielo es una larga columna formada por muchas capas de hielo que se acumulan a lo largo del tiempo con cada nevada.
Para recoger un testigo de hielo, se utiliza una barrena para perforar un agujero vertical largo y profundo en el suelo helado. La barrena, que puede accionarse manualmente o por motor, es como un tubo hueco, de modo que al sacarla del agujero sale con una larga columna de hielo en su interior. A continuación, estas columnas se empaquetan en bolsas de plástico, se colocan en cajas térmicas y se cubren de nieve para evitar que se derritan durante el transporte al laboratorio de estudio.
Como puedes ver, la recogida de testigos de hielo implica trabajar a temperaturas extremadamente frías. Los investigadores de este campo deben utilizar equipos especiales, como gafas y ropa de abrigo, para trabajar con seguridad.
Referencia de la noticia:
King, A. C. F. et al. Reconciling ice core CO2 and land-use change following New World-Old World contact. Nature Communications, v. 15, n. 1735, 2024.